Primeros signos de un posible trastorno autista

xornalescolar_0610_dequefala_01_resultado
photo_camera Es importante prestar atención a las señales.
Señales indicios que pueden producirse durante el primer año de vida de las personas, que pueden suponer un riesgo de posible TEA y que exigirían de una actuación inmediata

Las personas con trastorno del espectro autista (TEA), cuya estimación actual respecto a la prevalencia del trastorno se sugiere que se sitúa aproximadamente entre 1/100 de personas nacidas que, incluso, esta cifra rebajada a una incidencia de 1/54 niños y niñas a nivel internacional (Maenner et al., 2020); sin embargo, las estadísticas actuales respecto a la detección del TEA son muy inferiores, lo cual, en primer lugar, condiciona la vida de las personas que puedan estar incluidas, ya que no hallan una respuesta a su peculiar forma de acción- reacción antes las situaciones cotidianas y, en segundo lugar, limita o impide la aplicación de los programas de intervención que son absolutamente necesarios para facilitar su participación efectiva en el desarrollo psico- social y educativo. Y, además, cuando se produce la detección diagnóstica, muchas veces, esta ya es excesivamente tardía, de forma que se han perdido muchas oportunidades para llevar a cabo una acción temprana adaptada y, en consecuencia, pueden haberse perdido unos momentos cruciales para facilitar el desarrollo socio- personal. En efecto, es cierto que, en ocasiones, las familias directas, madre o padre, son las primeras en informar de la posible presencia de signos preocupantes, seguidas por los profesionales de la escuela infantil a la que asisten y, en menor medida, han sido detectados en primer orden por el pediatra u otras personas más lejanas al ambiente familiar. 

Pero, cuando los signos preocupantes son aceptados como previsibles del diagnóstico, tan solo el 14.7% encuentra un resultado efectivo, ya que el restante 85.3% de casos son derivados desde la atención primaria a otro especialista, que se pueden suceder en diferentes visitas hasta en 3 especialistas y, en ocasiones, hasta en 5 o más especialistas, de forma que la respuesta se va demorando en el tiempo y el consejo a las familias es simplemente tener paciencia (Roig-Vila, 2020). 

Primeros años de vida

Por este motivo, en este artículo, me gustaría poner algo de luz sobre sobre los indicios que pueden producirse durante el primer año de vida de las personas, que pueden suponer un riesgo de posible TEA y que exigirían de una actuación inmediata. Gillberg y Peeters (1995) elaboran una escala que lleva su nombre e indica algunos de los indicadores de comunicación más importantes comparativos con las personas con desarrollo típico, que hay que tener muy en cuenta: 

1) A los 6 meses de edad, frente a los niños/as típicos, que  presentan conversaciones vocales, en las que comienzan a emitir los primeros sonidos consonánticos, los niños/as con posible TEA presentan un llanto muy difícil de poder interpretar.

2) A los 8 meses, frente a la evolución típica, caracterizada por la presencia de balbuceo con entonación- interrogativa y sílabas repetitivas, la evolución en niños/as con posible TEA presenta un balbuceo muy limitado o raro, no se imitan sonidos, ni gestos, ni expresiones, 3) a los 12 meses, frente al desarrollo típico ya se observa el inicio de las primeras palabras y jerga con entonación de oraciones, mientras que en el desarrollo autista, pueden aparecer las primeras palabras, pero carecen de contenido comunicativo y continúa la presencia de un llanto, a veces, intenso y difícil de saber sus causas. 

Paralelamente, junto a estos indicadores del lenguaje, las demás dimensiones afectivo- sociales se van mostrando particulares en el desarrollo, especialmente en los dominios social- comunicativo y sensorio- motor. Por este motivo, una síntesis de diferentes inventarios, permite calcular de forma inicial los criterios de riesgo del trastorno, respondiendo a las siguientes cuestiones. 

Dominio social y comunicativo 

1) ¿Responde a su nombre, mirando los ojos de quien le llama?

2) ¿Comparte juegos en familia?

3) ¿Tiene dificultades para escuchar una indicación sencilla?

4) ¿Muestra expresiones faciales diversas, especialmente cuando se siente cómodo y bien?

5) ¿Redirige la mirada hacia donde miramos nosotros/as?

6) ¿Dirige y redirige la mirada durante la realización de un juego?

7) ¿Manifiesta emociones con expresiones faciales diversas antes las acciones compartidas con los miembros de la familia?

8) ¿Muestra una sonrisa compartida con el interlocutor cercano?

9) ¿Llama la atención de la persona familiar cercana para mostrarle algo?

10) ¿Persiste en la atención sostenida durante un juego?, ¿Imita la realización de sonidos o reproduce golpes en una secuencia?

11) ¿Realiza el acto de imitar un aplauso sobre algo que le gusta?

12) ¿Llama la atención de la madre/ padre mediante la mirada o usando algunos sonidos con direccionalidad de la mirada?

13) ¿Comparte sonidos con el interlocutor/a próximo?

14) ¿Realiza gestos para comunicar algo?

15) ¿Muestra interés cuando le presentamos un juego nuevo?

16) ¿Llama la atención de alguna manera de las personas que comparten su juego en ese momento?

17) ¿Realiza una sonrisa expresiva hacia la personas próxima?

18) ¿Realiza el acto de señalar para indicar que desea algo o para pedir desde la distancia?

19) ¿Muestra que ha comprendido algo con el simple movimiento de cabeza?

20) ¿Asiente o niega con la cabeza  como respuesta social?

21) ¿Realiza verbalizaciones consonánticas?; 

Dominio sensitivo-motor 

22) ¿Muestra insensibilidad ante el tacto corporal?

23) ¿Busca constantemente la mirada para dirigirla hacia las demás personas?

24) ¿Acepta las diferentes texturas de comidas?

25) ¿Acepta todas las comidas?

26) ¿Le gusta jugar con otros?

27) ¿Le gustan los ruidos?

28) ¿Parece sensible y preocupado por las cuestiones diarios?

29) ¿Acepta de buen grado que se cambie  la rutina diaria?

30) ¿Es relativamente fácil tranquilizarle cuando se pone irritado o nervioso?

31) ¿Duerme con regularidad?

32) ¿Cambia de una actividad a otra con bastante facilidad?

33) ¿Mira a un objeto y enseguida cambia a otro?

34) ¿Se centra en los aspectos generales de las cosas, p.e., en el juguete de un coche se centra en su significado o finalidad y no en los detalles que lo componen: rueda, color…?

35) ¿No frota con las manos los juguetes?

36) ¿No gira continuamente los juguetes?

37) ¿Muestra interés por todos los juguetes?

38) ¿No los manipula con la boca?

39 ¿No manotea sus pies?

40) ¿Tiene una motricidad muy ágil?

41) ¿Presenta buena flexibilidad en la motricidad gruesa?

42) ¿Se mantiene sentado en una posición motriz erguida?

43) ¿No presenta rigidez motriz en las manos?

44) ¿No se observan movimientos repetitivos motores?

Las respuestas a las cuestiones anteriores se miden en términos de porcentaje de la media aritmética (p), que se obtiene a partir de la suma del número de noes, dividido por el número de noes totales posibles multiplicado por 100 (x/44* 100). En la medida en que el porcentaje medio hallado supera el 50%, se incrementa considerablemente la situación de riesgo potencial de la presencia del trastorno y requiere un seguimiento específico planificado, que será verificado lo más tempranamente posible, mediante un análisis de diagnóstico en profundidad. Para ello existen dos instrumentos de muy alta fiabilidad y validez, sobre todo conjuntamente: el test ADOS-2 y la escala ADI- R.

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