VALDEORRAS

Amigos del holandés exculparon a uno de los detenidos por el crimen

La ley exime de culpa al hermano detenido por encubrir el crimen por la relación damiliar con el autor confeso

La Guardia Civil tomó declaración a más de 200 personas que de una forma y otra conocían a Martin Verfondern, el holandés afincado en Santoalla (Petín) a quien dio muerte violenta uno de sus vecinos, Juan Carlos Rodríguez González, aquejado de una minusvalía psíquica tras sufrir un accidente cuando era pequeño.

El instituto armado, aunque centró su investigación en todo el clan familiar por la enemistad con el fallecido a consecuencia de los montes comunales, pronto fue cerrando el círculo sobre Juan Carlos por indicios y descartes derivados precisamente de esos interrogatorios.

Uno de los elementos clave fueron las amenazas de muerte que profirió meses antes a la víctima. De hecho, consta un vídeo grabado por Martin y que envió a un medio de comunicación en el que el homicida confeso le dice que la escopeta que lleva a sus espalda no es para matar el jabalí. "Vou a por ti, que estás moi gordo xa para matarte”.

También constaban amenazas graves del patriarca (el padre de los detenidos), pero los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil lo descartaron de plano por su delicado estado de salud.

Pero hubo un dato importante que también colocó a Juan Carlos por delante de la otra persona sobre la recaían sospechas importantes: Julio Rodríguez, detenido por encubrir a su hermano.

Los vecinos de Petín interrogados por la Guardia Civil durante la investigación, entre los que se encontraban amigos del holandés y su esposa, defendieron en sus declaraciones la inocencia de Julio. Hubo hasta quien le retrató con "un buen padre de familia" al que veían "incapaz de cometer un asesinato".

Tras comparecer ante el juez, Julio Rodríguez quedó en libertad con una medida cautelar, el alejamiento de Santoalla, en donde aún reside la viuda de Verfondern. Tan siquiera el actual Código Penal castiga su comportamiento ya que aunque el delito de encubrimiento está castigado con una pena de seis meses a tres años de cárcel, exonera a los encubridores por razones de parentesco en primer grado.

También la responsabilidad penal podría verse aminorada en el caso del autor confeso ya que padece un minusvalía psíquica que podría mitigar su pena (atenuante de la responsabilidad penal). No obstante, los investigadores creen que capaz de discernir entre el bien y el mal.

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