Opinión

La ballena blanca: Moby Dick

En mis años en Providence, en el Este de Estados Unidos, cercana a Boston,, los fines de semana viajábamos con frecuencia a Cabo Bacalao (Cape Cod), disfrutando de las extensas vistas sobre el mar. Se llega por la ruta 495 Este, que tiene su fin en Provicetown, uno de los puertos más históricos y pintorescos del país, convertido en colonia permanente de artistas (pintores, escritores, escultores), bohemios, trasnochados hippies y buhoneros. De Provicetown salieron a lo largo del siglo XIX numerosas expediciones a la captura de la ballena, financiadas por los potentes magnates yanquis de la zona, y con la ayuda de numerosos marineros de origen portugués, procedentes la mayoría de las Islas Azores. La ruta pasa por Fall River, ciudad en un tiempo poblada por numerosas factorías textiles. que dio acogida a una numerosa población de ascendencia portuguesa, y por New Bedford, el gran puerto ballenero del Este del país.

Un gran letrero anuncia: Museo Moby Dick. Documenta con gran abundancia de testimonios la historia de la caza de la ballena: aparejos, tipo de barcos, atuendos personales, diarios, rutas, mapas, agujas de navegar, bitácoras y la historia de sus más insignes marinos. Algunos convertidos en leyenda. Otros en mito. Las propiedades del aceite de la ballena tenía, en el vertiginoso desarrollo industrial del país, múltiples usos: alumbraba farolas, bujías, mecheros caseros y engrasaba la maquinaria del incipiente complejo manufacturero de esa zona. Fue la cuna de su revolución industrial.

Quedé fascinado, de aquéllas, por la historia de la gran ballena blanca, Moby Dick. El relato de su caza, que dio título a la novela de Herman Melville, es un clásico de la literatura norteamericana. Es lectura obligatoria en los cursos avanzados de las escuelas secundarias, tanto públicas como privadas. Y lo es en el curso de inglés, obligatorio para los que inician su carrera universitaria, cualquiera que sea su especialización.

Aún me fascina Moby Dick (1851). Es un gran mosaico de discursos (teología, filosofía, tragedia isabelina, novela gótica). Es la ruta de una gran aventura marítima que es a la vez política, psicológica y espiritual: la perenne lucha del hombre consigo mismo ante la incertidumbre, la maldad, el poder, el enaltecimiento y el orgullo. Moby Dick es un fascinante mapa donde se deletrea con exquisita minucia el variado entresijo de las pasiones humanas. La caza de la fascinante ballena, majestuosa y feroz, es a la vez el apocalíptico viaje de Ahab, el capitán del barco, quien, en un ciego afán de cazar la imponente ballena, blanca como la lana, arriesga su vida, la de sus marinos, y al atunero Pequot en el que faenan. Mueve también a Ahab la venganza: la ballena había destrozado previamente su barco. Su pierna derecha, por debajo de la rodilla, fue engullida por el gigantesco cetáceo

Su primera frase, “Llámenme Ismael” (Call me Ismael) establece múltiples resonancias bíblicas, que se extienden a otros personajes (Elías, Ahab), y se amplían en un intrincado y complejo simbolismo que delatan la acción quijotesca del visionario capitán. No es fácil su lectura; compleja la coordinación de los varios relatos sueltos, dispares. Los hila el capitán Ahab a guisa de un tronado don Quijote consumido por la locura, la ambición y el poder. Y tan actual. Tales son los textos canónicos: o sea, clásicos.

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