Cada año se capturan en montes de la Comunidad gallega entre 5.000 y 8.000 ejemplares de jabalí

La Xunta diseña un plan que aúna medidas protectoras con batidas en zonas de riesgo

La Consellería de Medio Ambiente prepara una batería de medidas para atajar los daños causados por el jabalí, una de las especies que más castiga los cultivos del agro gallego. El plan que diseña ampliará la protección del puerco bravo en zonas con escasa implantación de la especie y la posibilidad de batidas preventivas para lugares con alto riesgo de atropellos.
El monte es el hábitat natural del jabalí en Galicia; su presencia es necesaria para mantener la biodiversidad y el equilibrio biológico. La población de esta especie se multiplicó en las dos últimas décadas coincidiendo con importantes cambios en el medio rural gallego. Sea por la escasa tradición de cazarlos o por la transformación de un hábitat en el que ya no encuentran competidores, los puercos bravos bajan del monte en busca de alimento y arrasan con todo lo que encuentran a su paso.

‘La población de jabalí tiende a estabilizares y casi hay un equilibrio entre los que nacen y los que mueren o se cazan. Teniendo en cuenta que cada año se capturan entre 5.000 y 8.000 ejemplares, estamos aproximándonos al límite de población’, indica Emilio Rosa, subdirector general de Recursos Cinegéticos. ‘Los límites -explica- están establecidos en los planes de ordenación cinegéticos de acuerdo con la población existente en cada tecor. Si no hay una explosión de población caminamos hacia el equilibrio porque tampoco es previsible que la actuación de un predador, como el lobo, vaya a diezmar la población de jabalí’.

Primera batida El plan de ordenación nunca permitiría una aniquilación de la especie, pero el mes pasado ya se autorizó la primera batida fuera de temporada en Oroso (A Coruña), una zona en la que el jabalí había causado importantes daños en zonas de cultivo. Los agricultores no son los únicos afectados, los automovilistas también han sufrido inesperados encontronazos con esta especie.

El Comité Galego de Caza (integrado por representantes de la Xunta, los cazadores y los grupos ecologistas) acordó medidas destinadas a la reducción de daños en la circulación vial. Técnicos de Medio Ambiente, con el apoyo de un equipo de la consellería de Política Territorial, trabajan en la elaboración de un mapa de puntos negros de la red viaria gallega. En esos lugares ‘fatídicos’, donde los animales atraviesan la carretera con demasiada frecuencia, se podrían autorizar batidas para intentar reducir el riesgo de los conductores. La opción ideal sería la habilitación de pasos para la fauna salvaje, pero fuentes de la consellería de Medio Ambiente ven poco viable esta opción por su alto coste y las dificultades que implica.

Otra alternativa, la instalación de señales alertando de la presencia de animales salvajes, ha dejado de ser efectiva hace tiempo. ‘Los conductores no le hacen caso a las señales y es un método poco útil para reducir la siniestralidad’. La batida es, por tanto, la opción preferente para intentar minimizar el riesgo vial. Aunque se podrían organizar cuadrillas acompañadas de perros (sin fusiles) para alejar a los animales de la carretera e intentar modificar sus hábitos de vida, la Administración y los cazadores han mostrado su preferencia por la autorización de batidas.

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