La parroquia de Vilar de Condes, en Carballeda de Avia, estrena retablo

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photo_camera Así ha quedado el retablo tras la restauración.
Pablo Garrido realizó la restauración promovida por los feligreses

La Iglesia de Santa María de Vilar de Condes (Carballeda de Avia) luce desde hace escasos días un retablo restaurado por iniciativa de los feligreses. El artífice es Pablo Garrido Ledo, que ejecutó un magnífico trabajo teniendo en cuenta que se encontraba en muy mal estado y cubierto en una gran parte por antiguas y más bien desafortunadas intervenciones.

“Ha sido como resolver un puzzle”, comenta este profesional, quien calcula que el cuerpo central ha sido realizado junto con la ampliación del templo en el año 1857.

Con una altura total de 5,118 metros y una anchura de 3,120 metros, “la parte y remate superior donde se encuentra el Padre Eterno es anterior, de formas puramente barrocas y profusa decoración vegetal con policromías coloridas y pan de oro, no guarda ninguna relación con las restantes partes”. Su origen es desconocido, y el restaurador opina que con toda seguridad esa parte pertenecía a otro retablo de esta misma iglesia o de alguna otra. “El Cristo es una verdadera joya junto con otras imágenes de la iglesia, pero las intervenciones realizadas fueron muy desafortunadas.

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“El retablo era una suerte de puzzle de diversas piezas de otros conjuntos, y se construye sin demasiada finura en los detalles ni en las formas, lo que hace que, siendo el retablo principal de una iglesia de gran mérito, que contiene otros conjuntos e imágenes de gran importancia y valor, destaque claramente por lo inapropiado de formas y colores”, añade Pablo Garrido. 

El estado de conservación de la estructura era muy malo y el ataque de insectos xilófagos era evidente y muy profundo. Además había sido repintado al menos en dos ocasiones, la primera en 1923, fecha que se conoce por la aparición en una de las bases de una inscripción que decía: “Se pintó en el año de 1923 siendo párroco don Laureano Martínez”; y la segunda vez, que el restaurador considera la menos adecuada, se realiza a mediados del siglo XX y es hsí “donde se crea el desafortunado conjunto que nos encontramos”, señala.

“Con esta restauración le hemos devuelto la dignidad”, indica Garrido Ledo, quien lamenta las inapropiadas actuaciones que allí se ejecutaron como en otras muchas iglesias.

El proyecto de restauración del retablo se puso en marcha hace tres años, aunque su finalización se retrasó por causa de la pandemia.

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