El rojo y siempre útil rusco

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photo_camera El Ruscus aculeatus, conocido comúnmente como rusco
Es un pequeño arbusto que se encuentra en zonas húmedas y sombrías

El Ruscus aculeatus, conocido comúnmente como rusco o también, en tierras gallegas, como baiboa, brusca, escudeixo, xilbarda, xilbarbeira o rascacú, es un pequeño arbusto perenne y siempre verde, originario de Eurasia y perteneciente a la familia de las Asparagáceas. Se encuentra preferentemente en zonas húmedas y sombrías. Etimológicamente, el nombre deriva de rustiscus que significa “rústico, del campo” y de aculeatus por el hecho de que sus “falsas hojas” poseen una “espina”.

Los tallos lisos y redondeados, están muy ramificados en la parte superior. Lo que parecen hojas son en realidad prolongaciones transformadas del tallo llamados “filocladios”. Estas “falsas hojas” que acaban en una espina rígida, son de forma oval-lanceoladas, de color verde oscuro y realizan la función clorofílica como si fueran verdaderas hojas. Al contrario, las verdaderas hojas de esta planta son tan pequeñas que casi pasan desapercibidas, aparecen en las axilas, se secan muy pronto y no realizan la fotosíntesis. Las flores, tanto las masculinas como las femeninas, florecen en el centro de las falsas hojas entre marzo y agosto; son también pequeñas y poco llamativas, de color blanco-verdusco con una parte central violeta oscuro. Durante el otoño e invierno se transforman en bayas redondas de color rojo vivo. Éstas contienen en su interior de 2 a 4 semillas que son tóxicas para los humanos, pudiendo provocar vómitos, diarrea y convulsiones. La propagación de la planta se hace, en gran medida, gracias a las deposiciones de los animales que comen estas bayas.

En la antigüedad, Virgilio, Plinio el Viejo y el botánico y médico griego Dioscórides se refirieron al rusco como remedio para las enfermedades renales. Los romanos lo usaron como talismán, plantándolo en torno a las casas, para alejar maleficios y espíritus malignos. También se usó en la antigua farmacopea para preparar el “brebaje de las cinco raíces”, junto al perejil, al hinojo, al apio y al espárrago. En la tradición cristiana, esta planta ha sido relacionada con los látigos que los soldados romanos emplearon para flagelar a Cristo, por ello se le conoce también con el nombre de “azoutacristos”.

Actualmente se emplea también en cosmética para hacer cremas que combaten hemorroides, varices, sabañones y mejoran el sistema circulatorio. Además, es un buen diurético, posee propiedades febrífugas y ayuda a eliminar el ácido úrico, propiciando una mayor sudoración. Reduce también la celulitis.

Sin embargo, en el uso terapéutico del rusco y sus derivados, como en el de todas las plantas, hay que tener presente que la automedicación es poco recomendable, siendo conveniente siempre la prescripción médica.

El rusco tiene también usos culinarios. Así, los jóvenes brotes verdes, que se recogen de marzo a mayo, pueden conservarse en aceite o vinagre o bien consumirse en ensaladas, sopas, arroces y tortillas o acompañando carnes, previa cocción en agua abundante y salada. El sabor es similar al de los espárragos, pero más amargos. En el pasado las bayas, recogidas, tostadas y pulverizadas, eran utilizadas como sucedáneo del café, y sus ramas, gracias a su consistencia dura, se empleaban para hacer escobas.

Al rusco se le conoce también como “hierba de los ratones” por el empleo que fue hecho tradicionalmente de sus ramas para proteger de los roedores las cosechas, las mazorcas de maíz, los embutidos y los quesos guardados en las bodegas, artesas o despensas. Sus espinas previenen de las incursiones de estos animales. También se colocaban al pie de los troncos de los árboles frutales para evitar que subieran a ellos.

Dada la vistosidad de sus frutos rojos, que otorgan a la planta un aspecto muy decorativo, se emplea, al igual que el acebo, como adorno navideño o para la realización de composiciones florales. De hecho, por la innegable similitud de sus frutos se le designa igualmente como aceviño o aceviño menor. Su tala está seriamente regulada en muchos países de Europa.

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