En una sociedad regida por la justicia, el Estado no puede cruzarse de brazos. Tiene que intervenir para que el principio de igualdad de oportunidades se cumpla.
Asimismo, lo que fundamenta la convivencia social exige al Estado que actúe cuando las leyes del mercado libre hagan insoportables las desigualdades.
La proclamación teórica del principio de igualdad de oportunidades tiene historia antigua. En la época de Franco se prodigaba a diario. Hasta pienso que figuraba en uno de los artículos del 'Fuero de los españoles': 'Ningún talento se perderá por falta de medios económicos'. Por supuesto, la realidad se encargaba de desmentirlo.
Hoy la cosa cambió para bien. Los estudiantes pueden acceder a becas que les permiten paliar los gastos de la carrera e, incluso, ampliar estudios en universidades de países extranjeros. Dicho esto, una cosa hemos de tener en cuenta, el Estado intenta asegurar la igualdad de oportunidades, no los resultados.
Como en una carrera deportiva, los participantes salen del mismo punto; la llegada a la meta depende de cara corredor.
