Vida OurenSana

En busca de la naturalidad

Aloe vera.
photo_camera Aloe vera.

En casa tenemos la tendencia natural a una vida más saludable. Seguimos haciendo pequeños cambios que se van implantando en nuestro día a día y sin querer (queriendo), damos un pasito más en la búsqueda de la naturalidad. Tengo que reconocer que la mente creadora e informante de casi todos nuestros cambios es Adriana. Yo suelo ser el brazo ejecutor de algunas, y para otras, pues voy por libre (tiene que haber un equilibrio). Algunas cosas que me dice me parecen excentricidades, pero cabe decir que ella, con ciertas cosas que hago para alimentar mi curiosidad, a veces me pone caras de que le parezco un genio, o un completo estúpido (estadísticamente acierta en uno de los dos pareceres), lo que hace que respete y valore sus ganas de que mejoremos.

La última novedad en casa, y que me dio pie a escribir este texto, es que ella se decidió a amputar las plantas de aloe que tenemos en el jardín. El fin de tal amputación es el de realizar una crema corporal natural hecha con esta planta mágica. Mis conocimientos previos de esta planta eran los de su utilización para cicatrización de heridas cerradas, quemaduras, deshidratada y escarchada cual golosina, e incluso para hacer algún ungüento para el cuero cabelludo y así recuperar la melena del pasado (sí…no fui nada constante en su aplicación). También sé que se puede ingerir, pero teniendo especial precaución en su limpieza previa para evitar un componente llamado aloína.

La aloína es un compuesto amargo y amarillento de la planta de aloe. Se extrae del exudado de látex que emana del anverso de la hoja. Es usada como estimulante y laxante. Una vez ingerida, incrementa las contracciones del colon. En dosis más altas, estos efectos pueden producir pérdida alta de electrolitos, dolor abdominal y diarrea.

No se recomienda en mujeres embarazadas porque puede producir contracciones uterinas, por lo que deben omitir su consumo. Los diabéticos deben tener especial precaución también pues el aloe puede bajar sus niveles de azúcar en sangre y provocar una interacción con su tratamiento. Las personas que tengan patologías renales se recomienda que tengan mimo en su ingesta porque al tener efectos diuréticos pueden tener una pérdida mayor de potasio. Y para terminar con las personas que deben tener cuidado en su ingesta oral, hay que mentar a los que sufren enfermedades autoinmunes, dado que el aloe tiene compuestos que potencian el sistema inmune y esto puede ser perjudicial.

Tenemos que diferenciar los diferentes procesados de la planta para una correcta utilización para ingerirla. El gel de aloe, es la pulpa de la hoja triturada, rica en polisacáridos, vitaminas y minerales, pero pudiendo contener algo de aloína. El jugo o zumo, es el gel procesado y libre de aloína, el cual encontraremos más comúnmente porque al no contener ese poder laxante, hace que nos beneficiemos del resto de sus componentes. El concentrado es el gel deshidratado mientras que el extracto es una solución acuosa que contiene menos del 10% de aloe vera.

Si no la vamos a ingerir, pues a no ser que tengamos una específica reacción a la planta, es una de las más mágicas opciones naturales para desarrollar un sinfín de tratamientos tópicos. Cremas de manos, geles para el cabello, vaselinas antiinflamatorias, baños relajantes, regenerador de pies castigados, ungüentos para las alergias, mascarillas faciales, detergentes…y como siga indagando hasta nos hace una rinoplastia natural (eso quisiera yo…).

La curiosidad para terminar es un estudio del 2018 que pude leer con asombro, de José Ramón Montesinos Mezquita, el cual se titula, Farmacia Sostenible en Etiopía, Aloe y Lepra, expone las investigaciones que se realizaron en Etiopía respecto al uso de la aloe vera en las úlceras producidas por la lepra. Por ello, comenzaron a analizar el efecto del uso tópico de crema de aloe vera al 20% comparado con el tratamiento convencional de povidona yodada y gluconato de clorhexidina en el proceso de curación de las úlceras.

Para ello, crearon una plantación propia de plantas de aloe vera y comenzaron un “ensayo clínico controlado”. La muestra fue de 16 pacientes a los que se les asignó de forma aleatoria una modalidad de tratamiento; 11 úlceras en el grupo de aloe vera y 7 en el grupo de povidona yodada y clorhexidina. Las curas se realizaron diariamente durante tres semanas y se tomaron imágenes digitales de cada úlcera los días 1, 7, 16 y 21 comparándose la reducción del tamaño de las úlceras en cada grupo.

Tras el tiempo de estudios, concluyeron que la reducción media del tamaño de las úlceras tratadas con aloe vera fue mucho mayor que las tratadas con povidona yodada y clorhexidina, que, en términos de porcentaje, 82.9% frente a 22.7% respectivamente. Y en el grupo de aloe vera, 3 de las 11 úlceras se cerraron mientras que en el grupo control ninguna lo hizo. Los documentos gráficos eran muy ilusionantes en cuanto a la recuperación.

Así que, para terminar, poned una aloe vera en vuestra casa o jardín, seguid haciendo cambios para mejor en vuestra vida, y si vuestra pareja os dice que va a hacer ungüentos con ella, no le soltéis este rollo, cortadla y no pidáis explicaciones.

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