PASÓ LO QUE PASÓ

Llamando a las puertas del cielo

OURENSE (PRAZA DE ABASTOS). 04/03/2020. OURENSE. El puente de las Burgas presenta un vallado metálico que rodea todo el contorno de la Praza de Abastos. La constructora encargada habilita una entrada para los llamados "okupas", personas que por diferentes razones todavía pernoctan allí. FOTO: ÓSCAR PINAL.

Detalle de la puerta habilitada.
Para las familias necesitadas las puertas de la vivienda es la entrada a la felicidad. Han tenido paciencia y han golpeado aldabas. Otros, las han aporreado y las "okupan". En la tierra o en el mismísimo cielo.

La felicidad rima con propiedad

Una mujer se abraza a un llavero como si el manojo de llaves abriese las puertas del cielo. Fueron años llamando a esas puertas, como el estribillo de Bob Dylan, y al final se abren. Mirada entornada, pupilas dilatadas, hasta comparte gestos cómplices con una conselleira que le entrega el título de propiedad de una vivienda pública. Los políticos gustan de esas cosas desde los tiempos del No-Do, lo mismo sea para la concesión de una leira en una concentración parcelaria que unas becas para ir a la Universidad. Ocho viviendas entregadas en el barrio de Covadonga, seis políticos para la foto. O sea, uno entregó más de un llavero, qué celos para el resto. Mary Carrillo y José Luis López Vázquez eran novios en El Pisito y no podían casarse porque carecían de vivienda. No somos nómadas, queremos tener un hogar estable al que regresar y del que salir, y en el que mascar la soledad o digerir la compañía. La felicidad rima con propiedad y construimos nuestros sueños con escrituras notariales. Pero de eso no tienen culpa los políticos que se pusieron en la foto, tampoco los deseosos propietarios que ya tienen las llaves de la vivienda de promoción pública. El derecho a la vivienda está protegido por la Constitución, supongo también que otras obligaciones legales irán asociadas. Unos entran por la puerta empujados por la fuerza de la ley y el amparo de las escrituras notariales, como las familias que ahora residen en Covadonga. Otros entran en propiedad ajena invocando un derecho a rehacer una vida después de prometerle a la jueza que no volvería a delinquir. No volverá a ocurrir, señoría, se lo prometo. Cualquier cosa para evitar el trullo. Ser okupa se ha vuelto un status, la permisividad es tal que se puede poner en el currículum. Es más, Linkedin puede estar lleno de esos perfiles, cotizarse sus habilidades. Primero entrar en propiedad ajena y una vez dentro pedir que la Administración le ponga piso, de lo contrario de aquí no me echa nadie. Todo bajo la comprensión que causa la indigencia, el infortunio y algún que otro paso por la prisión a redimir penas. Viviendas públicas se piden para los okupas de la plaza de abastos, una regalía para perpetuar el buenismo. Llamando a las puertas del cielo para que se abran. Una vez dentro, se okupa. Y punto.

RIP por la emigración

Prefiro tomar unha taza de caldo frío aquí que estar millonario alá como estás tú", le dijo un paisano a otro, emigrante en el México en el que tu vida no vale un peine, durante un encuentro en una tarde de verano en la aldea. El aludido mostraba el dedo anular, aun con cicatrices por el intento de amputación que le hizo un delincuente que le exigió la entrega de un anillo de oro en una calle del Distrito Federal. Como no estaba por esperar le gritó al compinche: "¡Córtale el dedo y vámonos!" Hay más casos. Un adolescente esperaba angustioso aquí la llamada diaria de su padre, con negocios en la capital azteca, en donde vivía, secuestrado ya una vez y liberado después de entregar se supone que una ingente cantidad de dinero. Si no sonaba el móvil el chaval entraba en pánico. Su progenitor, también con pesadillas por las secuelas psicológicas del secuestro, sufrió episodios similares por parte de otros delincuentes, solo tentativas por fortuna. Pero seguía allá, en la noria de una vida que no apetecía, pero para la que no tenía remedio. Alberto Fornos, natural de Beariz, el caso que conocimos esta semana, fue asesinado a tiros a las puertas de un hotel en México. Es el tercero que cae en dos años, todos de Beariz. Entre enero y noviembre del 2019 se produjeron allí más de 30.000 homicidios. Tantos, que ni se investigan. El macabro cálculo de probabilidades supone que hay víctimas de todas las nacionalidades, razas y credos. Es cuestión de tiempo. Pablo Milanés compuso que "la vida no vale nada / cuando otros se están matando / y yo sigo aquí cantando / cual si no pasara nada". La vida sigue sin valer nada allí y aquí la gente se queda, efectivamente, cantando. Pero responsos por otro emigrante.   

Celos y la antesala de la necesidad

Trece candidaturas se presentan a las elecciones autonómicas. Han evolucionado mucho las cosas en la comunicación política, pero hay mercancía que es víctima de la obsolescencia programada. La presentación de los componentes de cada una de las listas deja en zona templada a la mayoría de los votantes. Sirven este tipo de saraos para ver qué partido luce más que el otro, que candidato/a es querido por la cámara y, como consecuencia, qué celos se despiertan, cuando no sospechas de manos negras. La comunicación política no puede hacer nada por la necedad. En realidad, solo los necios son capaces de conjurarse de ese modo, como el Ignatius J. Reilly de la novela de John Kennedy Toole. Dignos de sonoras risotadas, si no fuese porque alguno/a se las da de muy digno/a.


Al poner la lupa


Lisardo Reza sostiene en sus manos una de las codiciadas mascarillas ffp2.

Para la guerra de los mundos

En la guerra la primera víctima que cae es la verdad. Algo hay de conflicto armado en la crisis del coronavirus. Las tiendas que venden sulfatos para la viña despachan mascarillas para protegerse del producto como si fuesen eficaces para la nueva peste del 2020. La foto muestra a un vendedor con el artículo demandado por una grey que se pertrecha vaciando los estantes de los supermercados y preparando su kit de supervivencia. Consumiendo una información que se atraganta, que se expande tiznada por el terror, reviviendo La Guerra de Los Mundos, de Orson Welles, deseando que todo sea falso. 


El portafotos


20200307161300581_resultado

El escultor Manuel García Vázquez podría ir por la vida con el convencionalismo de los apellidos, pero se prendió la escarapela Buciños, esa parroquia del concello lucense de Carballedo en la que él nació. Está ourensanizado como Manolo Buciños, nombre de pila, apellido con denominación de origen. Hubiese pasado perfectamente por un personaje de otro lucense de pro, Álvaro Cunqueiro. Hubiese entrado por méritos en las páginas de "La otra gente", ese desfilar de seres poliédricos que anidaron en las entendederas de Cunqueiro. Un Mel de Vincios, que hablaba en verso o tal vez un Penedo de Rúa, que interpretaba el "habla" del cuervo. Buciños será hijo predilecto de la provincia porque así lo ha decidido la Diputación y porque así debe ser. Expone estos días en el Centro Cultural Marcos Valcárcel 60 obras, una colección que titula "Diario de Artista", preámbulo de otros eventos y publicaciones que le tendrán como merecido protagonista. Nuestro compañero José Paz escribió en estas páginas que "su figuración, de rabiosa vocación comunicativa, siempre ha dejado un lugar a la imaginación". Como la invitación onírica que nos hace Cunqueiro a través de aquel Louredo de Hotes, que llevaba gafas de soñar. 

Te puede interesar