En un sistema de gobierno democrático, no sería posible hablar de 'mayorías silenciosas'. Y no lo sería proque democracia y silencio de maorías son términos antitéticos, constituyen una 'contradictio in términis'.
La esencia de la democracia radica en la libre expresión del ciudadano, que ejrce el derecho que, como miembro de un pueblo soberano, le asiste. En una sociedad libre, la persona tiene la capacidad de elegir a sus gobernantes.
En Grecia -cuna de la democracia- los ciudadanos hacían valer este derecho en las asambleas. Aquí discutían y aprobaban las leyes. Se trataba de una sociedad de hombres libres y preparados. Por cierto, la griega era una democracia restringida. De ella estaban excluidos los esclavos, los metecos y las mujeres.
En Roma, este tipo de ciudadano no existía. Los romanos eran súbditos del Estado. Se les reconocía ciertos derechos personales, no se les negaba el 'panem et circenses', pero se les impedía participar en el gobierno de Roma. no tenían derecho a elegir o ser elegidos.
Reflexionando sobre estas lecciones de la historia, cuando algún político invoca esa 'mayoría silenciosa' para justificar acciones de gobierno, uno se inquieta. Sólo políticos de escaso fuste pueden sentirse a gusto en medio de ese silencio.
