La Real Fábrica de Tapices resurge

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photo_camera Una operaria trabaja en un tapiz en la Real Fábrica de Tapices. (GONZÁLEZ)

En telares de tres siglos de antigüedad, situados entre diseños de Goya y Rafael, una plantilla de tejedores disputa hilo a hilo la forma y el color de los primeros tapices que la Real Fábrica de Tapices entregará al estado alemán de Sajonia, en la que es el mayor encargo a esta institución en 200 años.
 

En telares de tres siglos de antigüedad, situados entre diseños de Goya y Rafael, una plantilla de tejedores disputa hilo a hilo la forma y el color de los primeros tapices que la Real Fábrica de Tapices entregará al estado alemán de Sajonia, en la que es el mayor encargo a esta institución en 200 años.

"Es una demostración de nuestro buen hacer", ha explicado hoy Alejandro Klecker, administrador general de la Fábrica, en una visita guiada entre tapices, alfombras y reposteros -dibujos tejidos de escudos- que se realizan con las mismas técnicas artesanales desde que se creara en 1720 en Flandes, cuando era territorio español.

El encargo de 32 tapices para el Palacio de Dresde, en Alemania, supondrá un ingreso de 1,2 millones de euros para la entidad (el doble de los ingresos ordinarios previstos para este año), y, en consecuencia, el número de tejedores crecerá hasta los 60, casi el doble que los que había en enero, de los que su mayoría son mujeres.

Una extensa alfombra azul recibe a los visitantes en la escalinata de entrada a este edificio neomudéjar, diseñado por José Segundo de Lema, de donde han salido las piezas que cubren suelos, paredes y balcones de casas reales, catedrales, administraciones políticas y coleccionistas privados.

"Los tapices españoles se conocen en el extranjero pero se desconocen aquí", lamenta Klecker -de origen austríaco-, que cuenta cómo este oficio centenario ha sobrevivido aquí a la crisis económica de 2008, cuando sufrían "riesgo de cierre" al dejar de recibir pedidos.

La situación ha cambiado y la deuda pendiente ha disminuido, tras el encargo del estado de Sajonia y un renovado interés por sus piezas con pedidos que provienen, entre otros, de las catedrales de Córdoba o Sigüenza.

La mayoría de sus clientes son internacionales, de países como Rusia, Líbano, Catar o Emiratos Árabes Unidos, según Klecker.

Entre estos trabajos se encuentran el mayor tapiz encargado en los últimos tiempos, 21 metros cuadrados que representan la masacre de Sabra y Chatila, encargado por unos libaneses, y la restauración de un tapiz del siglo XVII de la colección El Patriarca para la Catedral de Valencia.

La Fábrica de Tapices, que abrió su sede madrileña en 1880, mantiene desde entonces técnicas artesanales como el alto lizo, que facilita el trabajo de forma vertical; el uso de canillas de madera para hilar los tapices; y el cosido con oro, plata y seda.

Entre ocho y catorce meses se tarda en crear un tapiz, una labor "que estaba mejor considerara que la del pintor en su época", sostiene Klecker, que cuenta cómo Goya se sentía poco valorado en el centro cuando trabajó de "cartonero" (diseñador).

En la sección de alfombras, hasta 25 toneladas de hilos de todos los colores cuelgan del techo mientras las trabajadoras muestran sobre la lana la técnica del nudo español, más denso y tupido que el nudo turco, con el que las piezas pueden durar "200 o 300 años".

Algunas de estas piezas se realizan con dibujos de Juan Gris, Vaquero Turcios y Agustín de Félix, que al igual que en el caso de los tapices se pasan a papel cristal para luego ser calcados con grafito, hilo por hilo, por los maestros tapiceros.

"No hay nada industrial", manifiesta Klecker, una forma de trabajar que les permite recibir encargos del Congreso de los Diputados, el Banco de España, la Universidad Complutense de Madrid y el Colegio de Abogados de Madrid.

En el jardín interior se encuentran árboles y plantas usadas para teñir tejidos, además de algodón y lino.

Después está la piscina de lavado, "única en el mundo", donde solo se utiliza agua desmineralizada y jabón vegetal, y una máquina de desempolvar de 1905 que "elimina 2,5 veces más polvo que una aspiradora profesional", hasta 2 kilos por pieza, asegura el administrador.

Los "cartones" de algunas de estas piezas, que pueden llegar a valer 1 millón de euros (como "La muerte de Ananias", diseñado por Rafael), viajarán ahora "por primera vez" fuera del centro para divulgar su labor y ser expuestas en muestras como "Hilos Modernos", que comienza este mes en Badajoz. 

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