Los centros buscan fórmulas ‘más democráticas’ para resolver abusos verbales o peleas entre alumnos

Mediación con vistas al futuro

Concentración de protesta en un instituto de Córdoba contra la violencia en las aulas. (Foto: Archivo)
La implicación de la comunidad educativa para lograr correcta convivencia en el entorno escolar y familiar es la semilla para lograr una sociedad más tolerante y comprensiva. Las primeras cosechas que han pasado por el filtro de la mediación invitan a un optimismo moderado. El objetivo final es conseguir ciudadanos libres, responsables y con más conocimientos; para los expertos no es una utopía, pero saben que deben aplicar una estrategia progresiva. El primer paso es conseguir que los adolescentes reconozcan las causas del conflicto y encuentren puntos de apoyo en su entorno más próximo: amigos, padres y profesores.
Jueces, abogados, sociólogos, psicólogos, trabajadores sociales y otros profesionales recurren continuamente a los mecanismos de mediación para intentar solucionar conflictos. El recurso a los especialistas se reserva para casos que el implicado considera graves o complejos: divorcios, problemas de convivencia con los vecinos, roces en círculos multiculturales o conflictos laborales.

Muchas de estas situaciones serían evitables si la cultura mediadora estuviese asentada en la sociedad. El problema, según los expertos, tiene su origen en el pasado: en una educación basada en un régimen disciplinario inadecuado y en una mala interpretación de la autoridad por parte de algunos padres y profesores. Las malas prácticas educativas pasan factura cuando el adolescente deja de ser un niño o cuando tiene que enfrentarse a problemas de mayores; los roces pueden surgir en el momento menos esperado.

Conocedores de esta realidad, los responsables de los centros de enseñanza se esfuerzan desde hace años para atajar lo problemas de convivencia y conflictividad. El 40% de los profesores de ESO se quejan del comportamiento antisocial del alumnado, según la última encuesta de la OCDE sobre enseñanza y aprendizaje.

‘La ley exige soluciones reparadoras y los centros empezamos a incorporar fórmulas nuevas, más democráticas, para resolver abusos verbales o peleas entre los alumnos’, explica Javier García, director del IES Fin do Camiño, de Fisterra. Desde hace tres años, este instituto recoge en su plan de convivencia varias iniciativas para la resolución pacífica de conflictos y desarrolla varios programas de mediación.

En esta cruzada por la tolerancia, los profesores cuentan con la colaboración de voluntarios que imparten charlas en colegios e institutos. Se presentan ante los alumnos como los predicadores de la paz, bromean con ellos y consiguen trasladarles un mensaje. ‘Detrás de las anécdotas e historias que les conta mos hay una llamada a la reflexión’, explica Juan, miembro de Cruz Roja. ‘Conseguimos, casi sin que los chavales se enteren, que terminen hablando de mecanismos de prevención de conductas violentas, derechos humanos o autoestima’.

Monitores y trabajadores sociales inciden en la necesidad de que se impliquen padres, docentes y especialistas para prevenir la violencia en las aulas y evitar situaciones de acoso escolar.

El programa Solucionando Xuntos, un proyecto avalado por la Fundación María José Jove y la Asociación para la Prevención e Intervención Psicológica, experimentó en ocho institutos la eficiencia de los servicios de arbitraje. Una primera fase se limitó a la formación de noventa mediadores entre los propios alumnos y los profesores coordinadores, que posteriormente llevaron a la práctica los conocimientos adquiridos en los cursos de Secundaria.


Buena aceptación

La iniciativa fue bien recibida por los alumnos (un 93% calificaron la experiencia como buena o muy buena), resultó ser una herramienta eficaz en nueve de cada diez conflictos y un mecanismo que repercute en la convivencia posterior (el 62% de los estudiantes aseguran haber aprendido a resolver por sí mismos otros problemas). Los profesores y equipos directivos de los centros participantes en el proyecto coinciden en la evaluación positiva: mejora el ambiente, rompe rutinas y libera a los docentes.

Esta experiencia, programada inicialmente para dos cursos, ha tenido continuidad en casi todos los centros. Es el caso del IES Elviña de A Coruña, donde Carolina se ha convertido en una mediadora veterana a sus 15 años. ‘Aprendes a escuchar a las partes e intentas trasladarle a tus compañeros que hay un camino hacia el entendimiento, la clave está en acercar posiciones y evitar que se alejen’. En la participación activa de los alumnos radica buena parte del éxito del programa, que tiene otro de sus pilares en la implicación del cuerpo docente. ‘Los últimos estudios sobre violencia y conflictividad en las aulas no son nada alentadores, explica Marisa López, profesora. Tenemos que adelantarnos a los problemas y eso sólo es posible si optimizamos los mecanismo de prevención’.

El 25% de alumnos de ESO admite haber sufrido acoso

La ley del silencio impera en casi todos los casos de acoso escolar y la violencia en el colegio permanece en muchas ocasiones escondida bajo los pupitres, pero es una realidad que resulta imposible de ocultar. Los últimos informes apuntan que alrededor de uno de cada cuatro alumnos de ESO reconoce haber sufrido algún tipo de abuso por parte de compañeros y los estudios de evaluación educativa advierten del aumen to de casos de bullying en los últimos años.

Un caso extremo, el suicidio de Jokin en 2004, tocó en la conciencia social y reabrió el debate sobre la responsabilidad de los centros en este tipo de situaciones. El acoso es un síntoma evidente de que la violencia está cada día más presente en los diferentes ámbitos sociales y, al mismo tiempo, se ha convertido en uno de los principales problemas del sistema educativo.

‘La pérdida de autoridad del profesor es un factor fundamental para que estas actitudes nocivas imperen en las aulas’, apunta José Manuel Gutiérrez, auditor de calidad educativa. ‘Para evitarlos el tutor debe demostrar una gran inteligencia emocional y desarrollar una serie de habilidades: asertividad, empatía, escucha activa a los alumnos y observación constante de la realidad’.

Los expertos aseguran que no es complicado detectar el acoso si los profesores atienden a unos indicadores claves: aislamiento en el patio, dificultad para hablar en público, bajo rendimiento en actividades deportivas, escasa integración en trabajos de grupo o tendencia a permanecer cerca de adultos. ‘Cuando un alumno es el primero en llegar al aula y el último que la abandona, estamos ante un problema’.



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