El madroño, símbolo de inmortalidad

photo_camera Una planta de madroño con los frutos en distinto estado de maduración.
Su fruto se puede consumir directamente aunque es más utilizado para preparar bebidas, vinagres, salsas o mermeladas

No recuerdo exactamente el año. Creo que fue en el otoño del 2014 cuando emprendí mi camino a Compostela, en el Finisterre galaico, para venerar los restos de aquel que las escrituras llaman “el amigo del Señor”, el apóstol Santiago el Mayor.

Caminando a través de los campos y las montañas pude hacer también un camino de interiorización. Así, durante el largo trayecto pude alabar al Creador, exultando de alegría en todas las obras de sus manos. Pude reconocer en la Naturaleza la Belleza total y reafirmarme en mi convencimiento de que quien ha creado los montes, los campos, las flores y los animales es infinitamente bueno.

Tras haber atravesado las áridas tierras de Castilla, entré en Galicia, que, con su sucesión de valles y cadenas montañosas, verdes y frondosas y sus notables precipitaciones le conferían esa característica humedad, que me recordaba a mi Umbría natal, el corazón verde de Italia.

Recuerdo que en aquella época del año abundaban por el monte los madroños, o como también los llaman en la región, erbedos, moragueiros, meroteiros, medroñeiros, erbedros o arbideiros. En latín, y así se le designa botánicamente, se conoce como Arbustus unedo.

Es una planta de crecimiento lento. Su corteza es rosácea y en escamas. Las flores blancas o rojizas y perfumadas crecen en forma de ramilletes. Las hojas, persistentes y alternas, con un pequeño tallo, son ovaladas, verde oscuras en la parte superior y verde claro en la parte inferior. Su longevidad alcanza hasta los 400 años.

Sus frutos amarillos, naranjas o rojos, casi olvidados, se llaman igual que el arbusto. Por su pulpa carnosa amarillenta, son muy apetecibles, y se pueden consumir directamente, aunque no son del gusto de todos. Además, comer demasiados cuando están maduros puede producir un estado de embriaguez, por su contenido en etanol.

Sus aplicaciones son variadas: se utilizan para preparar bebidas alcohólicas, vinagres, salsas para acompañar carnes, y mermeladas y compotas. De hecho, mi connacional Sora Evia, regente de una posada en la región de las Marcas, en Italia, elabora una deliciosa mermelada de madroños. Después de mucho insistir conseguí que me desvelara la secreta receta. Se lavan los madroños. Se ponen con agua en un recipiente cubierto a hervir a fuego lento. Con una cuchara de madera se machacan. Se pasan por un colador de modo que se puedan eliminar las semillas. Se añade un vasito de agua y azúcar a gusto, teniendo en cuenta que el madroño es ya de por si un fruto bastante dulce. Se aromatiza con ralladuras de limón y se pone de nuevo a cocer a fuego lento, removiendo constantemente para que no se pegue. Cuando la mermelada está densa, se deja enfriar un poco y luego se envasa en tarros previamente esterilizados. Después se ponen al “baño de maría” durante unos minutos. Se guardan en la despensa. Hay que asegurarse de que en el momento de la apertura de los frascos se sienta el típico “clic” de la tapa, signo de su perfecta conservación. Esta mermelada tiene propiedades astringentes, por ello su consumo excesivo es desaconsejable para quien sufre estreñimiento. También es muy apreciada la miel de madroño. Los madroños, muy ricos en vitamina C, tienen propiedades antioxidantes y son antisépticos urinarios.

Por su facilidad de rebrotar después de un incendio o una tala, el madroño es símbolo de la inmortalidad y de la eternidad. De hecho, Virgilio, en la Eneida, relata cómo sobre las tumbas de los seres queridos se depositaban ramos de madroño. El madroño aparece también en los Fastos de Ovidio.

¡El madroño, maravillosa creatura de la Naturaleza! Seguiremos hablando de mi peregrinación por Galicia y de las excelencias que nos ofrece la Naturaleza, a la que amo por ser un magnífico regalo del Todopoderoso.

Otros nombres

En Galicia se les conoce como erbedos, moragueiros, meroteiros, medroñeiros, erbedros o arbideiros

Sus beneficios

Su mermelada tiene propiedades astringentes. El fruto es rico en vitamina C, además de antiséptico

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