Mujer y además inmigrante

Judith García Moscoso, originaria de la República Dominicana, trabaja en una cafetería de la ciudad. (Foto: MIGUEL ÁNGEL)
Ser mujer y encima inmigrante no es nada fácil, y menos en una sociedad que en época de crisis relega a este sector al último eslabón. Sus principales demandas son reivindicadas por las más indicadas... ellas mismas.
No sucumbiré ante mi esposo, aunque venga a mí en condiciones lamentables, permaneceré intocable en mi casa, con mi más sutil seda azafranada y haré que me desee, aunque no me entregaré y si él me obliga seré tan fría como la hiel”, dijo Lisístrata, el personaje principal de la obra de teatro más famosa del dramaturgo de la Grecia Clásica, Aristófanes, quien empezó una huelga sexual contra los hombres para poner fin a la guerra y reivindicar los derechos humanos de las mujeres. Años más tarde, esta obra literaria serviría como emblema de las mujeres parisienses, que durante la Revolución Francesa exigían 'libertad, igualdad y fraternidad', el mismo lema que utilizaron en 1911 las 140 jóvenes trabajadoras inmigrantes, que murieron en el trágico incendio de la fábrica Triangle en la ciudad de Nueva York, y cuya mayor repercusión fue el impulso a la celebración del Día Internacional de la Mujer.
El panorama ha cambiado, pero las reivindicaciones siguen siendo las mismas incluso en la provincia. Igualdad entre hombres y mujeres, salarios dignos y mayor facilidad de acceso al mercado laboral. Estas son algunas de los puntos que algunas mujeres inmigrantes en Ourense reclaman en este día, que lejos de ser una declaración de intenciones políticas, intenta recordarle al mundo las dificultades a las que se enfrentan las mujeres en la actualidad.

Judith García Moscoso es originaria de República Dominicana. Trabaja de camarera en la cafetería Villalbús, en el barrio de O Posío. Es clara en sus reivindicaciones: 'el problema no sólo es la disparidad en los salarios, pues por lo menos yo cobro lo que está estipulado por la ley”. El problema va más allá, asegura, “las mujeres tienen que cambiar de mentalidad, pues cuando su jefe las trata mal ellas callan y eso no puede seguir así, contra los malos tratos no debemos aguantar”.
La misma opinión comparte Miroslava González, de origen venezolana, quien con 26 años es socia y propietaria de la cafetería 'La Coruñesa', en el Paseo. Para ella el problema principal se centra en el machismo. 'No es lo mismo una mujer con dinero que con él, no es lo mismo ser mujer empresaria que empleada', asegura. Agrega además que la cultura de la sociedad ourensana respecto al papel de la mujer suele ser más costumbrista , 'quizás por el propio envejecimiento de la población'.

Stella Strada, de origen colombiano y de 52 años, lleva 28 en la provincia. Trabaja como técnica de la Concejalía de Educación y aprovecha para reivindicar la igualdad de sueldos 'pues el nivel intelectual de las mujeres no está en entredicho'. Asegura también que las mujeres inmigrantes son el último eslabón de la cadena de la empleabilidad, pues 'en épocas de crisis somos, por desgracia, el sector más afectado'.

Te puede interesar