La burbuja eólica crece en el mapa de Ourense

Es un hecho que la provincia de Ourense ha sumado interés para las empresas eólicas en los últimos meses. El proceso es paralelo al de Galicia y al que se vive en toda España: después de una década de parálisis, en 2018 empezó a cambiar una tendencia acelerada por cambios legislativos, el bum de las renovables y las ayudas europeas. Hoy, si Ourense tiene activos 19 parques eólicos -477 megavatios (mv) instalados- y guarda autorización para otros 9 -147,2 mv-, hay al menos otros 40 proyectos entre solicitudes y tramitaciones. Solo los cinco megaparques que afectan a Ourense presentados ante el Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) ya tendrían más potencia que todo lo autorizado y ejecutado en 20 años. A partir de aquí, los múltiples matices. Desde el propio sector eólico estiman en un 75-80% los proyectos presentados a las administraciones que no pasarán nunca de la fase embrionaria. La avalancha de proyectos perfila una evidente saturación de papel pero otra cosa es lo que se acabe desarrollando. En Ourense hace una década que no se inaugura un parque eólico, este año no habrá novedades y en 2022 sí podrían empezar a ejecutarse dos: Serra do Faro y Coto Frío, ambos del Grupo Adelanta -sede en el parque de San Lázaro-. Para tener por tanto la perspectiva completa del futuro del sector en Ourense es necesario poner el foco a largo plazo y detenerse en la evolución de los filtros administrativos. Dependiendo de la potencia, los promotores deben presentar su proyecto en el buzón de la Consellería de Industria (menos de 50 mv) o Miteco (más de 50 mv). La Xunta los va colgando en el Rexistro Eólico a la espera de determinar si los admite a trámite y empiezan los estudios. En Madrid, el Ministerio los publica en el BOE. A partir de este punto es donde en los últimos meses ha ido emergiendo a la superficie esta burbuja: el goteo de registros es constante. El gobierno autonómico anunció el mes pasado que había informado contra todos los proyectos eólicos procedentes de Madrid. Suman 47, entre ellos, los 5 referidos a la provincia (Rebordechao, Barjas, Prada, Alta Cabrera y Galerna). Teniendo en cuenta que la ordenación del suelo está transferida, en el horizonte aparece un posible choque de competencias si esos proyectos no acaban cayendo. En paralelo están los trámites de los parques que no deben cruzar el Padornelo: de los 35 anotados en el Rexistro Eólico han registrado avances 8, casi todos rescatados del concurso del 2010. Cinco han estado en exposicion pública -Uxo (21 mv), Rodicio II (13,5 mv), Treboada (50 mv), Serra do Faro II (33,6 mv) y Puza (48 mv) -; Coto da Mina (15,2 mv) tiene la declaración de impacto ambiental y Paraño Oeste (50 mv) y Valdepereira (24 mv), han sido designados como iniciativa empresarial prioritaria, una figura fijada en la ley autonómica de simplificación administrativa para acortar plazos. Ambos saldrán próximamente a exposición pública. TRAMITACIÓN NI SIQUIERA LA AUTORIZACIÓN DE LA XUNTA GARANTIZA QUE EL PARQUE SE VAYA A TERMINAR CONSTRUYENDO. ES POSIBLE QUE A LA HORA DE DESARROLLAR EL PARQUE HAYA CAMBIADO LA TECNOLOGÍA, LA LEGISLACIÓN O LA PROTECCIÓN AMBIENTAL. AL MARGEN DE SERRA DO FARO Y COTO FRÍO, DE LOS OTROS SIETE PROYECTOS QUE OBTUVIERON EN SU DÍA EL VISTO BUENO DE LA XUNTA HAY CUATRO QUE ESTÁN KO: EL DEVA AMPLIACIÓN NO ES VIABLE -EXPLICAN FUENTES CERCANAS A LA EMPRESA, EUROVENTO- Y LOS PARQUES EÓLICOS SINGULARES DE AVIÓN, XUNQUEIRA DE ESPADANEDO Y RIÓS QUEDARÁN EN EL PAPEL AL IGUAL QUE LA GRAN MAYORÍA DE LOS 60 PROYECTOS DE ESTE TIPO PROMOVIDOS EN UN DECRETO DE 2001. Y DESPUÉS DE TANTOS AÑOS LATENTES, CERNEGO, PICO SECO Y XINZO NORTE DEBERÍAN ENFRENTARSE A RETRAMITACIONES PARA SU DESARROLLO. ¿Y POR QUÉ AHORA OURENSE? Al contrario de lo que sucede con la hidroeléctrica, Ourense nunca ha sido parte decisiva del negocio eólico. Galicia es pionera en el aprovechamiento del viento para la electricidad y en 2020 batió su récord de producción -casi 10.000 GWh- pero esta provincia apenas tiene el 12% de los 3.800 mv instalados. Algo, entonces, se está moviendo. “Nos últimos meses obsérvase moito interese pola provincia de Ourense”, confirman desde el Observatorio Eólico de Galicia. Y precisamente para explicar esta burbuja hay un factor clave: debido al escaso desarrollo previo, esta provincia tiene muchos puntos de conexión de electricidad disponibles, imprescindibles para mover la electricidad producida. “En otras provincias las subestaciones ya están saturadas”, interviene Manel Pazo, presidente de la Asociación Eólica de Galicia (EGA). El resto de factores ya son exógenos: un reciente real decreto fijó plazos para ejecutar los proyectos y no perder permisos