La esencia misma de la democracia exige la participación activa de los ciudadanos en la cosa pública. Es imposible que una sociedad libre exista si su fundamento es algo inefable, como una inmensa mayoría silenciosa.
El silencio de la mayoría es consustancial con regímenes dictatoriales, y, dentro de sociedades subdesarrolladas, en el plano de la cultura.
En Galicia se está apelando a esa mayoría silenciosa para legitimar acciones de gobierno que atentan directamente contra los valores espirituales de este pueblo. Ejemplo claro de lo que afirmo lo constituye el actual proyecto sobre la enseñanza del gallego, ampliamente contestado el pasado 21 en Compostela.
Por otra parte, esa mayoría silenciosa me trae a la memoria temas muy desagradables. Por ejemplo, aquel triste referéndum para la autonomía de Galicia en que la participación ciudadana apenas alcanzó el 23% del censo. Y esa mayoría silenciosa, sin conciencia de país, acomplejada de lo suyo, es la causa de nuestras frustraciones colectivas.
