Financiero y abogado

Mario Conde: 'Un país no se puede permitir que empresas viables caigan porque les cortocircuitan el crédito'

 Mario Conde, durante la entrevista. (Foto: Xesús Fariñas)
Mario Conde (gallego de Tui) se ha convertido al ourensanismo a los 61 años. Lo ejerce, retirado en la antigua casa rectoral de Chaguazoso (A Mezquita), donde se tocan los antiguos reinos de Galicia, Portugal y Castilla. Allí, todavía en libertad condicional, trama cambiar el mundo. Acaba de publicar sus memorias de la cárcel y algún día, anuncia, publicará también lo nunca contado hasta ahora sobre el caso Banesto. Ya está escrito.
Se reconoce de lejos al icono yupi de los años 80, ahora metido en el papel de antiyupi, de contrayupi, y tratando de mimetizarse con el paisaje, como si fuese uno más en Chaguazoso. Imposible. El pelo, repeinado como en los mejores tiempos. La mirada abisal y la delgadez del rostro encajan con el retrato robot del hombre poderoso de 61 años que ha vivido 15 entrando y saliendo de prisión. Nos recibe en el patio, donde lo acompañan su primo Alfredo Conde y Gabriel Caldelas, el propietario de La Cerca, la casa de turismo rural que Mario Conde ha alquilado para quedarse. Admite que tal vez para siempre: ‘No sé cuánto tiempo, hemos aprendido que el tiempo no existe, pero quisiera quedarme aquí lo que me toque’. Nos conduce hacia una mesa en un patio más pequeño, fresco, sombrío, bajo una galería interior. Por sorpresa, aparece Clinton, no dice ni una palabra, se limita a meter la nariz donde no lo llaman, como corresponde a un cachorro de pastor alemán. Mario Conde, en cambio, se explaya, a riesgo de no llegar a la misa dominical de las 12. Sus respuestas evangelizadoras no caben en ninguna entrevista, ni metiendo la tijera cruelmente. Tal vez por eso lo suyo ahora es impartir conferencias y escribir libros. Sólo aspira a cambiar el mundo. Sólo eso.

Me sorprende que nos encontremos en A Mezquita


Yo, por parte de padre vengo de Allariz, en una mitad, la otra mitad de su sangre es de Valladolid. Por parte de mi madre mi sangre es de Covelo, un pueblo de Ourense. Yo me fui de Galicia con ocho años, a Alicante, pero estuve viniendo aquí permanentemente hasta los 24. Pero siempre he pensando en volver. Y un día, señalé con un dedo un sitio, y dije ahí quiero ir. Vine, me gustó y aquí estoy. Me atrae esta tierra, porque yo soy de aquí, soy de Ourense.

Tiene usted una finca en Sevilla, otra en Toledo y ahora en Ourense. ¿No se encuentra bien en ningún sitio o es que le gusta moverse?

Al revés, me encuentro bien en todos. La de Toledo fue la primera, la compramos en el 87, en Andalucía tenemos el negocio del olivar. Y esto es un lugar privilegiado. Me gusta, aunque parezca una tontería, el emblema de los tres reinos. No soy capaz de vislumbrar dónde empieza Galicia, dónde empieza Castilla y dónde empieza Portugal. Y entiendo que las fronteras son artificios del poder y del lenguaje.

¿Convertirá esta en su residencia habitual?


Tenemos los negocios en Madrid y, aunque yo estoy ya delegando, como es natural, al menos dos días o dos días y medio a la semana estaré allí. Aquí, yo como abogado del Estado y amante del Derecho, tengo un proyecto de escribir algo sobre la filosofía y el derecho y tener contacto con la Universidad y concretamente con la Universidad de Ourense. Ya he iniciado unos primeros movimientos y espero que fructifiquen más. Y este sitio quisiera convertirlo en un lugar de tertulias con profesores universitarios, del que al cabo de dos, tres años, podamos sacar un libro con una reflexión sobre qué hemos hecho con el estado y con el derecho en todos estos años.

Acaba de publicar ‘Memorias de un preso’, donde recuerda el caso Banesto y narra su experiencia en la cárcel. ¿Por qué vuelve sobre esa historia?

Verás, en este libro, no se analiza el caso Banesto. Yo todavía no he empezado a relatar de él porque la sentencia que dictó el Supremo la anuló el comité de derechos humanos de la ONU. Esta es una cosa poco sabida, ¿no? Dijo que violaba los derechos humanos y la anuló. Está anulada y ahora en manos del Tribunal Constitucional. Si el Constitucional cumple lo que dice la ONU y anula la condena, tendré que decir en términos jurídicos.

