Jefe de Servicio de Bomberos de Ourense

Aurelio Gálvez: ‘Nunca se puede prever qué ocurrirá en un incendio, hay algo en él inconmensurable’

Aurelio Gálvez Prieto, en su despacho en el parque de bomberos.  (Foto: Xesús Fariñas)
Aurelio Gálvez Prieto (Ourense, 1943) cumple ya 40 años de dedicación exclusiva al parque de bomberos de la ciudad. Es todo un veterano. Titulado por la Escuela Técnica de Aparejadores de Madrid, se formación como bombero lo llevó por distintos países de Europa. Piensa trabajar con intesidad los cuatro años que le restan para jubilarse tras haber ganado un pleito al Concello.
¿Cuándo ingresó en el cuerpo de bomberos?

En 1969.

¿Con qué edad lo hizo?

Con 25 años.

¿Y ahora tiene...?

Tengo 66.

Son...

Son un montón de años.

Debe conocer usted muy bien la profesión.

Creo que sí, por lo menos experiencia tengo.

¿Trabajó siempre en el parque de Ourense?

Sí, sí, siempre aquí. Yo entré como aparejador municipal y al mismo tiempo estaba disponible una plaza del servicio contra incendios. En el 1981, se recalifica la plaza de aparejador municipal como jefe de servicio contra incendios, y a través de ella yo ya me dedico exclusivamente al servicio de lucha contra incendios.

¿Qué diferencias fundamentales había entre los bomberos del 1969 y los de hoy? ¿En qué cambiaron?

El nivel cultural se elevó muchísimo, y hoy hay muchos bomberos que tienen carrera universitaria. Antes había otro tipo de personal (y no pretendo ni mucho menos despreciarlos) eran personas con oficios, fundamentalmente canteros, carpinteros, trabajos muy útiles. Estaba muy bien pensado, porque había que trabajar con materiales y estructuras de edificaciones que ellos conocían muy bien. Al saber cómo se levantaban, cómo se construía, sabían mejor que nadie cómo debían desmontarse en caso de emergencia. Hoy hay gente magníficamente preparada. Aquí no se entra si no se demuestra que se vale, tanto desde el punto de vista físico como intelectual y cultural.

Por no hablar de los medios.

Los medios que tenían eran apenas un hacha. En protección también se ganó mucho. Hoy un bombero va a un incendio con prendas especiales y otros ele mentos de alta seguridad. Empezando por el casco. El casco de hace cuarenta años si entraba en contacto con un cable de la luz, adiós. Hoy el casco parece de extraterrestres, con resistencia a golpes, al fuego, etc.

En 1969 no eran profesionales...

Sí, sí, sí que lo eran. Fue en 1950 cuando comenzó a funcionar la profesionalidad en el cuerpo de bomberos de Ourense.

A medida que se sofisticaron los medios ¿se sofisticaron también el tipo de intervenciones?

Lógicamente, van cambiando. El modo de atacar un rescate tiene poco que ver hoy con hace veinte, treinta, cuarenta años. Las maniobras hoy son más rápidas, más efectivas.

¿Se salvan más vidas que nunca?

Sí, y en ello influye la capacidad de los bomberos y en buena medida la resistencia que han adquirido con el tiempo las edificaciones. Hace años, una intervención en el casco histórico de Ourense constituía un verdadero peligro. Hoy se construye de otro modo. El propio edificio a veces no permite que se transmita el fuego de unas zonas a otras. Las normativas se han ajustado de otro modo.

En sus años de carrera habrá vivido momentos extremos. ¿Recuerda alguno especialmente?

Toda intervención acarrea cierto riesgo. Nunca se puede prever qué puede llegar a ocurrir, por ejemplo, en un incendio. Hay algo en él inconmensurable. Piense en una nave: tal vez posea productos químicos, de los que nosotros no tenemos conocimiento, y eso incre menta exponencialmente la amenaza. Existen enemigos de los bomberos que nunca se sabe cómo van a jugar contra ellos.

También habrá habido momentos gratificantes.

Muchos. Tantos, que no me pida que recuerde uno en concreto. Una intervención feliz es siempre una circunstancia agradable.

¿Incluso cuando se salva una vida humana cuando todo hacía pensar que no era posible hallar a nadie con vida?

Pues sí. Recuerdo algún caso, de estar buscando entre cascotes, y oír gritar a un compañero ¡Está con vida, habla! Ese es un momento especial, después del cual piensas que realmente los bomberos somos útiles.

¿Resulta óptima la dotación de medios de los bomberos, o se podría mejorar?

Nunca es suficiente. Hay una recomendación de la Unión Europea para que haya un bombero y un policía local por cada mil habitantes. Es evidente que esto no se da... Si somos 112.000 habitantes y somos 74 bomberos... Eso sería lo ideal. Hay que reconocer que tampoco estamos mal, aunque incrementar la plantila sería bueno.

¿Diría que los bomberos de Ourense están al nivel de cualquier otro parque?

Naturalmente que sí.

Te puede interesar