Alerta sanitaria

Guerra sin cuartel contra la curva: ni un día de respiro durante la crisis

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Ourense sufre más las consecuencias de la pandemia que el resto de Galicia: alta incidencia, más letalidad y menos curados

A punto de cumplirse un mes desde que se conoció el primer caso de coronavirus en Ourense, la pandemia que tiene al planeta conmocionado como nunca antes había sucedido en la era moderna ha supuesto emprender una guerra sin cuartel para frenar una enfermedad que tiene el mundo al ralentí y que ha introducido en el día a día de cualquier vecino conceptos como el de la famosa curva, esa que todos quieren doblar pero que, a tenor de la evolución de los datos y de las manifestaciones de las autoridades todavía requerirá una buena dosis de esfuerzo y concienciación. 

Son soldados en esta guerra particular los profesionales que combaten en primera línea, especialmente en los hospitales, pero también los ciudadanos, que deberán seguir confinados y aislados para frenar la propagación del virus, lo que supondrá casi con total probabilidad prolongar el estado de alarma durante al menos otra quincena.


Propagación intensa


La virulencia del coronavirus parece afectar en mayor medida a Ourense, donde la escalada de contagios ha situado al área sanitaria a la cabeza del ranking de Galicia en incidencia al estar ya por encima de los 250 casos por cada 100.000 habitantes, mientras que Galicia apenas rebasa ese registro tras un crecimiento menos empinado que en la provincia ourensana, donde el riesgo se han expandido ya por todas las comarcas y afecta ya a un tercio de los concellos, que extreman las precauciones ante el envejecimiento de su población.

Los momentos más críticos se produjeron con el brote detectado en la residencia San Carlos de Celanova, en un fin de semana del 22 de marzo que llevó a las trabajadoras del geriátrico al límite tras unos contagios que finalmente afectaron a 45 usuarios, con ya tres de ellos fallecidos. Por su parte, esta semana se frenó la tendencia sostenida que parecía haberse asentado en Ourense con un miércoles negro en el que los nuevos infectados crecieron por encima del centenar. La evolución lleva ya a la provincia a contabilizar más de 800 positivos.


Presión hospitalaria


Si en el inicio de la crisis, los primeros contagiados apenas suponían trabajo directo en los hospitales de la provincia, la situación ha cambiado radicalmente conforme avanza la pandemia, ya que si bien las medidas de confinamiento son decisivas para minimizar la propagación, es ahora cuando los sanitarios comienzan a sentir la presión en los centros, obligando al Sergas a acelerar su plan de contingencia, con las instalaciones del Hospital de Piñor ya preparadas para albergar pacientes si fuera necesario, con el Sergas rearmando también sus recursos en el CHUO, reforzando la UCI y liberando plantas para destinarlas a casos de coronavirus.

En menos de una semana, los ingresos hospitalarios a consecuencias del virus prácticamente se han duplicado y la cifra ya está  cada vez más cerca de los 200 pacientes hospitalizados, con un incremento en paralelo de aquellos que tienen que ser tratados en UCI. En proporción, Ourense necesita hacer un seguimiento más estrecho a los ciudadanos que se contagian que en el conjunto de Galicia, precisamente una de las preocupaciones de las autoridades sanitarias, que alertan sobre los riesgos de la saturación hospitalaria.


Más letal y menos altas


Las buenas noticias también se están haciendo de rogar en Ourense, donde hay menos pacientes curados y el virus parece más letal entre aquellos que lo sufren. Así, atendiendo a la evolución de las altas concedidas por los sanitarios, la evolución en Galicia dobla la ourensana, donde apenas se han concedido algo más de ocho altas por cada 100.000 habitantes, aunque la tendencia parece mostrar en los últimos días una mejoría en este apartado.

No sucede lo mismo con las víctimas mortales, ya que los fallecimientos han aumentado exponencialmente en las últimas jornadas, estando el coronavirus presente en casos desde un hombre de 53 años que estaba ingresado en el hospital de Verín hasta un usuario de 96 años de la residencia de Castro Caldelas. La incidencia de las muertes con el virus está también por encima de la media gallega.


El foco de los geriátricos


El brote detectado en la residencia San Carlos de Celanova destaó la caja de los truenos, pero la situación es también preocupante en otros puntos. En la ciudad, la residencia Nuestra Señora de la Esperanza está en vilo por la propagación entre usuarios y trabajadores, con la Xunta extremando las precauciones y adoptando medidas como la habilitación de un centro integrado en Baños de Molgas para acoger a los positivos de centros de la tercera que no precisen ingresos hospitalario y no puedan ser aislados convenientemente en sus centros. Una batalla más de una guerra cruel. 

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