Una nueva manifestación multitudinaria confluyó en el centro de El Cairo sin que se registraran nuevos enfrentamientos

Musulmanes y cristianos se unen para exigir la marcha de Mubarak

La plaza de Tahir abarrotada de personas durante la concentración convocada con motivo del 'día de la partida'. (Foto: JIM HOLLANDER)
Decenas de miles de egipcios dejaron ayer sus miedos en casa y acudieron a las calles de las principales ciudades del país para exigir, un día más, la salida del presidente Hosni Mubarak, en desafío a la violencia desatada por partidarios del régimen desde el miércoles. El viernes, día de la oración, llevó el recogimiento a la plaza cairota de Tahrir, donde hombres y mujeres, musulmanes y cristianos, estallaron en llanto cuando al imán que dirigía el rezo del mediodía se le quebró la voz por la emoción.
Los manifestantes pro democracia habían bautizado este día como el 'viernes de la partida' y habían marcado la fecha en rojo, porque, decían, el 4 de febrero llegaría el triunfo final, la salida definitiva del presidente Hosni Mubarak. La realidad es que Mubarak sigue al frente del país, aunque muchos ayer en la cairota plaza Tahrir consideraban que lo logrado hasta ahora justifica su insistencia.

'No creo que se vaya', dijo el guía turístico Gadafi Yusef, que participaba en la protesta por segundo día. 'Lleva 30 años en el poder y para él sería una deshonra dejarlo obligado. Pero se marche ya o no, este país va a cambiar después de esto'. Otros se mantienen firmes en sus demandas y siguen exigiendo que Mubarak abandone inmediatamente y delegue en su vicepresidente, Omar Suleimán, para encabezar la transición.

'Estamos en un momento decisivo. Hemos adoptado una posición absolutamente pacífica y no traeremos el cambio a través de la violencia', opinó el anglo-egipcio Adam Molyneux Haifa, que destacó la unión entre musulmanes y cristianos coptos.


MEDIDAS DE SEGURIDAD

La concentración de ayer se distinguió de las anteriores por una mayor organización y, sobre todo, por las grandes medidas de seguridad instaladas en torno a la plaza Tahrir para evitar una confrontación directa con los partidarios de Mubarak. Por primera vez desde que comenzó el movimiento el pasado 25 de enero, el ministro de Defensa, Mohamed Husein Tantaui, visitó la plaza y revisó el dispositivo de seguridad montado en torno a la plaza Tahrir, que está a cargo de las Fuerzas Armadas. El general Tantaui conversó con algunos de los jóvenes y les insistió en el diálogo que ofrece el Gobierno a la oposición, que rechaza participar en esas negociaciones mientras Mubarak siga en el poder.

También hizo una aparición fugaz por la plaza Tahrir el secretario general de la Liga Árabe, Amro Musa, a quien muchos egipcios apuntan como su favorito para sustituir al actual presidente. Sin embargo, Musa se dirigió directamente a la sede de la Liga Árabe, en la misma plaza, y no salió a Tahrir a reunirse con los manifestantes.

Pese al importante refuerzo de la seguridad, los partidarios de Mubarak comenzaron a congregarse cerca del puente de Qasr al Nil (principal vía de acceso a la plaza) y en las calles del centro de la ciudad a últimas horas de la tarde, poco antes del anochecer, y se registró algún altercado aislado.

El analista Issandr Amrani (autor de 'The Arabist', uno de los blogs más prestigiosos de Egipto) expresaba su temor de que el régimen 'permita hoy la protesta, pero decida disolverla mañana'. 'Si Mubarak no se va ya, creo que las protestas se extinguirán poco a poco, ya que la gente quiere recuperar la normalidad', señaló Amrani.

El Cairo no fue el único escenario ayer de grandes concentraciones para pedir la salida de Mubarak: en Alejandría, la segunda ciudad del país, decenas de miles de personas protestaron en un ambiente 'festivo y pacífico', según el arqueólogo español Arturo Rey. 'Todo el centro estaba lleno de gente, sobre todo, en la plaza Tahrir y en la Cornish (el malecón), donde se extendía la multitud por unos dos kilómetros', explicó Rey, quien destacó la ausencia de incidentes.

Los once días de protestas ininterrumpidas ya empiezan a pesar en muchos cuerpos y en muchos espíritus.

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