El chupetón de Sara Carbonero

Carbonero e Iker por las calles de San Francisco
El amor de Sara Carbonero e Iker Casillas ha traspasado fronteras. A unos les da envidia y otros están ya un poco cansados de ver a la pareja, día sí, día también, en la prensa. Casi todos sus besos diurnos en este periplo por Estados Unidos -que ahora les mantiene ocupados en Las Vegas- han sido retratados y reproducidos en los medios hasta la saciedad, pero ¿qué pasa con los nocturnos?
Sus cenas a la luz de las velas son cosa de ellos, excepto cuando se juntan con Eva Longoria, que ya se encarga de mostrarle al mundo que sus amigos han estado en casa, por obra y gracia de las redes sociales. Sin embargo, del ocio nocturno siempre quedan secuelas. Y a Sara Carbonero esas secuelas se le han proyectado en el cuello. En una de las fotos de la pareja que publica la revista Hola esta semana, referente a su paso por California, se puede observar un extraño enrojecimiento en el enhiesto pescuezo de la joven periodista.

A muchos, este hecho, les habrá hecho recordar su época de quinceañeros. Entonces se llevaba aquello de los chupetones y uno intentaba de forma desesperada quitárselos a fuerza de frotar con un cepillo de dientes –craso error- sobre la zona enrojecida. La pasión juvenil es lo que tiene.

El pelo es una buena forma de esconderlo, hasta que, claro, uno se mete en una piscina y el cuello queda al descubierto. Cuántas madres le hubieran puesto un paparazzi a sus hijos adolescentes para saber lo que hacía o dejaba de hacer. Las madres de Iker y Sara se deben estar ahorrando una pasta en teléfono y detectives; les basta con encender la tele o abrir una revista para conocer al detalle cada paso -o cada beso/chupetón- que se dan por Estados Unidos.

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