El juez admite la declaración del ladrón del Códice para evitar más recursos

El juzgado de Instrucción número 2 de Santiago ha comunicado hoy que admitirá el manuscrito de 15 folios presentado por el autor confeso del robo del Códice Calixtino, Manuel Fernández Castiñeiras, para 'evitar más recursos y contrarecursos' por parte de la defensa.
Fernández Castiñeiras, acusado de la sustracción de esta joya literaria, había presentado ante la sede judicial que instruyó la causa abierta contra él este 'acta de manifestaciones', junto con una solicitud para que la misma fuese incorporada al procedimiento abierto.

Fuentes judiciales han explicado que este documento, en el que se vierten acusaciones de robo y de prácticas sexuales en el ámbito religioso del entorno de la catedral de Santiago, 'jurídicamente no tiene la más mínima relevancia'.

En el texto, el exempleado del templo que confesó haberse llevado el valioso manuscrito del medievo, explica que 'cuando me dijeron' en alusión a este saqueo 'que era un pecado, y que los pecados de los demás no limpian mis pecados', su pensamiento fue que la gente no llegara 'nunca a enterarse de lo que yo he vivido y visto'.

Alude a este razonamiento para justificar su petición, 'declarar ante el juzgado para poder manifestar lo que ahora digo en este escrito', remitido al número dos de Santiago, al frente del que está el magistrado José Antonio Vázquez Taín, el pasado día 14.

'Yo no soy ningún pecador', dice Fernández Castiñeiras, que revela que cuando llegó en 1980 al templo, donde prestó sus servicios como electricista en calidad de autónomo durante más de dos décadas, 'se comentaba con total naturalidad' y 'haciendo chistes' que había 'relaciones sexuales'.

Explica que se lo contaban 'con un café al recién llegado, que era yo' y aclara que 'iba con mucha frecuencia a tomar café'.

Da nombres y apellidos y destaca curiosidades, como que un religioso 'le llamaba cariño' a otro, que eran 'homosexuales según ellos mismos', reconocían 'su amor y su relación sexual', 'se agarraban fuertemente las manos y se las acariciaban sin dejar que se soltara', 'tocamientos' o que 'era muy cariñoso y le daba palmaditas en el culo'.

Asimismo, menciona la existencia de chantajes para la obtención de empleos a través de contactos fuera del entorno del templo: 'Si quería trabajar allí tenía que acostarse con él'.

Respecto a las acusaciones de robo, sitúa un lugar privilegiado: 'Se peleaban delante de mí cuando yo estaba rezando, por el lado derecho mirando al altar, se reían diciendo que era donde más se recaudaba. Cuando acababan de pedir pasaban por donde están las cenizas del Apóstol, que no hay nadie, metían la mano en la bolsa y sacaban dinero, eso lo vi yo'.

Detalla que había un religioso que 'era el que más presumía de coger dinero' y al que le gustaba irse 'a Tenerife, sobre todo en Carnavales', y concreta que otro se hizo 'una casa de tres pisos'.

Por ello, 'cada vez que veía a un peregrino llegar con la concha' Fernández Castiñeiras se 'quedaba en silencio' y pensando 'cómo hacer' para que la ciudadanía fuese consciente de lo que 'estaba pasando' en la basílica.

El Códice Calixtino fue sustraído de la Catedral de Santiago en julio de 2011 y recuperado un año más tarde de un garaje de Milladoiro (A Coruña) propiedad de Fernández Castiñeiras. Esta joya literaria del medievo estaba envuelta en periódicos.

Castiñeiras, electricista de profesión, prestó sus servicios como autónomo durante 25 años en este templo. En la actualidad, está en libertad provisional con obligación de comparecer cada lunes en el juzgado y a la espera de juicio. Después de su confesión y hasta que no finalizó la instrucción estuvo encarcelado en la prisión coruñesa de Teixeiro.

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