La vendimia del cambio

Los tractores han tomado las carreteras secundarias en Galicia. Con sus remolques cargados de cajas llenas de racimos de uvas, van de los viñedos a las bodegas. La estampa se repite prácticamente por todo el territorio, pero de manera más acentuada allí donde existe una denominación de origen. Es el comienzo de la vendimia de 2022, posiblemente, la cosecha que marque el cambio en muchos aspectos. La cosecha post pandemia, la que reafirma el cambio climático y la falta de relevo generacional en el campo. Esos son los tres fenómenos que más se pueden apreciar en estos últimos días del verano, con la lluvia aliviando moderadamente el estrés hídrico en las cepas, salvo en Rías Baixas donde el agua cayó de manera generosa. La vendimia acaba de empezar. El prólogo de agosto, en el que se recogieron las primeras uvas en Valdeorras y Ribeira Sacra sigue siendo una singularidad. El exceso de calor del pasado verano, paradójicamente, ha retrasado la vendimia, más que adelantarla. Las altas temperaturas paralizaron el ciclo de maduración en zonas como el Ribeiro, Ribeira Sacra, Valdeorras y Monterrei. La cepa se protege del calor y la sequía frenando su actividad, por lo que fincas que en años moderadamente calurosos proporcionaban uvas que se acercaban a los 14 grados este año están entre 12,5 y 13 grados. El Ribeiro es probable que repita la cifra del año pasado. No hay menos uva, pero sí con menos zumo, porque la sequía ha bajado el rendimiento. Esta semana comenzó la vendimia de la bodega más grande de toda la región vinícola. Viña Costeira, que prevé recoger toda la uva entre los días 7 y 18 de septiembre. La lluvia ha roto el ciclo habitual y si las primeras uvas en entrar en la bodega eran las destinadas al tostado, este año han sido las que irán al espumoso, ya que los racimos que se dejan pasificar para la elaboración del vino naturalmente dulce por excelencia de Galicia, han de ser colgados sin rastro de humedad. Antes que la cooperativa del Ribeiro, ya habían empezado bodegas de pequeños colleiteiros, como Celme, en Castrelo de Miño o Laudes, en Cenlle. La primera, comenzó con la Godello, que siempre es la más tempranera a la hora de madurar. Sus vendimiadores trabajaron en jornada continuada, a partir de las siete y media de la mañana, hasta las tres y media. La segunda, en cambio, apuesta por la vendimia nocturna, lo que permite que los racimos entren en bodega a temperaturas mucho más bajas y se minimicen los efectos que causa el calor, como la oxidación. Rías Baixas cuenta con 41 millones de kilos de uva en esta cosecha, dos o tres millones menos que el año pasado, a pesar de haber crecido con respecto a aquella en más de cien hectáreas la superficie cultivada. Un proceso que seguirá viéndose en los próximos años, según Antonio Muñoz, director técnico del grupo Bodegas Gallegas, que tiene en Rías Baixas Rectoral do Umia, una de las bodegas que más medallas logró en los concursos internacionales en los dos últimos años. En diciembre de 2020 contaba con 4.093 hectáreas. Actualmente se acerca a las 4.300 “y la veremos en los próximos años pasar de las cinco mil” comenta Antonio Muñoz, “con cosechas que superarán los 55 millones de kilos”. Muñoz ve lógico este crecimiento para frenar el precio de la uva, que este año alcanzará entre 3,30 y 3,40 euros el kilo de Albariño, convirtiéndose en el precio más alto de toda Galicia. “Es una buena noticia para los viticultores, pero muy mala para bodegueros y consumidores porque esto va a suponer un precio desproporcionado de una botella de Albariño de Rías Baixas en el lineal de los supermercados que es donde se vende el 80 por ciento del vino.” Valdeorras también incrementó su superficie cultivada, en 43 hectáreas y repite el número de bodegas y viticultores con respecto a 2021. “La vendimia va a buen ritmo y esperamos conseguir unos datos similares a los del año pasado” señala Santiago Pérez Espino, técnico del consejo regulador de Valdeorras. “Tendremos una cosecha similar en cantidad y excepcional en calidad, con racimos muy sanos, que apenas necesitaron tratamientos fitosanitarios a lo largo de todo el ciclo.” Allí sigue primando la variedad Godello que es, de momento la que se está vendimiando. El éxito que el vino elaborado con esta uva está teniendo