Ourense es la provincia gallega en la que más crece la producción ecológica

La producción ecológica toma impulso en Ourense como alternativa de futuro. Demostró ser rentable a través de decenas de iniciativas de éxito que además fomentan el desarrollo económico de zonas rurales y educan a la sociedad en el cuidado del medio. Según los últimos datos del Consello Regulador de Agricultura Ecolóxica de Galicia (Craega), Ourense es la provincia donde más avanzó esta tendencia entre 2019 y 2020, al dedicar 773 hectáreas más a superficie ecológica (+9%), mientras Galicia en su conjunto reduce su extensión ecológica en un 7,7% debido al desplome de Pontevedra, que pasó en un año de 6.143 hectáreas a tan solo 2.096. Aunque la provincia con más superficie certificada es Lugo, con 16.854 hectáreas, la extensión que dedica a este fin se mantiene estable. Mientras, Ourense continúa en constante crecimiento con ya 9.404 hectáreas, una extensión mayor que la dedicada en Pontevedra y A Coruña juntas. En 2012, eran solo 6.658; y, en 2001, apenas 542, dando muestra de una tendencia imparable. Además, el volumen de ventas de los productores ecológicos ourensanos creció un 19% entre 2019 y 2020, sumando 2,3 millones de euros más. A lo largo del pasado año, se computaron ventas por valor de 14,7 millones de euros en la provincia. Hace una década, no se superaban ni los tres, con 2,21 y 2,79 millones facturados en 2010 y 2011, respectivamente. Otra manera de trabajar Decenas de iniciativas dan forma a la producción ecológica de la provincia. Algunas de ellas son Terra de Baronceli, que cuenta con varias hectáreas de huerta ecológica en Vilaza (Verín); Souto da Trabe (Vilardevós), cuyo producto estrella es la mermelada de castaña, continuando la tradición de esta zona, y O Grelo Verde, cooperativa agraria para el desarrollo rural sostenible de Verín. En el sector lácteo, destacan la Cooperativa Santa Mariña de Loureiro y Ecoleia, marca alaricana de leche ecológica. Y hay producciones tan singulares como Carabuñas, dedicada al saúco de Vilar de Santos, o Vilaberries, plantación ecológica de arándanos a 1.200 metros de altura en Vilariño de Conso. Buena parte de estas iniciativas están ligadas a la conservación del medio. Así, desde Verín Biocoop se promueve la protección de razas vacunas en peligro de extinción de la provincia, como la limiá o la vienesa, y en Pecado de Outono (Riós), recuperan castaños abandonados. Y, por supuesto, la provincia es potente en vino ecológico, como el que se elabora en Rubiá bajo la marca Bacelos de Biobra. También las setas irrumpen con fuerza en el mercado con iniciativas como la de Shiitake Trives, promovida por Geli González, que cultiva en troncos de roble esta variedad de hongo a la que llaman “seta de la vida” por sus beneficios para la salud. Y cada vez son más comunes las tiendas dedicadas al producto ecológico. Por ejemplo, en la ciudad, Eu Consumo Responsable, Todo Bio o Puro Bio. Desde este último espacio, explican que su perfil de cliente, al igual que para el resto de trabajadores del sector consultados, es una mujer de 30 a 50 años que quiere cuidarse y valora las iniciativas rurales. Cada vez abren más establecimientos de este tipo, y la última tendencia en el mercado ecológico es la kombucha, una bebida fermentada. El saúco, un arbusto curativo que se asocia con la magia de Merlín y Harry Potter Eva y Nelson Alonso, de “Os do Sabugueiro” Eva y Nelson Alonso son “Os do Sabugueiro”. Conforman la iniciativa de agricultura ecológica Carabuñas, ubicada en Vilar de Santos, en plena Reserva da Biosfera, y emplean al saúco como base para elaborar licor, mermelada, cerveza, jalea, bombones e infusiones. Este arbusto, que alcanza cinco metros de altura, resulta indisociable de la cultura gallega: aparece a lo largo de sus paisajes, sus mitos y su léxico. Existen decenas de términos en gallego para nombrarlo, como “sabugueiro, sabugo ou bieiteiro”. Además, el misticismo le rodea a través de los siglos. A sus bayas se les llamaba “uvas de bruxa”, al asociarlas con pócimas mágicas. Se dice incluso que la varita del mago Merlín estaba hecha con la madera de este arbusto, tradición que luego recogió también J.K. Rowling en Harry Potter, donde la varita más poderosa es de este material. No obstante, nunca se había aprovechado al saúco desde un punto de vista culinario, “como sí se hacía ya en el resto de Europa”, matiza Nelson Alonso. Emplean una especie autóctona, la variedad atlántica de la Sambucus Nigra L, y tienen desde 2016 la primera plantación de Galicia. Alonso recuerda que “o froito do sabugueiro é o dobre de antioxidante que o do arando, aínda que sexa menos famoso”. Además, el saúco está indicado para tratar problemas respiratorios, al expulsar la mucosidad y reducir la tos y la fiebre, y ayuda a eliminar toxinas, calmar los nervios y tratar insomnios. Sus