Gaza, Jerusalén, Bagdad, Kerbala, Colombia... Mondragón. Crimen, impunidad, bestialismo y siempre la acción de los desalmados, de los fríos asesinos que siempre encuentran alguna justificación para sus crímenes.
Religión, revolución, nacionalismo, imperialismo, capitalismo salvaje, privilegios... ¿y el ser humano?, ¿es que no cuenta el valor de cada vida? La existencia de cada individuo es irrepetible; sus sentimientos, sus afectos, sus seres queridos, sus esperanzas, sus ambiciones, todo ello queda borrado para siempre. Qué gran responsabilidad la de los asesinos, de los instigadores, de los que amparan y justifican la muerte. ¿Es que ellos no tienen seres queridos?, ¿es que su empatía es inexistente? El criminal que ha asesinado fríamente y de forma cobarde a Isaías Carrasco, ¿acaso no tiene madre?, ¿quizás no ha conocido el amor? o sencillamente se ha convertido en un robot incapaz de distinguir entre el bien y el mal, en un instrumento de muerte y en un agente del terror.
La respuesta unánime del pueblo español ante este crimen contra el Estado, que ha costado la vida a un ser humano, debe ser contundente: todos deben acudir a votar y demostrar que la democracia no se condiciona por la acción criminal. Afirmaba Borges: La violencia es miedo a las ideas de los demás y poca fe en las propias. Y yo me pregunto: ¿los violentos tienen alguna idea? Nunca el fanatismo ha sido creativo ni ha engendrado pensamientos.
