Un COB de imposible digestión

Ivica Radic trata de evitar que salga el balón por la línea de fondo ante Marjanovic. Foto: Miguel Ángel
photo_camera Ivica Radic trata de evitar que salga el balón por la línea de fondo ante Marjanovic. Foto: Miguel Ángel
Los ourensanos, sin Turner, sufrieron su sexta derrota, cuarta consecutiva, prolongando su peor racha de juego y resultados desde el comienzo de liga

El COB vive el peor momento de la temporada. El equipo entrenado por Félix Alonso sufrió la cuarta derrota consecutiva contra el Melilla e hizo sufrir al Paco Paz.

Viendo la trayectoria del club ourensano con perspectiva, muchos firmarían en octubre esa plaza en la zona media de la clasificación que hoy ocupa. Analizando el juego y las sensaciones que en este momento transmite el equipo en la pista, es razonable sentir preocupación. Un partido más, el equipo no supo imponer su ritmo, aplicar su defensa y reponerse a la adversidad. Independientemente del pésimo acierto en el tiro.

El Melilla era ese tipo de rival ideal para asegurar esa victoria de la tranquilidad y reafirmación, antes de encarar la zona pirenaica de la liga y enfrentarse a los grandes de la LEB Oro. Por nombres, en una plantilla que todavía está por hacer y mejorar.

Por rendimiento, tras lo visto en el Pazo, hubiese sido buena presa ante un COB a su esperado nivel. Pero este COB no es el de hace unas semanas. Llegó tarde al salto inicial -parcial de comienzo de 2 a 6- sin encontrar el ritmo adecuado para hacer daño al rival, ni el tino para encontrar al jugador más indicado en la mejor posición.

Reaccionó en un segundo cuarto engañoso, en el que enlazó seis triples seguidos y logró su primera ventaja -36 a 30 en el minuto 16- pero sin sensación de dominar el encuentro ni encauzarlo hacia su terreno. Mientras Radic mantuvo su demoledora sobriedad -15 puntos y 13 rebotes- tuvo una referencia bajo el aro. Cuando el croata no estuvo, Gill no supo imponer su envergadura (y parecía tener las manos impregnadas de vaselina).

Segunda parte

El espejismo del segundo cuarto se comprobó en la segunda parte, en la que el COB metió sólo un triple en 25 intentos. Al Melilla le bastó la calidad individual de Van Dyke o la dirección de Alvarado para alcanzar los últimos minutos con ventaja. 46-56, llegó a dominar en el marcador.

Achacar la derrota a la falta de acierto en el triple sería un error, por mucho que el equipo de Félix Alonso mejorase en los tiros libres.

El gran problema del COB es el mismo de los últimos partidos. No consigue recuperar su esencia ni mantenerla durante un mínimo exigible. Ese juego colectivo con ideas claras en la pista y esa intensidad defensiva, que le permitía competir contra cualquier rival.

Tampoco encuentra la estrella en los momentos calientes o decisivos. Ni asume el que debe ni acierta quien lanza. Varios tiros ni siquiera llegaron al aro. Pese a que el Melilla dio todas las facilidades posibles para remontar.

La victoria no sería merecida, aunque bien recibida. Ahora, un COB en crisis de identidad encara la parte más exigente de la temporada. Necesita disfrutar, ganar y, por supuesto, a Justin Turner.

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