Los ladrones patosos, todo “facilidades" para la Policía

photo_camera Material y objetos incautados por la Policía a una banda de ladrones de pisos.

Olvidarse el DNI, un móvil o un recordatorio de comunión en un asalto, entre los casos más llamativos. 

Que un ladrón se olvide el DNI, el móvil o un recordatorio de la comunión en el escenario de sus golpes sería un giro poco original de cualquier película de "serie B", pero en la vida real estos descuidos patosos dignos de "Mister Bean" se van sucediendo, dando todas las facilidades del mundo a la policía.

El último de estos casos conocidos ocurrió ela pasada semana en Cataluña, donde los Mossos d'Esquadra detuvieron a seis personas por un robo con violencia en un piso de Barcelona, en el que uno de los asaltantes se olvidó un recordatorio de comunión, una pista "divina" que permitió a la policía dar con la banda.

La impericia de algunos de los delincuentes de poca monta llega en ocasiones a cotas hilarantes, como con la detención de un ladrón de 34 años, el verano pasado, que fue arrestado en L'Escala (Girona) cuando volvió al escenario del robo a buscar sus pertenencias.

El hombre había entrado a robar de madrugada en una panadería, aunque tuvo que huir a toda prisa porque la propietaria se despertó por el ruido que hacía. Poco después, el ladrón regresó a buscar sus pertenencias -un móvil, el DNI y el carné de conducir- que había escondido entre la hierba bajo un árbol situado a escasos diez metros de la panadería, momento en el que fue arrestado.

A veces, la detención del ladrón no obedece únicamente a su poca diligencia, sino a la respuesta de la víctima, como cuando una turista logró captar una foto a un joven con la cámara que éste intentaba robarle en 2012 en Barcelona y que no dejó dudas sobre su identificación.


Olvidos desafortunados

Además, en los últimos años se han repetido varios casos en los que la policía ha encontrado el DNI, el pasaporte o el teléfono móvil del ladrón en el lugar de sus fechorías, ya sea un piso o un coche, allanando la labor policial para detenerles.

Menos habitual es lo que le ocurrió a un narcotraficante que fue arrestado por los Mossos d'Esquadra en 2008 en Sant Iscle de Vallalta (Barcelona), después de olvidarse 20 kilos de hachís en una casa en la que había estado viviendo de alquiler.

Ser sistemático y no cometer errores no libra a los ladrones de la detención. Esto es lo que le ocurrió a un caco de 31 años que en 2011 se acostumbró a ir a robar a un mismo piso de La Sénia (Tarragona) los sábados por la noche, aprovechando que los inquilinos iban a bailar a un casa de jubilados.

Hartos de echar en falta objetos y dinero, los ancianos se pusieron de acuerdo con la policía local, que apostó a varios agentes en el domicilio a esperar a que, fiel a su cita sabatina, el ladrón cayera en la trampa. Cuando los agentes oyeron pisadas y ruido en la cocina, abrieron la luz del pasillo, se identificaron como agentes y redujeron y detuvieron al habitual intruso.

En algunas ocasiones, los ladrones, al verse sorprendidos, optan por una huida desesperada, en la que no dudan en lanzarse al agua, como hicieron cuatro jóvenes la semana pasada en Barcelona, que se tiraron al mar tras una e persecución en el Puerto, o como ocurrió cuando un mosso salvó de morir ahogado a un ladrón que se tiró al canal de Seròs (Lleida), en 2008.

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