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La respiración embriónica

Un monje taoista durante su práctica de meditación.
photo_camera Un monje taoista durante su práctica de meditación.

Muchas son las técnicas ideadas por el hombre para adquirir la forma de respirar mas beneficiosa posible para la buena salud, así por ejemplo en el pranayama yoga quiza estén contenidas la mayor parte de estas técnicas, con o sin retención de la respiración.

El mismo Buda recomendó una forma de respirar, que consiste simplemente en observar como entra y sale el aire por la nariz y permanecer así sin pensar nada más, constatando que al cabo de algún tiempo más o menos largo, según el entrenamiento que tenga el practicante, se establece por sí sola una respiración rítmica y natural. Esta técnica es muy parecida a la llamada respiración Sung en el taoísmo, e indudablemente son técnicas de gran valor para la salud y calmar la ansiedad. Hay otras muchas técnicas dependiendo del fin específico que se busca, por ejemplo si lo que se busca es oxigenar más el cuerpo, hay técnicas de hiperventilación, o lo contrario, que sería la retención más o menos prolongada del aliento.

Pero solo la respiración embriónica va mas allá de toda técnica, y se funde con la meditación misma, según la antigua alquimia interna taoista. Como decía en el anterior artículo recibe este nombre para diferenciarla de la respiración embrionaria del feto en el vientre de su madre, pero sin embargo esta respiración embriónica trata de imitar lo más posible a aquella en el practicante adulto. Para ello se precisa haber alcanzado un profundo estado de meditación, en el cual la mente estará suficientemente relajada para que no exista intencionalidad alguna. La respiración por lo tanto será muy lenta, muy suave y muy profunda, sobre todo en la espiración. Una vez estabilizado en ese estado de conciencia, el practicante posa la atención suavemente sobre su ombligo, como si aún tuviera el cordón umbilical y respirara por él. Lo visualiza así pero sin intención alguna.

Una persona normal suele respirar aproximadamente quince o dieciseis veces por minuto. Pues bien, en el practicante de la respiración embriónica se suele llegar a una sola respiración por minuto, de una forma serena y sin interupciones. Es obvio que dependiendo del grado de entrenamiento se podrá incluso enlentecer más la respiracion. En todo caso se comprenderá que esta respiración es solo una aproximación a la del feto. El resultado de todo esto es una mayor profundización en la meditación, pero indudablemente la consecuencia sobre la salud y la longevidad son inmejorables.

Por lo demás, y para el iniciado, también hay que tener en cuenta que la respiración puede ser abdominal o budista, cuando al inspirar se lleva el aire hacia el abdomen que sobresale hinchado, y al espirar se relaja volviendo a su posición normal, o bien respiración inversa o taoista. En esta última al inspirar se contrae ligeramente el abdomen, y aunque el aire se dirija al abdomen hay que mantener la presión del mismo hasta que se espire y éste se relaje, volviendo a su posición normal. Se aconseja empezar por la respiración abdominal y seguir con la inversa, todo el tiempo necesario hasta que pueda avanzar suficientemente en la meditación, y pueda realizar la respiración embriónica.

Está demostrado y sabemos por experiencia, que el ritmo de la respiración varía concomitantemente con el estado emocional de la persona. Por lo cual se comprende el interés que siempre ha existido por buscar técnicas que la regulen.

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