Montealegre no se libra de la polémica. Convertido en argumento de enfrentamiento político, una nueva inspección del PP al recinto cerrado -en realidad, no tanto- y de futuro incierto ha generado un nuevo conflicto. Y van ...

Montealegre: cerrado pero poco

Una valla rota 'invita' a entrar en el recinto del parque forestal. (Foto: FOTOS: MIGUEL ANGEL)
En realidad, al parque de Montealegre, o lo que es lo mismo, al frustrado jardín botánico impulsado por Demetrio Espinosa, se puede acceder desde al menos cuatro puntos en su perímetro, pese a permanecer cerrado por orden de la Concejalía de Medio Ambiente sólo unas semanas después de su multitudinaria apertura pública, en vísperas de la constitución de la actual Corporación municipal.
Vallas rotas, muretes de piedra de bajo porte y altura mínima, senderos que comunican con verjas sin utilidad y cierres 'simbólicos' que permiten el acceso con sólo bordear la puerta que no cierra absolutamente nada, invitan a ciudadanos y, claro, a políticos a entrar, atraídos por la simple curiosidad de conocer un recinto que se ha vuelto misterioso a fuerza de una persistente indefinición sobre el concepto y la fecha de reapertura; o en busca, en el caso de la inspección política, de la posible negligencia del que gobierna.

En el ahora parque de Montealegre, por muy cerrado que crean que está, es habitual ver vecinos paseando a sus perros, fotógrafos tomando imágenes de las obras realizadas y curiosos recorriendo sus senderos, además de funcionarios y operarios revisando dotaciones clausuradas y reponiendo desperfectos causados. El mismo alcalde, Francisco Rodríguez, reconocía en febrero que la entrada de personas al recinto se producía con asiduidad sin que ello tuviese que ser motivo de alarma, siempre que el lugar no sufriese daños.

Pero la decisión del portavoz municipal del PP, Rosendo Fernández, de volver al parque esta semana para comprobar la instalación del equipamiento certificado y recepcionado -que se guarda en dependencias municipales, según Medio Ambiente, para evitar que desaparezca mientras no hay sistema de vigilancia- ha devuelto la polémica al seno de la Corporación local. La entrada -calificada por el gobierno local de 'clandestina'- de la comitiva del PP 'alienta el vandalismo', convierte a los visitantes en 'vulgares gamberros' y es una muestra de 'falta de civismo' y de 'comportamiento de okupas', replican de forma airada el BNG por un lado, y el gobierno local en su conjunto, por otro. Y Rosendo Luis Fernández se defiende: las puertas estaban abiertas y había dos operarios que lo atestiguarán, y no es un okupa porque accedió a un recinto municipal, 'que es de todos'. Por medio, las dudas populares sobre la legalidad y justificación de la inversión realizada en el parque y la confirmación del Bloque de que los inspectores del Estado han dado el visto bueno a lo construido.

Da igual. El parque de Montealegre, impertérrito, aún busca su sitio. Lástima que el interés partidista y la falta de gestión malogren el nuevo espacio verde.

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