en todo el mundo ha dado lugar a que se cultive cada vez en más regiones vinícolas. “Es cierto que cada vez se planta en más zonas. Pero Valdeorras cuenta con una doble ventaja: disponer de las cepas más viejas, pues aquí se inició la recuperación de la variedad y contar con una diversidad de suelos que no hay en ningún otro lugar: pizarroso, granítico, arcilloso…”, explica Pérez Espino. La variedad Godello de Valdeorras es la segunda más cara de Galicia. Allí, se está pagando en esta campaña entre 1,80 y 2 euros el kilo. Muy por encima del 1,15 a 1,30 euros que se cotiza en Monterrei. También allí se comenzó la vendimia con esta variedad y se lleva el proceso sin mucha prisa, porque las condiciones climáticas no amenazan su desarrollo. “Esperamos una vendimia similar a la del año pasado. Es cierto que la sequía va a mermar el peso de la uva, pero hay que tener en cuenta que cada año hay más hectáreas en producción y las que fueron incorporadas más recientemente todavía están en esa fase en la que cada año incrementan su rendimiento”, aclara Víctor López, director gerente de Bodegas Ladairo, la más veterana de la DO. Sobre el precio de la uva, cree que es razonable “porque el coste de producción está en torno a los 50 céntimos, lo que asegura un buen beneficio para todos: viticultores y bodegueros. En similar línea de precios se cotiza la uva en Ribeira Sacra: 1,20 a 1,30 euros. Allí también esperan una cosecha similar a la del año pasado y con unas uvas en condiciones óptimas. Allí las uvas más tempraneras en entrar en bodega no fue la Godello, ni ninguna otra blanca, sino la Merenzao, que en algunas zonas como Monterrei también es conocida como Bastardo. “Es una uva muy precoz a la hora de madurar y también muy delicada, por eso es la primera en ser vendimiada”, precisa Beatriz Soto, directora técnica de la DO Ribeira Sacra. A día de ayer se habían recogido 125.000 kilos de uva, de los más de seis millones de kilos previstos para este año. De ellos, 50.000 de Godello. “El grueso de la vendimia se desarrollará a partir del 15 de septiembre y seguirá, como es tradicional, hasta El Pilar”, aclara Beatriz. El punto débil, actualmente, en el sector vitivinícola es la falta de relevo generacional en las labores del campo. “No es nada nuevo”, advierte Julia Bande. Colleiteira desde hace siete vendimias, fue pionera en la creación de una empresa de servicios agrícolas para la viticultura, hace treinta y cinco años. “Nos dedicamos al ciclo completo de la viña”, explica. “Cuando comencé me movía por el Ribeiro, Rías Baixas, incluso Portugal. No había ninguna otra empresa que cuidase viñedos”. En contra de lo que podría parecer, sus clientes no son viejos viticultores, sino jóvenes herederos, “que quieren mantener activo el viñedo aunque vivan a cientos de kilómetros porque lo heredaron y no viven de esto”. Cuando llega septiembre aumenta la plantilla de STAX, acrónimo de Servicios Técnicos Agrícolas Xulia, su empresa. Ahora trabajan entre 40 y 50 personas, la mayoría en la recogida de la uva. “Es una labor que tiende a profesionalizarse, con gente que hoy está aquí vendimiando, luego recogerán aceituna y antes estuvieron en la campaña de la fruta, de la fresa… prácticamente pueden trabajar casi todo el año”, indica. Buena parte de ese contingente que hoy puebla los viñedos de Galicia es de origen foráneo. “Antes había jóvenes que se apuntaban a trabajar, incluso estudiantes. Hoy ya resulta muy difícil encontrar vendimiadores locales. Es un trabajo duro y hay quienes prefieren cobrar el mínimo vital o el subsidio de desempleo que trabajar en una viña”. La mano de obra foránea se extiende por toda Galicia y otras empresas que siguieron el ejemplo de STAX ofrecen sus servicios en todas las regiones vinícolas de nuestro territorio. “Forma parte de la profesionalización del sector”, matiza Santiago Pérez Espino. “Y la prueba está en el ritmo con el que son capaces de vendimiar, hasta mil ochocientos kilos por persona y día”. En algunos casos, como el que comentaba el técnico de la DO Valdeorras, el pago se realiza a destajo, por kilo vendimiado. En otros, se paga por día, como sucede en STAX: “Cada vendimiador se lleva 60 euros, después de impuestos y ya pagada su Seguridad Social, por siete horas y media de trabajo continuado”.