En “Anthem”, cantaba Leonard Cohen: “Hay una grieta en todo, así es como entra la luz”. Y por ese resquicio se ha filtrado el COB. Cierto que de salida el conjunto ourensano salió con el “safety car” pero no por mucho tiempo. Lo que pudo ser los primeros siete minutos, luego fue recuperar la velocidad competitiva de las primeras jornadas, para arrancarle las pegatinas a un Alicante incapaz de reaccionar hasta muy al final y sin mayor peligro, pues el conjunto ourensano tuvo el suficiente tino como para cerrarle el paso.
Nada como verse en una situación de emergencia para descubrir un montón de cosas de las que parecían haberse olvidado los ourensanos y que son fundamentales para su supervivencia: nunca fue un pegador, le cuesta lo suyo hacer puntos, pero si todo un luchador. Así que copiamos a Basilio Romero que, según cuenta Jabois, fue el primero en decir “mis dieses” para todos y “es bien”. Cuando las cosas acaban, se hacen bien. Como fue el caso. Para un Pazo que empujo de inicio y disfrutó con el final.
Una vez tomado el mando, nada dejó el conjunto ourensano a conveniencia de su rival. Con el Pazo a tope de ánimo, fue el triunfo de un baloncesto dinámico y eficiente. Esa conjunción de buenos momentos de uno y malos de otro, mayormente provocados por la buena defensa y consiguientes recuperaciones ourensanas, tuvo su justo reflejo en los guarismos del marcador.
Pese a esos errores en los tiros libres es imposible que te caiga mal, Ivica Radic. Su hiperactividad bajo aros. Su impacto es incuestionable. Para mi amigo Angel “Irixo” si hubiera que dar un premio a la regularidad sería para el croata. Junto con Karamo Jawara, leyendo ventajas y facilitando la fluidez ofensiva. Turner -¡bienvenido en tu vuelta!- lo fue. Como Kacinas. Ellos son los tenores que ya son imagen de un COB de vuelta a sus valores primarios.
