DEAMBULANDO

Sones y sabores en Xunqueira

El monasterio de Xunqueira, lugar idílico para la organización de eventos.
photo_camera El monasterio de Xunqueira, lugar idílico para la organización de eventos.

Me encuentro una vespertina sabatina, agosteña y nebulosa y casi por la fresca, en Xunqueira, la de Espadanedo, que otra cercana, la de Ambía, a Allariz próxima. Xunqueira, como que se recuesta en las laderas occidentales de la sierra de A Meda, que contemplada desde la cima aparece como un derrame hacia el norte de la sierra de San Mamede. Este monasterio de Xunqueira todavía conserva de su hermoso claustro dos techados y uno de solo columnas y arcos, y el cuarto, desmantelado. En una de sus alas, las oficinas municipales, que pudiera ser una forma de evitar la ruina de este monumento acaso no tan valorado como otros de la Sacra Ribeira, que fue Rovoira Sacrata allá por los medievales tiempos fundacionales, tal como se manifiesta en documentos reales otorgados al gran monasterio de Montederramo, apenas a poco más de una docena de kilómetros más arriba de éste de Espadanedo.

En un atardecer que contradijo los calores agosteños, el concello montó este evento cultural como muchos de sus pares por toda la provincia. Aquí cuenta con una entusiasta Eugenia Muñoz, historiadora con estudios y publicaciones refrendados con un máster en el extranjero, alumna brillante que fue del que nos acompaña a la que yo nombré como animadora y él pronto rectifica como dinamizadora o gestora de eventos culturales, no sea que esto de animadora confundirse pudiere con ésas de orquestas o de fiestas. Eugenia se trajo a un trío, los Barbaña Blues, para amenizar el atardecer, a sones al cobijo de tantos siglos de piedras y reconstrucciones, y qué mejor sitio que el claustro de tres alas en lugar de la aledaña iglesia que lo fue para albergar un concierto dentro del ciclo Pórtico del Paraíso, y a sabores, bajo la cubierta de la monacal bóveda. Yo pensaba que íbamos a estar bajo techo y casi me frenaba la cosa, hasta que, enterado de que a cielo raso, me animé. Una cincuentena de oyentes a silla plegable, de esas de madera para en la comodidad escuchar a los Barbaña, trío nacido en el 19 con el guitarrista David, el baterista Fer y el armonicista Esaú, empezando con ritmo, que nada mejor para definirlos, en éste su periplo por la temática americana que te llevaba desde el blues, al rock, al pop, al folk, subyugando a una audiencia que aunque escasa aplaudía como si numerosa, signo de la aceptación de esta música donde David tocaba la guitarra al mejor estilo blues, Fer manejaba con maestría baquetas o escobillas, Esaú con la armónica en una sincronía que se explayaba en los más variados ritmos. Los Barbaña Blues, como tantos grupos, andan por ahí dispersos en esta forma de exportar música por los rincones galaicos, a nada que hueco la pandemia les permita. Charlando post concierto me entero que David Taín, biólogo, rinde culto al medio, conocedor y frecuentador en solitario por tantos montes para la observación de la fauna, y escalador que fue en tiempos más jóvenes, de la mano de un hermano que anda liado con algún 7.000 himaláyico. Fer Risco, baterista profesional, docente en la Escola de Música municipal, de la saga de esos Risco dispersos en varios duos, tríos o cuartetos, que igual ves actuando por acá, en San Vicente do Mar, o en Ribadavia, o si se terciase, en el mismo Cuspedriños, con Ton y Carlos. Y del armonicista o armoniquista, como al parecer se dice, el ínclito, como sus dos colegas le llaman, Esaú Pérez, animador como pocos, que oído tiene y afinado para emitir con su minúsculo instrumento esos sonidos que nos transportan a las praderas como en una interminable cabalgada en solitario por el Lejano Oeste. Decía Esaú que él en ventaja a la hora del transporte, porque mientras los otros dos cargan con su batería, dos guitarras y el equipo de sonido, él con los gramos de su instrumento. Se supone que a la hora de la carga y descarga, aunque muy llevadera, echará una mano.

Como el concierto era para gozarlo, en el claustro, los sones, y a cubierto, los sabores nos esperaban con quesos, pan, vinos y aceites para ser probados como aliciente para estimular su compra. En el caso de los quesos, bien publicitados por entusiasta vendedora, muy artesanales, del valle celanovés de Acevedo do Río; los vinos de la Ribeira Sacra o los aceites del valle de Quiroga y Montefurado, que como marcas únicas, de precio apropiado a lo artesanal, en una demostración de lo que por acá se produce, y como una forma de promoción de lo nuestro, amenizado por los sones del profundo Mid West o del mismo Far West provengan, que predisponen a todo lo autóctono nuestro, incluso a la compra como modo de compensar y ayudar a estos productores minoristas que nunca elaborarán industrialmente sino que lidiarán, para expender su mercancía, con unos precios acordes con las labores de lo hecho a mano que, afortunadamente, empieza a ser valorado… pero acaso no tan comprado.

Mientras Rosa, de Niñodaguia, desempolvaba su cámara de potente objetivo, y no dejaba ni piedras ni personas sin plasmar, trabo unas palabras con el alcalde Carlos Gómez sobre el acondicionamiento de una pista desde el cruce de Cacharequille, subiendo a la Meda por el Rodicio, al despegue de parapente. Quedamos en que él vea in situ qué obras deben hacerse para acondicionar la pista hasta el despegue de parapente, lo que propiciará que más alas surquen, como antaño lo fueron, de la mano de los entusiastas monitores José Ramón Araujo y Aser Gil, organizadores y dinamizadores de muchos cursillos y de eventos en los cielos xunqueiriles, y hoy menos, porque los practicantes han trasladado sus reales a la sierra do Larouco en la frontera luso- galaica, escenario de tantas copas del mundo. A ver si allanando la pista y suavizando el despegue aquello recupera su pristino esplendor.

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