clientes suelen ser mujeres de mediana edad. Yogures que saben diferente según la estación del año La cooperativa agraria Santa Mariña de Loureiro se fundó en 1966, cuando un grupo de vecinos se asoció para vivir del campo, y ya es la más antigua de toda España. Al frente estaba su párroco, Antonio Bernárdez, de 89 años, que sigue relacionado con ella en la actualidad. Partieron de la leche y se diversificaron para ofrecer yogures, queso, requesón y kéfir. Gracias a no emplear aditivos, “el producto es diferente según la época del año, pudiendo disfrutar de los sabores que la naturaleza nos aporta”. Y Bernárdez lamenta que, si bien llevan sin subir precios desde 2012, se verán obligados a hacerlo en pocos meses debido al incremento de precios en energía y materias primas. Las excursiones a la cooperativa traen buenos recuerdos a generaciones de alumnos de Maristas. “A agricultura intensiva acaba con todo: para producir patacas, sécase un río” Labregos Daiquí es una iniciativa de agricultura ecológica ubicada en Carballa, aldea montañosa de Rairiz de Veiga. “Comezou como un proxecto de loita do sistema agrario tradicional contra a agrupación parcelaria salvaxe, que borra o que deixaron os nosos pais e avós”, subraya Manuel García, uno de sus promotores. “Na Limia, todo quedaba arruinado en prol dunha agricultura industrial en teoría máis moderna e rendible. Nós queriamos demostrar que o sistema agrario é valido para producir alimentos sanos e conservar a paisaxe, mentres que a agricultura intensiva acaba con todo, sen importar que seque un río para producir unhas patacas”. Ponen en valor el hecho de no emplear productos químicos, y alertan de que los pesticidas “matan a las plagas, pero también a organismos que mantienen el equilibrio biológico del suelo”. En cambio, desde Labregos Daiquí abogan por la rotación de cultivos para controlarlas. Producen miel, patatas, berzas… Lo que viene siendo un poco de todo. Y cuentan con colaboradores de toda Galicia, así que dan salida al producto propio y ajeno con la misma filosofía. Resisten como una irreductible aldea gala: “Toda A Limia está agrupada. Somos o último recuncho”. Consideran que falta concienciación social: “Vendeuse o chiste de que os alimentos teñen que ser baratos para logo gastar nun móbil”. En lugar de invertir en una alimentación sana, por lo que se consumen productos con edulcorantes, agentes aromáticos, colorantes, estabilizantes, emulgentes, potenciadores del sabor y conservantes, algunos de ellos peligrosos. Y esta escala de prioridades y modelo de consumo, sumados a la globalización, “levan á agricultura intensiva e a traer alimentos máis baratos de calquera lugar do mundo. O resultado, aldeas vacías”, concluye García. “El cambio climático afecta a la apicultura, porque desorienta a la abeja y trae plagas” Panel con abejas de Melsacra. Melsacra es una producción de miel tradicional ubicada en Nogueira de Ramuín, entre bosques centenarios de la Ribeira Sacra. Lleva dos años siendo galardonada en los premios Great Taste de Londres, considerados los “Óscar de la gastronomía”. Tanto la miel monofloral de castaño como la enriquecida con jengibre obtuvieron 2 estrellas en su última edición. Su gerente, Alfonso Iglesias, explica que él no trabaja en función de las demandas del mercado, sino las de las abejas. “Yo les doy la posibilidad de que trabajen como ellas quieran. En la acuicultura intensiva, se mata a la reina cada año, o se le coloca una rejilla excluidora para que no pueda subir a poner huevos, restringiendo su movimiento. La ambición lleva a prácticas tan negativas como éstas”, compara Iglesias, que no intenta llegar a grandes áreas comerciales, sino “a esos colmados de hace 50 años, que pasaron de ser tiendas de barrio a locales ‘gourmet”. Para Iglesias, esta iniciativa pasó de ser un hobbie a una forma de vida. Empezó con 20 colmenas en 2012 y en 2022 serán ya más de 250, muchas de ellas ubicadas en la corteza de los árboles. Y, en la época de reproducción, cada una de ellas cuenta con entre 50.000 y 60.000 abejas. En su caso en concreto, su miel comenzó con el certificado oficial de producto ecológico, pero tuvo que replanteárselo debido al efecto del cambio climático, que trajo la plaga de la “varroa destructor”, ácaro que afecta al sistema inmunológico de las abejas. Iglesias explica que, con los tratamientos permitidos por Craega, “se me moría el 60%”. No obstante, sigue la misma filosofía de trabajo tradicional y ligado al medio. Y tiene claro que “el primer factor que afecta a la apicultura es el cambio climático, que desorienta a la abeja, porque se guía por las estaciones. En noviembre debe invernar, pero, si en este mes hacen 22 grados, sale a buscar unas flores que no hay, así que se harta de trabajar, reduciendo su vida. Muere sin traer polen a la colmena y la reina no pone huevos”, lamenta.