Opinión

Aquel homenaje a Alvarado y las palabras de Lezcano

Aquel inolvidable homenaje a Alvarado.
photo_camera Aquel inolvidable homenaje a Alvarado.

Se ha escrito que en la medida que, por ley de vida, inexorablemente, van desapareciendo amigos entrañables, tu propia perspectiva se reduce, en tanto que uno pierde referentes esenciales de tu misma existencia, tus relaciones sociales y en definitiva tu propio ser quien eres. Amigo que soy, por sentimental, a estibar ordenadamente fotos, recuerdos, vivencias, grabaciones, documentos, testimonios y recortes de prensa desde mi juventud, me sumerjo de vez en cuando en ese mar de la memoria para refrescar los recuerdos esenciales. Tengo ahora delante el reportaje de uno de los varios homenajes que le hicimos a Segundo Alvarado y que tuvo varias secuencias. Uno de ellos, tuvo como marco el Teatro Principal, centrado en la poesía y la palabra en la que actuamos antiguos miembros de sus grupos de teatro y de la radio de los años sesenta. Otro homenaje se lo dispensamos exclusivamente los supervivientes del grupo de Teatro Valle Inclán en el auditorio de la Diputación. Fue especialmente emotivo, ya que aparte de los presentes pudieron intervenir vía telefónica compañeros ausentes de Ourense, como Dora Espinar, que habló desde Canarias. Gracias a los técnicos de la sala, el acto resultó de enorme belleza gracias a la técnica.

Pero el más multitudinario de todos estos homenajes fue en el Pingallo. Éramos tantos que ocupamos toda la sala y la terraza exterior. Dentro de nada hará veinte años de aquel día, cuyo recuerdo tanto emociona. Viene a mi memoria que entonces, un conocido y respetado comunista ourensano me comentó que la gran prueba del sentido ecuménico de aquel acto era que, siendo Alvarado de derechas, allí estaban todos los representantes de la izquierda ourensana. No faltaba nadie. A día de hoy, algunas de las personas relevantes del mundo de la cultura, la sociedad, la política y el periodismo que aparecen en las fotos ya nos dejaron, por lo que esta panorámica es todavía más valiosa. Es como un gran mural de ese Ourense característico, del pulso intelectual que marcaba, y espero que siga marcando su vida cotidiana. 

Cerca de Segundo Alvarado estaba el profesor José Luis Varela y otros entrañables amigos suyos y míos, como Arturo Lezcano, quien pronunció, salidas del corazón unas hermosas y vigorosas palabras. Allí estaba congregada en panorámica general la ciudad que vibraba y reconocía a sus mejores, pero observando a los presentes era como revisar la crónica de la propia vida de Alvarado. De todos los presentes, Alvarado y Lezcano eran para mí dos referentes fundamentales. Primero, porque yo fui miembro de aquel inolvidable “Teatro Juvenil”, luego “Valle Inclán” que tantos laureles cosechamos por toda España a mediados de los años sesenta, y del que era cronista Arturo Lezcano en las páginas de “La Región”. Luego, la vida me llevó a ser compañero de “Ruco” en el mismo periódico del que era redactor jefe. Y estaban allí aquel día dos irrepetibles actrices ourensanas, Chonina Vilanova y Marisa Calvo, de las que otro día quiero hablar con calma.

En esta hora de recuerdos, me sobreviene ahora del de los obituarios que en su día dediqué a tan entrañables amigos. Alvarado y Lezcano lo eran de verdad. Uno y otro dejaron su personal impronta en la vida cultural y periodística de Ourense y yo tuve el privilegio de compartir tantos espacios con ellos. De vez en cuando, sobre todo para que las jóvenes generaciones sepan de dónde venimos, es bueno que los que vamos sobreviviendo recordemos a quienes, como ellos, fueron un referente inolvidable en los campos que dominaron.  Por eso les dedico hoy este apunte de mi memoria, porque ambos eran personajes que nunca debemos olvidar.

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