La Revista

Laura Antonelli, sin Malizia

Laura Antonelli
photo_camera Laura Antonelli.

Protagonista en Malizia, 1973, su gran momento, de un erotismo que más que excitar conmueve

El erotismo es una maldad, se muere con la edad. Laura Antonelli se nos murió en lunes, y con ella, una época, que hizo soñar y hoy nos vuelve nostálgicos. Protagonista en Malizia, 1973, su gran momento, de un erotismo que más que excitar conmueve; su significado, el despertar a la vida de Nino -Alessandro Momo-, el amor crepuscular de su padre viudo, por extensión el de toda la familia. Laura Antonelli llevaba muerta muchos años, pero aquellos momentos de hace 40 años no se olvidan. Salvatore Samperi, en 1973, se apuntó una de esas comedias italianas en las que cualquier excusa pasa por excitar la mirada, sin malicia, en un estilo donde los italianos hicieron escuela en un cine que envejece mal y hay que verlo con los ojos entreabiertos, salvo cuando se posa sobre un icono como Laura Antonelli. Malizia no es película para recomendar, previsible, sin tensión narrativa, llena de tópicos, pero tiene momentos y describe muy bien la psicología humana.


Un erotismo triste con una banda sonora que enamora. Media Europa suspiraba por la sensualidad de Ángela, una Laura Antonelli en todo su esplendor, una criada en un hogar donde todos buscaban el mismo horizonte, su físico, que reinaba más que en el cielo. A los caballeros no había más que mirarles a los ojos, como platos, cada vez que la criada dejaba soñar con sus piernas.
Malizia fue mito del cine erótico y a la actriz la hicieron merecedora del David de Donatello, un galardón que desde la distancia sabe a poco para quien fue musa de una época extraña, entre el sepia y el color.


En el cine trató de ser otra, no pudo ser. “El Inocente”, con Visconti, “Pasión de amor”, Ettore Scola, “Sessomatto”, de Dino Risi, hicieron de ella lo que el momento quería, soñar el pecado.
Salvatore Samperi la convenció para protagonizar una segunda parte de Malizia, en 1992, cuando ya llevaba tiempo fuera de pantalla. Un error, previsible. Un fracaso que la hundió seriamente. Malizia era ella y Alessandro Momo, Nino, quien murió poco después de “Peccato veniale”, 1974. Los episodios vividos, el declinar físico y personal que la llevaron a recluirse en vida no cuentan en la memoria de ficción. Si todos nos miramos al espejo de la historia, también allí nos veremos guapos y jóvenes.

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