LEB ORO

El COB se autodestruye al final del partido contra el Tizona (85-80)

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photo_camera Rodríguez, en una jugada del partido (Tizona).
Los ourensanos regresan de Burgos con una derrota ante el Tizona después de disputar un muy buen partido, que echaron a perder en los dos últimos minutos (85-80)

Esta no nos la sabíamos. En los cromos que forman la colección de derrotas del COB como visitante esta temporada había muchas palizas, pero faltaba un tropiezo después de tener el partido ganado con merecimientos incuestionables y autodestruirse en cuestión de dos minutos tras 38 realmente buenos. ¿Qué los árbitros tiraron de la no escrita ley de la compensación? A lo grande y con ensañamiento. Pero la derrota llega por errores propios, inconcebibles en algún caso. Pases a compañeros fantasma, más de cinco segundos para sacar de fondo, tiros precipitados de quién no debe tirar, faltas cuando no toca… Galería de los horrores en tiempo de récord para regalarle la victoria a un Tizona que estaba desesperado y peleado con el mundo, pero que acabó sonriendo con el 85-80.

 

El COB dejó de primeras su sello. Intentó bajar el ritmo y hacer su juego. Kacinas desde el exterior daba la primera ventaja (9-13, m.5) y atrás se apretaba. Se fue el Tizona ganando por la mínima al primer parón, pero emergió Romaro Gill para dar unos minutos portentosos en ambos lados de la pista (20-29, m.14). Tenía claro Félix Alonso que sus pivots podían hacer mucho daño. Y lo hicieron, porque Radic cogió el testigo del jamaicano. No se resignaban los locales, muy incómodos, pero el COB se fue con un esperanzador 30-36 al descanso, bajando mucho la anotación a una máquina de anotar.

En la reanudación, mismo guion. Un triple de Turner puso el 32-42 entre el “runrún” de la parroquia burgalesa. Empezaron a volar las técnicas entonces, con un trío arbitral con más peligro que un mono con dos pistolas. Se les cantó el “fuera, fuera”, preludio de un compensar que llegaría poco después. El COB siguió mantieniendo a raya a un rival que tuvo un arreón de carácter para acercarse, pero un triple de Peter-McNeilly y otro de Kacinas sobre la bocina mandaron el partido al cuarto decisivo con un 49-58.

Se podía esperar una embestida del Tizona. Los de Diego Ocampo tenían que quemar sus naves. Pero los ourensanos estaban para echarle agua a la gasolina cuando se pusieron 58-60. Kacinas y un Radic inspiradísimo en el tiro libre, abrieron brecha de nuevo. Javi López empezó a acumular errores. No sacó de fondo y se comió los cinco segundos. Mala cosa. Turner de fuera y Radic de tiros libres arreglaron el panorama. El COB mandaba 68-75 faltando dos minutos. El lenguaje no verbal del Tizona decía “esto no lo ganamos”. Pero subestimaron el poder del caos ourensano. Desde Jawara quedarse parado con el balón hasta que se lo roban, hasta errores de Javi López en la dirección de alevín de primer año. Añadimos a esto un arbitraje que cambió 180 grados y los contactos de un lado eran faltas (y hasta antideportivas) y los del otro, más fuertes, el clásico “sigan, sigan”, y la tormenta fue perfecta.

Engullió a un COB con una debilidad mental que no la fortalecen ni 38 minutos de muy buen juego. Parrado con triples y tiros libres dio la vuelta a la tortilla. Kacinas y Peter-McNeilly trataron de arreglar lo “inarreglable” y el 85-80 final quema como el fuego.

El COB vuelve a desafiar a la lógica del baloncesto. Un equipo que no se deja analizar. Siempre dispuesto a dar una sorpresa, aunque normalmente son desagradables. Tocará mucho diván para superar una derrota que esta vez no fue dura en cantidad, pero sí, y mucho, en calidad.

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