Este libro es una experiencia carcelaria, por dos razones. Porque el mundo de la cárcel es un mundo desconocido. Yo cuando salía en los permisos e iba a una cena me preguntaban: ‘Oye, ¿cómo se vive dentro, te violan, no te violan...?’. Y, en segundo lugar, siempre digo lo mismo, yo tardé cinco años en ser licenciado en Derecho por Deusto, dos en ser abogado del Estado, estuve seis en la industria farmacéutica, seis como presidente del banco y quince, quince envuelto en temas penitenciarios. Por lo tanto, si quiero hablar de mi vida tengo que empezar por lo que he sido más y lo que más he sido de todo ha sido preso. Y luego, como ha sido tan duro, porque han sido tres entradas y luego la muerte de mi mujer (Lourdes Arroyo). ¿Qué te voy a contar?. Pues es un libro que al relatar una dureza es un canto de esperanza. No es un libro ácido contra nadie. Es un relato de hechos.

¿Está pensando entonces en relatar el origen y los entresijos de la intervención en Banesto?

Mira, yo tengo, no lo oculto, el relato de esos años de mi vida. No es que piense escribirlo, es que el libro lo tengo escrito. Pero tengo que tener un mínimo de responsabilidad. En un momento determinado un libro de estos puede hacer más daño que bien. Creo que será bueno que se sepa.

(Promete contarlo todo sobre Banesto, pero no ahora. De momento adelanta en sus memorias carcelarias, pinceladas cómo la llamada del Rey cuando fue informado por Felipe González y, según su relato, le dijo a Mario Conde: ‘No sé nada de lo que cuentas, le he dicho al presidente del Gobierno, pero si hay problemas en el banco lo que hay que hacer es ayudar a solventarlos’. Como están haciendo ahora todos los gobiernos con sus bancos en problemas, reflexiona el ex banquero, quien asegura que, después del Rey, lo llamó Felipe González, ‘con el que tenía buena relación’ y lo despachó con un ‘tú no te preocupes, Mario, habla con el gobernador que yo me voy al dentista’).

¿Cree usted que fue una decisión estrictamente política?


Fue una decisión estrictamente política y creo que pronto, pronto tendremos más datos acerca del carácter exclusivamente político de la decisión. Ahora resulta que el Banco de España, para evitar que los bancos tengan problemas, ha cambiado las normas reguladoras de la contabilidad. Un Banco de España puede hacer que tú, que estás mal, estés menos mal, y puede hacer que tu que estás bien, estés mal. Eso fue lo que pasó. Una casualidad, de esas que te regala la providencia, es que el señor Solbes fuera ministro de Economía en el 93, cuando intervino Banesto, y volvió a ser ministro de Economía en el año 2008 cuando estábamos aquí, y se veía el mismo señor, sentado en el mismo sitio, como dice la sevillana, y a la misma hora tratando un problema, teóricamente igual, de forma distinta.

¿Está usted diciendo que, aplicando los mismos criterios que se aplicaron en el caso Banesto, se podría intervenir ahora cualquier banco o caja?

No puedo decírtelo porque no lo sé, no sé la situación de cada uno. Mira, hay bancos que han necesitado de dinero público, ¿no? Nosotros en el año 93, no nosotros porque al fin y al cabo somos parte, sino JP Morgan dijo que no se necesitaba para el caso Banesto ni un duro público. Por ejemplo, ponte en la Caja de Castilla-La Mancha que casualmente tiene un problema de tres mil y pico millones de euros ¿Cuánto tiempo ha tardado la Caja de Castilla-La Mancha en tener que hacer algo gordo? Pues un año y pico, aunque según las confesiones del Banco de España, se enteró del problema la oposición, los nacionalistas canarios, el portero del inmueble, una prima mía que vive en Cuenca, se enteró todo el mundo. Pues en el caso Banesto, el señor Rodrigo Rato, portavoz económico del PP, no sabía nada, nada del problema de Banesto... Bueno, pues esbozo una ligera sonrisa y tienes la respuesta.

¿Está informado sobre los posibles procesos de fusión entre cajas de ahorro?


Sí.

¿Es partidario de favorecerlos?


Mira, las fusiones se pueden hacer por dos razones, se pueden hacer por racionalizar el negocio, que no suele ser este el motivo, o para apoyarse mutuamente cuando estás muy mal. Cuando dos troncos se caen, se sujetan el uno al otro. Hay que decir claramente, mire usted, nos fusionamos porque estamos muy mal. ¿Qué significa ganar eficiencia en términos de fusión de cajas de ahorro? Sin más, prescindir de personal. Y la pregunta es: ¿la eficiencia económica implica necesariamente eficiencia social? No, tenemos que acostumbrarnos a que estamos aquí para vivir, para vivir, no para ser muy eficientes y hay cosas que tenemos que pagar en términos de deficiencia, yo prefiero tener siete bancos menos poderosos que uno hipereficiente y poderoso.

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