Cenizas, cansancio, miedo todavía en los gestos y lágrimas es la sensación que se encuentra al recorrer los pueblos de Cualedro y Monterrei que fueron asolados por el fuego el sábado y en la noche de ayer.

El 'día despues' entre cenizas y lágrimas

El fuego bordeó el depósito de gas del colegio de Medeiros. (Foto: FOTOS: MIGUEL ÁNGEL)
La carretera que conduce a las pequeñas poblaciones de Carzoa, Flariz, San Martiño, Sandín y Medeiros, las tres primeras en el municipio de Cualedro y las dos últimas en Monterrei, es la imagen del poder destructivo del fuego. Si exceptuamos pequeñas islas a las que no llegaron las llamas, el resto son esqueletos de árboles quemados y un manto negro de ceniza inundándolo todo y del que surgen continuamente columnas de humo.
Los vecinos de San Martiño recorren sus huertas, viñedos y sus propiedades en el monte para comprobar como están. La mayoría de los huertos situados en el entorno del pueblo fueron alcanzados por el fuego. Árboles frutales y las hortalizas de esta época del año o bien están quemadas o destrozadas por el calor.

El centro del pueblo, a las 10,30 horas, está ocupado por los vehículos de la Unidad Militar de Emergencias, que toman posiciones por si hay que volver a intervenir. Aún está decretado el nivel 1. Durante la noche tuvieron que bregar para impedir que las llamas llegaran a las casas, aunque estuvieron a muy pocos metros, como es el caso de la de Esperanza Sanmamed. 'Estiven en pe toda a noite. A casa salvouse, pero gracias ós veciños que me acudiron e a un camión motobomba, que pararon o lume'.

Otro vecino, José Luis Añel, recuerda que hace ocho años llegó otro gran incendio a las puertas del pueblo, 'pero o de onte foi moito peor. Ardeu todo, e menos mal que respetou ás casas e ás persoas'.

Pocos kilómetros más allá está Sandín, otra de las localidades que conforman el 'punto cero' del que ya es el peor incendio del año en Galicia. La situación es semejante, el monte convertido en un montón de cenizas, huertas y frutales arrasados, viñedos diezmados y los castaños abrasados. 'Levo toda a noite en pe' afirma Manuel Pérez, quien recuerda otros incendios, 'pero ningún foi tan bravo como este'. Daniel Colmenero señala también el de hace ocho años, pero añade que 'daquela os castiñeiros salváronse'. Nos indican que subamos a la parte alta del pueblo, un área recreativa que estaba rodeada de castaños. Ahora los que hasta el sábado eran imponentes moles verdes yacen en el suelo con el tronco partido .

Agustín Fernández, presidente de la comunidad de montes reclama la declaración de 'zona catastrófica', mientras lleva, con lágrimas en los ojos, un caldero de agua para intentar apagar el fuego que aún permanece en el enorme tronco hueco de un castaño centenario que poseía.

La escena se repite en Medeiros, donde casas y granjas lograron salvarse por la entrega de los vecinos y los efectivos antiincendios. El fuego entró en el patio del colegio y Encarnación Pérez veía con desesperación como rodeaba el depósito de gas, que está colocado a media docena de metros de su casa. Fueron desalojadas media docena de personas del pueblo.

Eugenio Yáñez cuenta como tuvo que irse, porque es asmático, y se quedó sola su mujer para evitar con la manguera que las llamas alcanzaran su coqueta casa, situada a dos metros de una finca que fue pasto del fuego. Aquella recuerda la noche aún con lágrimas y miedo: 'Me ví rodeada de fuego, con todo lleno de humo y pedía socorro, porque ya no sabía qué más hacer'.

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