‘El oficio de vivir’, Pavese

Dos años después de su suicidio, en 1952 conocimos sus diarios, y advertimos que Cesare Pavese estaba destinado a llegar a la muerte atajando, con antelación, precipitadamente.
La soledad del escritor es el asunto capital. Tan capital, que la soledad de Pavese equivale a la soledad que experimentan todos los hombres que se sienten solos, que quieren salir pero su incomunicación es perfecta, no posee rendijas, resquicios. El oficio de vivir es un estudio de la agonía de un hombre que se va descolgando poco a poco, y que clama, cuando se suelta del todo al cerrar el diario: ‘todo esto da asco. No palabras. Un gesto. No escribiré más’. Estaba anunciado. El diario funciona también como un ensayo sobre la literatura, el sexo, los mitos, y en muchos momentos deviene en una autopsia del suicida, el nihilista, el fracasado, el arte de vivir.

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