de acceso y conexión, algo que habría provocado un “efecto chamada” según la Xunta. También sería muy inocente no pensar que los cambios promovidos a nivel autonómico pueden haber tenido algo que ver: esa ley de simplificación administrativa deja la puerta abierta a a instalar parques fuera del plan sectorial en proyectos “con clara incidencia territorial, por su entidad económica y social, posean una función vertebradora y estructurante del territorio”. Otra cosa sería ya justificar ese argumento. Curiosamente, las medidas del Gobierno para frenar las sobrerretribuciones de las eléctricas pueden contribuir de rebote a pinchar esta burbuja, igual que el fin de las primas y el recorte de las retribuciones frenó al sector en 2010. Pero lo que hay de momento es una creciente alarma social al ver cómo se están registrando proyectos en zonas como la Ribeira Sacra, el Macizo Central o los Ancares. Será tarea de las administraciones determinar cómo y hasta dónde se extiende el desarrollo eólico. LA TRAMITACIÓN La maduración de un proyecto se alarga unos dos años y medio La tramitación de un proyecto tiene, como primer eje, estar dentro de una de las áreas de desarrollo eólico, perfiladas inicialmente en el Plan Eólico Estratégico de Galicia de 1995 y recogidas en el actual plan eólico en vigor. La Xunta ya avanzó que no aceptará ningún proyecto fuera de estas áreas -aunque la mencionada fórmula de los proyectos estratégicos abre una incerteza- o que afecte a zonas protegidas: en Galicia son incompatibles desde 2007 los aprovechamiento eólicos con la Red Natura 2000. Hoy por hoy, no parece que estos blindajes puedan permitir la instalación de parques en zonas de alto valor ecológico. En el proceso también se revisan posibles solapamientos entre proyectos registrados en Galicia y en Madrid. Aclarar esas prioridades es otro de los puntos sobre los que inciden en la Asociación Eólica de Galicia junto a añadir filtros previos antes de anotar el proyecto en el Rexistro Eólico o su publicación en el BOE. Como resumen, el camino de un proyecto en Galicia sería este: solicitud -aparece en el Rexistro Eólico-, consultas previas, admisión a trámite, consulta pública, recepción de los informes sectoriales, declaración ambiental, autorización administrativa y, finalmente, el desarrollo. Sin una declaración prioritaria la maduración dura, al menos, dos años y medio. LA ALARMA SOCIAL Contestación social ante parques solicitados sobre tesoros ecológicos La contestación social ha ido creciendo a un ritmo similar al de los proyectos registrados. La atención se centra en el valor ecológico y patrimonial de la tierra que deberían soportar los aerogeneradores. En la Baixa Limia hay una fuerte respuesta a los proyectos solicitados de Monte da Neve y Fonsanta, en el entorno del Xurés y cerca del parque de Vieiro. También todos los presentados en Madrid han levantado ampollas: el Prada pasa por Trevinca -7.000 firmas contra el proyecto-, el Rebordechao afecta al Macizo Central, el Galerna toca la Vía da Plata y el Camiño do Inverno... En la Ribeira Sacra -el Icomos alertó en su informe de julio contra las heridas en el paisaje por estas intalaciones- han planteado proyectos (Treboada, Ventumelo, Neboada, Xeada y Orballeira) conformando, según los ecologistas, un ejemplo de fragmentación artificial: un parque dividido en cinco para intentar ahorrarse trámites, pero compartiendo entre ellos servicios y con el mismo impacto. Según el informe de Deloitte para EGA, el sector eólico supuso al PIB gallego 584,1 millones en 2019, soportando 7.022 empleos -directos e indirectos-. A nivel impositivo pagaron por su actividad 118,2 millones: 57,7 millones en impuestos estatales y otros 60,5 millones en tasas autonómicas y locales -canon, ICIO, IBI e IAE-. Además, calculan en 11 millones los alquileres pagados a los dueños de tierras. Al otro lado quedan los beneficios: en 2019 fueron más de 1.200 millones según los cálculos del sector. RETORNO Y BENEFICIOS ¿QUÉ PERFIL DE EMPRESA? Si en la primera ola eólica predominó Iberdrola (227,19 de los 477 instalados), esta burbuja ha alimentado la llegada de las empresas de todo tipo: una filial de Statkraft -del estado de Noruega- promueve Prado, Rebordechao y Barjas; el empresario Antonio Mascaró registró los proyectos de la Ribeira Sacra a través de Wind Grower; Naturgy tiene UXO y Enel Green Power, la propietaria de Endesa, está en Alta Cabrera y Cañizo. La ourensana Adelanta tiene al menos media docena de proyectos y la coruñesa Greenalia sitúa otros cinco en un mapa en el que se sitúan también Automatic Recovery System -con sede en Barcelona, planea un parque de 90mv en Riós- Eólica Galenova -Paraño Oeste-o Aerogeneración Galicia -Valdepereira-.