Académico de la Real Academia Española

Darío Villanueva: ‘Le recomendaría El Quijote a una persona que nunca lee, pero ve muchas películas’

 Darío Villanueva.
Catedrático, ex rector de la Universidad de Santiago, ensayista, profesor... El currículum de Darío Villanueva es más que amplio. Desde mañana añadirá la de ser académico de la Real Academia Española. Ocupará el sillón D.
Darío Villanueva (Vilalba, 1950) se define como filólogo, pero es mucho más. Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura comparada de la Universidad de Santiago, institución de la que fue rector desde 1994 hasta 2002, ha publicado numerosos ensayos sobre diferentes escritores (Valle-Inclán, Cela, Emilio Pardo Bazán o Quevedo), es un gran experto en teoría literaria, ha ejercido como profesor en varias universidades del mundo y participa en prestigiosas fundaciones y asociaciones. A sus 58 años, mañana lee el discurso de ingreso en la Real Academia Española. Ocupará el sillón D mayúscula y cubrirá la vacante de Alonso Zamora Vicente. Su candidatura ya había sido presentada en 1998 para sustituir a Emilio Alarcos, pero el elegido entonces fue el actor Fernando Fernán Gómez.

Tuvieron que pasar 10 anos. ¿Esperaba esta segunda oportunidad?

Son dos procesos distintos y no veo una secuencia natural. Lo ocurrido en 1998 no implicaba limitaciones futuras, pero desde entonces no volvió a plantearse mi candidatura. Pasaron los años y tres académicos que dijeron que iban a presentarme; salió bien y estoy muy feliz.

Y ocupara el sillón D mayúscula. ¿Cosas del destino?

Es una suerte muy grande. Aunque padezca Alzhéimer no olvidaré cual es mi sillón.

El destino también quiso que usted ocupe en la RAE la vacan te de Alonso Zamora Vicente. Su predecesor fue rector de la USC en los años 40, estuvo en el tribunal de su tesis doctoral de Madrid y fue nombrado doctor honoris causa por la USC en su etapa de rector en 1996. ¿Casualidad?

No podría haber deseado algo mejor. Es un azar que me emociona porque Zamora Vicente tiene una vinculación muy fuerte con Galicia. Él fue, junto a Cela y Torrente Ballester, uno de los tres académicos que me había propuesto en 1998. Es una persona que me ha influido mucho y le dedico un capítulo entero de mi discurso, 20 páginas de las 180.

Su discurso de ingreso se titula ‘El Quijote antes del cinema’. ¿Defiende que es un texto precinematográfico?

Hay poco de arrojo por mi parte al hablar del Quijote en la RAE, cuyo salón de plenos está presidido por el retrato de Cervantes y el del rey fundador, pero es un tema sobre el que no se ha hecho nada. Se había estudiado la vinculación de Shakespeare con el cine y yo pretendo equiparar a Cervantes con él, situándolo como un escritor que adelantó la forma de narración cinematográfica.

¿Podemos dar por agotado ese debate, casi eterno, que enfrenta a cine y literatura?

Ahora ya no hay debate, sino comunicación e interacción entre cine y literatura. Acabo de publicar un libro que incide en la vinculación entre el cine y la poesía de los años 20; fue en esos años cuando los intelectuales y filósofos de la época le otorgaron al cine el reconocimiento pleno de nuevo arte. ¿Los libros son siempre mejores que las películas? Son dos expresiones autónomas que pueden contar la misma historia. Una película basada en una novela es una obra de arte independiente, y al revés. No hay un vasallaje, sino autonomía.

¿Qué libro le recomendaría a una persona que nunca lee?

‘El Quijote’, porque la concepción de la narración es muy visual. Tiene un planteamiento narrativo y estético muy cinematográfico.

¿En que cambia su vida el ingreso en la Real Academia Española?

Pasaré los últimos días de la semana en Madrid porque quiero participar activamente en la institución. Soy filólogo y el ingreso en la RAE, la referencia máxima, me hace muy feliz. Se abre una nueva etapa en mi vida, pero mantendré mi actual vinculación con la Universidad de Santiago.

¿Qué hacen los académicos en las reuniones de los jueves?

El jueves se celebran las reuniones ordinarias, pero hay más citas semanales. Además del pleno, en el que los 46 académicos analizan cuestiones generales y discuten posibles incorporaciones, hay comisiones específicas de diccionario, léxico, gramática, etc. Yo aún no estoy adscrito a ninguna comisión.

¿En cual le gustaría integrarse?

Muestro mi absoluta disponibilidad. El último que llega debe estar para lo que le manden.

La RAE asegura hacer un esfuerzo para adaptarse a los tiempos y ritmos de la sociedad. ¿Cree que lo consigue?

Destacaría dos estrategias, iniciadas bajo mandato de Lázaro Carreter y continuadas en la etapa de Víctor de la Concha. La primera es la colaboración con academias iberoamericanas; la lengua española no es sólo la que se habla en la Península Ibérica y hay que ser sensibles con esta realidad. La gramática que va a salir este año es un buen ejemplo de panhispanismo, es la primera aceptada por todas las academias. El otro gran esfuerzo es el de la adaptación a sociedad digital y del conocimiento. En la etapa del ciberespacio, las comunicaciones son más rápidas y hay que buscar el acomodo en la normativa lingüística.

Con tantos SMS y correos electrónicos, ¿hay riesgo de simplificación?

No, en absoluto. Los mensajes de móvil usan un código de abreviaturas ingenioso y sorprendente, pero no es algo nuevo; en los manuscritos medievales ya se empleaban las abreviaturas para economizar, lo mismo sucede ahora por motivos diferentes. Cuando corrijo los exámenes de mis alumnos de Filología y Ciencias de la Comunicación no encuentro abreviaturas propias del lenguaje SMS, pero sí cuando un alumno se comunica conmigo por móvil. Los correos electrónicos han propiciado la recuperación epistolar, aportando precisión e inmediatez. Recibo correos electrónicos de más de una página confidenciales e ingeniosos.

Y en los exámenes, ¿encuentra faltas de ortografía?

Las faltas de ortografía han existido siempre. El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. No es preocupante, no percibo más que antes.

¿Peligra el español por el inglés o el chino?

Como filólogo, no puedo verlo en términos bélicos. No hay guerra de lenguas. Las lenguas son instrumentos para la unión y la comunicación, no para el enfrentamiento. Hay lenguas preponderantes, pero también tienen que haber alternancia histórica. Siempre digo, y a mis amigos les hace mucha gracia, que la II Guerra Mundial la ganó el inglés porque antes la lengua de la ciencia era el alemán.

Te puede interesar