Macizo Central, cóctel de sensaciones

En Trives y Manzaneda, etnografía, cultura y naturaleza caminan de la mano, combinando a la perfección el gris de la piedra con el verde de sus paisajes en plena primavera, tras la retirada del manto blanco de la nieve en la cima de sus montañas

Paisajes espectaculares mudan de tonalidad según la estación del año, haciendo que este territorio se convierta en único. Trives y Manzaneda son dos de los grandes desconocidos del Macizo Central, atesorando una importante riqueza cultural y paisajística. Los romanos dejaron su imborrable huella con el paso de la Vía Nova, la cual sigue siendo marca de identidad, pero esta tierra regala sorpresas en cada rincón no solo de esa época. En pleno Macizo Central, se combinan terrenos de alta montaña, que nos permite tocar el cielo o disfrutar de las estrellas de un modo único, con un clima propiamente mediterráneo, cargado de viñedos. A su vez, la comarca ofrece un auténtico paraíso gastronómico en el cual la famosa bica de Trives nunca puede faltar en las sobremesas. 

  • Iglesia románica de Sobrado: Una de las joyas del municipio trivés es este majestuoso monasterio, en donde un inusual pórtico precede a la portada románica, algo muy llamativo, como los capiteles y canecillos del exterior de la edificación, de variados temas vegetales y animales, algunos con formas extrañas que hacen volar la imaginación del visitante. Un cruceiro se alza en el atrio y en un extremo, atrae la atención del visitante una torre militar adaptada como campanario.   
  • Os sequeiros: Retrocediendo en el tiempo 100 años, nos adentramos en frondosos sotos de castaños en la aldea trivesa de Penal Folenche, hasta llegar a un conjunto de edificaciones, hoy en día en desuso y mismo en ruinas. Estas casas se llenaban de vida durante la época de la recogida de la castaña, dando cobijo a los dueños de los sotos y, al mismo tiempo, haciendo la función de secadero de castañas, fruto que quitó mucha hambre en esta zona. 
  • Penalonga: Desde senderos con alto valor paisajístico y cultural, caminando de la mano de viñedos de la zona alta de la Ribeira Sacra, se combina el gris de la piedra y la naturaleza hasta el final de la ruta, en donde se localiza un lagar rupestre de grandes dimensiones, reflejando la importancia del vino en la región y ya coronando la travesía, una misteriosa inscripción datada en 972. 
  • Castiñeiro de Pombariños: El padre de todos los árboles de la zona se encuentra en el ‘Souto de Rozavales’, en Manzaneda. La longevidad y el tamaño de este castaño, con sus casi 1.000 primaveras de vida, y sus más de 13 metros de perímetro, no dejan indiferente a nadie de quienes hasta él se acercan, siendo necesarios más de 10 adultos para poder rodearlo. Esta joya arbórea, declarada Monumento Natural desde el año 2000, en la actualidad pertenece a la Xunta.
  • Os curros da Mosenda: Muestra de un sistema de pastoreo en peligro de extinción son estos curros ubicados en la sierra de Manzaneda, a más de 1.000 metros de altura. En esta especie de cercado de piedra, pastores y reses pasan los meses de verano para aprovechar los pastos de la sierra. Estas construcciones son un claro ejemplo del patrimonio etnográfico de la zona. 

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