La generosidad vecinal condiciona los festejos patronales, salvo los organizados por los concellos

Fiestas sí, pero... ¿a qué precio?

 Actuación del grupo zaragozano Amaral, en las pasadas Fiestas del Corpus. (Foto: Miguel Ángel)
Previsiblemente en el juzgado acabarán las fiestas de Cortegada (Sarreaus). El descontento porque hay familias que no pagaron la cuota de 110 euros para los festejos tiene la culpa. Los grandes concellos sufragan sus fiestas con sus presupuestos, pero cuando la financiación depende de la voluntad y generosidad vecinal todo cambia.
Las fiestas patronales son, por excelencia, uno de los símbolos de identidad de todos y cada uno de los municipios de la provincia. Los vecinos asumen sus fiestas como algo propio, como una muestra de tradición muchas veces secular. Pero que subsistan año tras año no es fácil. En el entorno del rural algunas se han ido perdiendo por el camino debido a la despoblación y en las que siguen en pie, la financiación de los festejos se convierte en parte fundamental.

De antemano, las que tienen la continuidad asegurada son aquellas fiestas en las que la organización corre a cargo de los respectivos concellos. Así funcionan, por ejemplo, las Fiestas del Corpus. La inversión para estos festejos se saca directamente de las arcas municipales, que tienen una partida presupuestaria específica para ‘Fiestas tradicionales de la ciudad’, con una consignación para este año de 350.000 euros. No hay recaudación exterior ni de vecinos ni de publicidad. El Concello asume todos los gastos, aunque percibe ingresos por las atracciones y los 3.000 euros que entrega a la institución la empresa a la que se le adjudica la gestión del programa de las fiestas (carteles, programas de mano).

Financiación


Sólo si cada ourensano aportase un euro, las fiestas dispondrían de 108.000 euros más, pero desde la Concejalía de Cultura lo tienen claro: ‘Os impostos municipais xa incluen actividades culturais e festivas así que os orzamentos do Concello téñenlle que dar cabida. As festas non as paga o Concello, pagámolas todos. Recaudar por outra vía eu entendo que é inviable porque sería un gravamen máis para os veciños’, sostiene la edil de Cultura, Isabel Pérez.

Claro que esta realidad dista bastante de la que viven otras fiestas del entorno ourensano, donde la aportación vecinal es, precisamente, una de sus principales tablas de salvación. Así ocurre en aquellas casos en los que la organización está en manos de una comisión de fiestas. La recaudación puerta por puerta, tanto de los vecinos como de las empresas, es misión obligada. En algunos pueblos, como es el caso de Calvelle (Pereiro de Aguiar), está fijada una cuota por vivienda de 90 euros, aunque eso no conlleva necesariamente a que todos hagan sus aportaciones. En otros casos, como en A Ponte o Palmés, a la voluntad vecinal hay que sumarle también la generosidad, pues se trata de festejos donde no hay cuotas predeterminadas, así que no sólo colabora el que quiere, sino que además lo hace con lo que puede.

De la aportación popular a los ‘mardomos’


El presupuesto de las fiestas patronales de San Cibrao en Carballiño, que se celebran en el mes de septiembre, rondará los 100.000 euros. Además de las atracciones feriales, que constituyen la principal fuente de ingresos, los hosteleros y comerciantes de la villa costean una parte importante de la programación mediante cuotas voluntarias, que oscilan entre los 50 y los 300 euros, en función del tipo de negocio y su ubicación. Asimismo, para los vecinos se ha establecido una cuota a pagar de 10 euros.

El carácter voluntario de las aportaciones lleva a que algunos vecinos y empresarios se nieguen a colaborar con los festejos alegando cualquier motivo que tenga que ver con el funcionamien to del Concello. En su intento por lograr financiación, la organización también recauda fondos a través de la publicidad editando el libro de las fiestas. En lo que respecta a los pueblos del rural, en la mayoría de los casos se recurre a las aportaciones voluntarias de los vecinos. No obstante, en la parroquia de Garabás, del Concello de Maside, utilizan un sistema tradicional que consiste en pedir a los vecinos, pero en el caso de que no se cubra el presupuesto con las aportaciones voluntarias, entonces son los ‘mardomos’ los que asumen la diferencia.

Los ‘mardomos’ son los hombres de cada casa, mayores de 18 años y con empleo. De esta forma, el presupuesto total ronda los 26.000 euros.

Hace nueve años que el Concello de O Barco acordó asumir el presupuesto de las ‘Festas do Cristo’. Su elevado coste, que asciende a unos 120.000 euros, y los problemas que suscitaba recaudar esta suma entre los vecinos, llevó a la Concejalía de Cultura barquense a asignarle una partida dentro del presupuesto municipal.

El caso de las ‘Festas de Santa Rita’ es distinto. Su organización fue dejada en manos de un grupo de vecinos y, si bien el Concello colabora con más de 4.000 euros, la cantidad que falta hasta completar los 22.000 que tienen de presupuesto se consigue con las aportaciones de los negocios.

Son estos mismos empresarios a los que acuden las comisiones de fiestas de los pueblos. Aunque todas reciben una aportación municipal, dista mucho de cubrirlas en su totalidad. Ante esta situación, en tiempos de crisis como el actual, a los vecinos les es muy difícil reunir el dinero entre particulares y empresas, por lo que varias localidades tuvieron que suspender sus fiestas.

Tres meses por los pisos de A Ponte pidiendo la voluntad


A Ponte está inmersa estos días en sus fiestas patronales. Hoy vecinos y foráneos disfrutan de su programación pero detrás hay un intenso trabajo de la comisión de fiestas en la configuración de los actos y, ante todo, en la forma de sufragarlos. En el barrio no hay ni nunca hubo cuotas establecidas sobre lo que tenían que aportar los vecinos, como recuerda José Lorenzo Doallo, presidente de ‘La Troya’ y miembro de la comisión. Así que durante tres meses, a los organizadores les ha tocado ir piso por piso recaudando la voluntad vecinal. Por lo general todos hacen alguna aportación, pero muy dispar, de hecho hubo desde dos euros hasta 60 euros. ‘La predisposición es buena y hasta una niña rompió su hucha para darnos lo que tenía’, indica José Lorenzo.

Donativos voluntarios y ‘generosos’ en Palmés


El segundo fin de semana de agosto se celebran en Palmés sus fiestas patronales y la comisión encargada de organizarlas está metida de lleno en su puesta en marcha. En este núcleo poblacional ourensano la financiación vecinal no está condicionada por ninguna cuota fija y se basa en los donativos voluntarios de los habitantes del lugar. Cada uno da lo que puede o lo que quiere, pero desde la comisión que organiza las fiestas de este año sostienen que ‘los vecinos suelen ser bastante generosos’, aunque prefieren no hablar de cantidades concretas ‘por respeto a ellos’, dado son cifras dispares. En todo caso, se muestran par tidarios de este sistema de recaudación porque, dicen, ‘la gente se muestra más voluntariosa y paga de mejor gana que si se le pone una cantidad’.

















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