La Audiencia ha condenado al autor material de la muerte a tiros de un narcotraficante arousano en Vistahermosa a un total de 21 años y medio de prisión por los delitos de asesinato, tenencia ilícita de armas y tráfico de drogas. Por este último impone también cinco años de cárcel a Enrique Jiménez, Carlos Pérez y José Antonio Mato; y dos años y tres meses para Daniel González y Julio Ferreira, considerados cómplices en el negocio de la droga. Carlos Pérez fue condenado a otros dos años por encubrimiento.
José Antonio Fernández Fernández, conocido como el Apache, ha sido condenado por la sección segunda de la Audiencia provincial por la muerte, en septiembre de 2005, del narcotraficante arousano Modesto Santiago Fonseca en el barrio de Vistahermosa de la ciudad. El tribunal le impone una pena de 15 años de cárcel por el asesinato, cinco más por tráfico de drogas y un año y medio más por tenencia ilícita del arma del crimen.
La consideración de el Apache como el autor material del asesinato se basa en las declaraciones de tres de los otros acusados (José Antonio Mato, Enrique Jiménez y Carlos Pérez, éste último en fase de instrucción), que vienen acompañadas de un extremo obvio: José Antonio Fernández era la única persona que acompañaba al fallecido en el interior de su vehículo tras bajar del mismo Enrique Jiménez, así como por la relación de llamadas telefónicas entre los acusados, entre otras cuestiones. El tribunal califica lo ocurrido como asesinato y no homicidio (como sostenía la fiscal), al considerar que hubo alevosía por parte de Fernández, que consistió en lo sorpresivo del ataque, privando al fallecido de toda posibilidad de defensa, pues el acusado armado con el revólver, estando detrás de él, se aseguraba una posición de visión y actuación, extraordinariamente reducida la de su oponente, que se hallaba conduciendo el vehículo y éste en movimiento.
Cómplices
En relación al delito de tráfico de drogas, la Audiencia condena a cinco años de prisión no sólo a el Apache, sino también a Carlos Pérez, Enrique Jiménez y José Antonio Mato. Entienden los magistrados que los dos primeros articularon un plan preconcebido para apoderarse de la droga del suministrador y, eventualmente, ejercer violencia contra el mismo. Mientras, consideran a Enrique Jiménez la persona con la que, sin su aportación económica, hubiera sido imposible la puesta en marcha del proceso de pretendida adquisición de la cocaína. El papel de José Antonio Mato en la operación de compra de droga fue el de intermediación singular porque es la única persona que conocía al proveedor Modesto Santiago.
Los otros dos acusados, Daniel González y Julio Ferreira, fueron condenados a dos años y tres meses de cárcel como cómplices del delito de tráfico de droga y no como autores, ya que su actuación en el negocio fue totalmente periférica y prescindible al limitar su actividad a quedarse en Carballiño, a la espera del resultado de la operación.
Tanto la acusación pública como la particular imputaban a todos los procesados, excepto a el Apache, un delito de encu brimiento. Para el tribunal, en cambio, es Carlos Pérez la única persona que, conociendo el homicidio, tuvo en todo tiempo el dominio de la acción ocultadora, dado que conducía el Ford Fiesta en que retornaron y no pierde de vista ni un sólo momento la bolsa en que se alojaba el revólver y la droga. Por ello, establece una pena de dos años de prisión para él por este delito y absuelve a los otros cuatro procesados de esta acusación, al entender que no llevan a cabo acción de ocultación de lo sucedido.
La consideración de el Apache como el autor material del asesinato se basa en las declaraciones de tres de los otros acusados (José Antonio Mato, Enrique Jiménez y Carlos Pérez, éste último en fase de instrucción), que vienen acompañadas de un extremo obvio: José Antonio Fernández era la única persona que acompañaba al fallecido en el interior de su vehículo tras bajar del mismo Enrique Jiménez, así como por la relación de llamadas telefónicas entre los acusados, entre otras cuestiones. El tribunal califica lo ocurrido como asesinato y no homicidio (como sostenía la fiscal), al considerar que hubo alevosía por parte de Fernández, que consistió en lo sorpresivo del ataque, privando al fallecido de toda posibilidad de defensa, pues el acusado armado con el revólver, estando detrás de él, se aseguraba una posición de visión y actuación, extraordinariamente reducida la de su oponente, que se hallaba conduciendo el vehículo y éste en movimiento.
Cómplices
En relación al delito de tráfico de drogas, la Audiencia condena a cinco años de prisión no sólo a el Apache, sino también a Carlos Pérez, Enrique Jiménez y José Antonio Mato. Entienden los magistrados que los dos primeros articularon un plan preconcebido para apoderarse de la droga del suministrador y, eventualmente, ejercer violencia contra el mismo. Mientras, consideran a Enrique Jiménez la persona con la que, sin su aportación económica, hubiera sido imposible la puesta en marcha del proceso de pretendida adquisición de la cocaína. El papel de José Antonio Mato en la operación de compra de droga fue el de intermediación singular porque es la única persona que conocía al proveedor Modesto Santiago.
Los otros dos acusados, Daniel González y Julio Ferreira, fueron condenados a dos años y tres meses de cárcel como cómplices del delito de tráfico de droga y no como autores, ya que su actuación en el negocio fue totalmente periférica y prescindible al limitar su actividad a quedarse en Carballiño, a la espera del resultado de la operación.
Tanto la acusación pública como la particular imputaban a todos los procesados, excepto a el Apache, un delito de encu brimiento. Para el tribunal, en cambio, es Carlos Pérez la única persona que, conociendo el homicidio, tuvo en todo tiempo el dominio de la acción ocultadora, dado que conducía el Ford Fiesta en que retornaron y no pierde de vista ni un sólo momento la bolsa en que se alojaba el revólver y la droga. Por ello, establece una pena de dos años de prisión para él por este delito y absuelve a los otros cuatro procesados de esta acusación, al entender que no llevan a cabo acción de ocultación de lo sucedido.
