Niega que él prendiera fuego así como la compra de la gasolina. El propietario de la estación de servicio, quien en su día lo señaló sin dudar, ayer manifestó vaguedades y no lo reconoció

El dueño del Central Park: 'No estaba acuciado por las deudas'

El inculpado, Carlos Martínez Gil, antes del comienzo de la primera sesión del juicio que comenzó ayer. (Foto: XESÚS FARIÑAS)
Carlos Martínez Gil, el procesado por incendiar su propio negocio, un pub temático que en 2008 funcionaba en el céntrico Parque de San Lázaro, con el fin de cobrar la póliza de seguro, aseguró ayer en la Audiencia, a preguntas de la acusación pública, que 'no estaba acuciado por la deudas'.
Más aun, se atribuyó méritos cuando comenzó a administrarlo a comienzos de 2007: 'El negocio iba mejorando, no empeorando'. Ahora bien, el fiscal Carlos Valenzuela recordó a la sala que, según consta en la instrucción, la sociedad Amarcis SL, de la que Martínez Gil poseía el 85% de las participaciones sociales, debía 23.000 euros a proveedores y había impagos a la Seguridad Social correspondientes al periodo 2006-2008.

El inculpado reconoce que el incendio ocurrido el 2 de junio de 2008 fue provocado -aparecieron dos garrafas con restos de gasolina y varios testigos vieron salir corriendo del local a un varón de unos 30 años pocos minutos antes de presenciar la salida del humo - pero asegura que él no tuvo nada que ver. El fiscal, por contra, considera que facilitó la entrada a una segunda persona no identificada para que a la hora que el inculpado cenaba con su hija en un restaurante de Cudeiro prendiera fuego al local. Martínez Gil reconoce que el individuo desconocido quiso hacer bien su trabajo ya que había varios focos de ignición. Y hasta fue hábil dado que accedió al local sin levantar sospechas cuando la terraza de la cafetería contigua a esa hora estaba llena de clientes al tiempo que consiguió que no sonara la alarma mientras desparramaba la gasolina. 'Obviamente alguien tenía información para poder hacer daño al edificio-el inmueble 11 del Parque de San Lázaro-; dos meses antes ya había ardido el tejado con otro incendio', explicó el inculpado.

La investigación policial le tuvo en el punto de mira desde un primer momento cuando, siguiendo el rastro de la marca de las dos garrafas que no ardieron -Tres Caballos- llevó a los agentes hasta la gasolinera Bentraces SL. El dueño identificó fehacientemente, primero en Comisaría y después en la cárcel de Pereiro en una rueda de reconocimiento, a Carlos Martínez Gil como la persona que el 29 mayo de 2008 acudió en un Opel Corsa blanco a comprar dos garrafas, que después llenó con 43,30 litros de gasolina de 95 octanos y un ejemplar de El País. Un extremo que el procesado atribuye a 'un error humano' porque, según dijo, a esa hora estaba comprando fruta en la Plaza de Abastos.

Pero ayer la memoria le falló al propietario de la estación de servicio incluso desvirtuando aclaraciones dadas en su día a la policía sobre lo infrecuente que resultaba la venta de ese tipo de garrafas. Hasta la presidenta del tribunal, ante la vaguedades manifestadas desde el comienzo de su intervención, le llamó la atención, advirtiéndole de las consecuencias penales que acarrea un testimonio falso. Pero aún así, se mantuvo en sus trece. Alegó que el tiempo transcurrido (cinco años) le impedía reconocer a la persona que se sentaba en el banquillo como la que en su día adquirió las garrafas.

Pero no fue el único que matizó lo dicho en su día. El empleado de esa gasolinera, quien el 3 de junio recibió una llamada anónima desde una cabina de A Valenzá, conminándolo a que negase la venta de las garrafas si la policía se pasaba por el lugar, ayer le quitó hierro porque fue 'una llamada absurda, sin sentido'.

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