Opinión

Un buen hospital

Existe una relación directa entre la calidad de un hospital y la de los profesionales sanitarios que trabajan en él. La cualidad de un hospital depende sobre todo del conocimiento y excelencia profesional de médicos y enfermeras, pero también de la competencia de otros trabajadores sanitarios que, con su labor, contribuyen a lograr la satisfacción del paciente hospitalizado.


Si se encuestara a los enfermos hospitalizados en el último año, en la ciudad que eligiésemos de nuestro país, sobre el funcionamiento del hospital donde fueron atendidos, creo que los resultados dependerían fundamentalmente de cómo hubiese evolucionado la enfermedad que motivó su ingreso hospitalario.


Si le preguntásemos a los médicos como es un buen hospital es probable que las respuestas fuesen diferentes, relacionadas con distintas circunstancias y la situación de cada uno en su quehacer diario. En mi opinión, estas son algunas de las características que reúnen los buenos hospitales.


Los médicos y enfermeras son excelentes, con muchos conocimientos, y siempre en disposición de actualizarlos y mejorarlos. Las mismas características están presentes en otros profesionales del hospital: auxiliares administrativos, técnicos, auxiliares de enfermería, celadores, personal de limpieza, etc.


La interrelación entre los médicos de distintas especialidades es ágil y fácil, para solucionar, de la forma más rápida y segura, las dificultades diagnósticas y terapéuticas de los pacientes hospitalizados y de consultas externas. Las reuniones no programadas entre distintos especialistas, para analizar problemas inesperados de los enfermos, son peculiares de los buenos hospitales.


Los médicos comparten las decisiones clínicas con los pacientes, porque muchos enfermos pueden desear una mayor implicación en las medidas relacionadas con su cuidado y tratamiento.


Los médicos disponen de tiempo para informar amplia y detenidamente a los enfermos y familiares acerca de su enfermedad, de los problemas que pueden ocasionarse y derivarse de las pruebas diagnósticas y del tratamiento, y de las complicaciones que se hayan producido, de forma que sea perfectamente comprendido por ellos. La información se extrema el día del alta con un informe escrito para el paciente y una copia para su médico. La calidad de este informe dice mucho acerca de la categoría del hospital y del facultativo que lo emite. Esta característica es idéntica para los pacientes asistidos en consultas externas.


Una particularidad esencial de los hospitales excelentes es el trato amable, esmeradamente educado y respetuoso, a los pacientes y familiares, por parte de todos los profesionales que trabajan en el hospital. La sonrisa está presente en la cara de los profesionales sanitarios la mayor parte de su horario de trabajo, y fundamentalmente en presencia de enfermos y familiares.


La organización de las consultas externas, pruebas diagnósticas, ingresos de pacientes, información a familiares, etc., es perfecta. Las normas de funcionamiento están escritas para que los trabajadores las conozcan y no se improvisen las actuaciones. Además, todo está previsto si se produce un desarreglo.


En los buenos hospitales solo son internados los pacientes con trastornos graves, o cuando las pruebas diagnósticas o el tratamiento requieren hospitalización. Los demás enfermos son diagnosticados y tratados, con la misma seguridad y prontitud, en las consultas externas, sin necesidad de ingreso. Las consultas externas, servicios centrales y técnicas diagnósticas son los pilares básicos del hospital.


Existe una zona de información a la entrada del hospital para pacientes, familiares y visitantes. La señalización de las salas de hospitalización, consultas externas, servicios centrales, pruebas diagnósticas, aseos, cafetería y restaurante, es tan buena o mejor que la de los grandes almacenes o aeropuertos y está siempre actualizada.


Los buenos hospitales, ya sean de construcción antigua o moderna, están muy aseados las 24 horas del día lo mismo que todos sus trabajadores. La limpieza es extraordinaria y constante en pasillos, escaleras, salas de espera, servicios centrales, consultas, habitaciones de los pacientes, etc. Se presta atención especial al mobiliario, señalización y pintura para que sean agradables a los ojos de los pacientes, familiares, trabajadores y visitantes. No existen paneles con escritos en las paredes interiores comunes del hospital. No se fuma en el hospital ni en las áreas externas cercanas.


El silencio es una característica fundamental de los buenos hospitales. Para los enfermos, familiares, y profesionales excelentes es necesario que en el hospital se oiga el silencio, para descansar los unos y trabajar adecuadamente los otros. Recuerdo hace años cuanto le sorprendió a una enfermera gallega recién llegada de un hospital suizo el inmenso ruido que había en las salas de hospitalización de nuestro hospital.


Los hospitales excelentes eligen a los directivos, médicos, enfermeras, otros profesionales sanitarios, economistas, auxiliares administrativos, etc., exclusivamente por su capacitación profesional. Hacen contratos de trabajo renovables y los sueldos no son igualitarios por categorías, son distintos y relacionados únicamente con la competencia y la eficacia de la labor realizada


En los buenos hospitales todas las actuaciones están centradas en el enfermo, para proporcionarle los mejores cuidados, y se evalúa permanentemente la calidad de la asistencia. Cuidan con esmero la buena docencia a los médicos en formación, la instrucción y actualización continua de todos los trabajadores, y la investigación clínica, todas ellas columnas principales de los hospitales excelentes.


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