TRANSPORTE METROPOLITANO

Hasta las promesas se caen del bus

Parada de bus de la pate baja de la Alameda
photo_camera Parada de bus de la pate baja de la Alameda

Los responsables políticos quedaron retratados en proféticos plazos sobre el plan de transporte metropolitano de autobuses, aún sin fecha.

Las autoridades públicas son dueñas de sus palabras y también de sus silencios. Lo que ocurre es que, en ocasiones, silencio o prudencia son antagónicos de la labor política. En el caso del fracasado plan metropolitano de autobuses de Ourense, que uniría la ciudad y los siete municipios circundantes, los únicos que han guardado siempre silencio han sido los representantes de las empresas titulares de los derechos de explotación de los itinerarios afectados. Del resto de implicados en el proyecto hablaron todos: Xunta, concellos afectados (sobre todo el de Ourense) y algún que otro técnico. Todos lo hicieron para defender un proyecto que tuvo un frenazo por cada empujón. Hablaron representantes del PP, del PSOE y del BNG, los tres con responsabilidades de gobierno en los concellos o en la Xunta en diferentes épocas.

Pero el problema ya no es tanto que algunas intervenciones hayan sido atinadas sino que los autores fueron incapaces de acompañar con hechos sus promesas. El plan metropolitano de autobuses está en marcha en A Coruña, Ferrol, Lugo y Santiago, pero no en Ourense, pese a que en este proyecto dio sus primeros pasos hace ahora veinte años. Y no será porque no se haya pedido por parte de varios agentes sociales de la ciudad. En marzo del 2003 presidía la federación de asociaciones de vecinos Limiar, Eladio Pérez Reinoso y aseguraba entonces conocer que "tanto la Diputación como la Xunta y los concellos afectados están de acuerdo en el proyecto y no entendemos por qué no se pone en marcha de una vez". El lamento tiene once años y tendría hoy la misma validez porque ni entonces ni en la actualidad hay impulso alguno a esta iniciativa. La misma entidad vecinal pidió en muchas ocasiones más celeridad, pero sus sus exigencias quedaron en papel mojado.

También los comerciantes intentaron mover las conciencias de los representantes de la Xunta y los concellos, pero tampoco consiguieron nada. "O plan metropolitano de autobuses favorecería ao comercio, atraendo a potenciales clientes, tan necesarios hoxe". Quien así se expresaba era Emilio González en octubre del 2009, entonces presidente del Centro Comercial Abierto Ourense Centro. La Federación de Comercio, presidida por Aurelio Gómez Villar, demandaba en diciembre del 2010 una dotación "que vai resultar moi beneficiosa para o comercio da cidade". Ninguno de los dos colectivos logró ver sus deseos cumplidos.



COMPLEJIDAD

Tampoco se han quedado atrás los técnicos que han tenido que informar sobre la implantación del transporte público. Álvaro Ulloa, ex jefe de la Policía Local, cuestionó en sus informes las paradas elegidas para los autobuses que llegaban del extrarradio, criticó la colocación del intercambiador de la parte posterior de la Alameda y aventuró que la circulación en la ciudad se vería "seriamente afectada" con la llegada de los autobuses.

El baile de declaraciones políticas afectó a todos los. El BNG criticó la colocación del intercambiador de la Alameda diciendo que "furaba" el muro de este espacio público pero cuando llegó al gobierno no lo retiró. El PSOE cuando gobernó la Xunta desde el 2005 al 2009 dijo que el presupuesto de la Consellería de Política Territorial para transporte público pasaba de tres a 19 millones de euros, pero no se destinaron al proyecto de Ourense. El PP, fue el partido que más tiempo tuvo sobre la mesa esta iniciativa, tanto en el gobierno gallego como en los locales afectados. El actual presidente Feijoo, cuando fue conselleiro del ramo prometió un impulso, que tampoco fue tal. El ex alcalde Manuel Cabezas pudo desatascar el plan pero dejó el puesto en el 2007 sin avances, derivando responsabilidades casi siempre ante la Xunta. Los otros siete concellos afectados se limitaron a tomar los acuerdos plenarios pero tampoco lideraron (ni exigieron) su implantación.

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