La cumbre de Copenhague logra un acuerdo pese a la oposición de varios países

Un delegado de Angola se toma un descanso mientras participa en una sesión de la Cumbre sobre el Cambio Climático.
La Cumbre sobre el cambio climático de Copenhague logró hoy un acuerdo de mínimos, pese a la oposición de varios países y después de un intenso debate que se prolongó durante toda la noche. La presidencia de la conferencia anunció que había 'tomado nota del acuerdo de Copenhague del 18 de diciembre de 2009', que incluirá en su encabezamiento una lista de los países contrarios al texto.
La ONU recurrió a esta fórmula para hacer operativo el acuerdo, que fue duramente criticado como ilegítimo por países como Venezuela, Nicaragua, Cuba, Bolivia y Sudán.

Para que pudiera convertirse en un acuerdo de Naciones Unidas, debía ser adoptado por unanimidad por los 192 países presentes en la conferencia.

El texto estaba siendo negociado desde el jueves y fue cerrado el viernes por el presidente de EEUU, Barack Obama, en una reunión con varios jefes de Estado y finalmente con China, India y Sudáfrica bajo mediación de Brasil.

Se trata de un acuerdo de mínimos tras el fracaso de 12 días de negociaciones en Copenhague para lograr un texto ambicioso que suceda en 2012 al Protocolo de Kioto, el único tratado que obliga a 37 naciones industrializadas y la UE a recortar sus emisiones de dióxido de carbono.

El acuerdo, de carácter no vinculante, está muy lejos de las expectativas generadas en torno a la mayor reunión sobre cambio climático de la historia, y no fija objetivos de reducción de gases.

Sin embargo, sí establece un total de 10.000 millones de dólares entre 2010 y 2012 para que los países más vulnerables afronten los efectos del cambio climático, y 100.000 millones anuales a partir de 2020 para mitigación y adaptación.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, que estuvo presente en las deliberaciones durante toda la noche, manifestó su satisfacción por la resolución de la Cumbre aunque señaló que hay que hacer más para enfrentar el cambio climático. También aseguró que intentarán tener pronto un texto vinculante y subrayó que éste es una de los procesos negociadores más difíciles.

El plenario de la conferencia se reunió poco después de las tres de la madrugada y los representantes de Venezuela, Bolivia, Cuba, y Nicaragua y Sudán criticaron duramente durante horas el procedimiento por el que se pactó un documento, bloqueando su aprobación. En el marco de la Convención, todas las decisiones se adoptan por unanimidad y basta con una sola objeción basta para tumbarlas. Entre las anécdotas de la sesión, destaca que la representante de Venezuela insistió tanto en pedir la palabra que lo hizo con la mano ensangrentada.

Algunos participantes consideran que la oposición de estos países obedecía a su deseo de boicotear un acuerdo capitaneado por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y también apuntaban que China, a pesar de estar entre el grupo de países que pactaron el texto, podría estar instrumentalizando a los bolivarianos para evitar un acuerdo que, en realidad, no quería (recoge algún tipo de sistema de transparencia internacional aunque no muy exigente). De hecho, aseguraban que los chinos aplaudieron durante un tiempo las intervenciones de estos países.

Entre tanto, países como Maldivas, Papúa Nueva Guinea, Granada o Bahamas, pedían encarecidamente la adopción de un documento que les permitirá acceder, a partir del próximo año, a los fondos económicos necesarios para luchar contra el cambio climático.

ELENA ESPINOSA SE DEFIENDE DE SUDÁN

Reino Unido, Japón, Papúa Nueva Guinea, Suecia, Estados Unidos, Canadá, Francia, Australia o Francia, se unieron a la petición de que se adoptara el acuerdo. La ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Elena Espinosa, tomó la palabra ante el plenario para defender el trabajo de los jefes de Estado y de Gobierno que habían elaborado el documento y la solidaridad con los más vulnerables, además de criticar las palabras del delegado de Sudán, que acusó a estos países de actuar en base a una ideología como la nazi.

Uno de los aspectos más comentados de esta Cumbre fue la dirección del presidente, el primer ministro danés, Lokke Rasmussen, al que algunos no consideran a la altura para conducir la diplomacia climática. De hecho, Rasmussen estuvo a punto de 'tirar la toalla' hasta que el negociador inglés, el ministro de Medio Ambiente Ed Miliband, muy activo durante toda la noche, lo impidió 'in extremis' y forzó un nuevo receso para que los servicios jurídicos estudiaran la fórmula que evitara el fracaso de la Cumbre. De hecho, Rasmussen ni siquiera actuó como presidente cuando se 'tomo nota' del documento y se resolvió todo el embrollo.

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