Opinión

La nueva red social

Esta semana hemos conocido que Elon Musk se ha convertido en el accionista mayoritario de Twitter, una red social que le ha traído sus más y sus menos debido a la costumbre del empresario de exponer sus opiniones, en ocasiones controvertidas, a golpe de “tuit”. Si bien es cierto que todas las informaciones relacionadas con el CEO de Tesla siempre generan interés, detrás de esta operación se presentan estrategias y horizontes que merecen ser desgranados.

Musk ha sido crítico con “la red social del pajarito” con carácter recurrente, pero su entrada puede haber sido enfocada desde la cúpula directiva de Twitter como una oportunidad para aprender de una mirada escéptica y disruptiva (que incluso ha llegado a cuestionar los principios de libertad de opinión de esta red social). No en vano, la compañía que dirige Parag Agrawal desde finales de 2021, se encuentra inmersa en un plan estratégico que pretende, entre otras cuestiones, mejorar sus resultados financieros, algo que tomó buen rumbo en el último ejercicio de la compañía (con un 80% menos de pérdidas respecto a 2020).

Por lo pronto, la firma ya se ha visto beneficiada de esta entrada accionarial con un aumento en bolsa del 27% el día que Musk tomó posiciones en la plataforma tecnológica y seguía subiendo a cierre del miércoles. La elevada repercusión mediática que Elon Musk tiene en todo el mundo, además de ser un líder de opinión muy valorado por personalidades de toda índole, situó a la red social en el centro de atención de la jornada y la convirtió en su propio trending topic.

El hecho de que Musk declarara que pretendía tener un papel activo en la gestión de Twitter – llegando incluso a plantear cambios sobre su funcionamiento básico – ha hecho que los analistas de Morningstar y Morgan Stanley determinen que la acción de la compañía todavía puede subir más. Desde la agencia Bloomberg han llegado a plantear que su participación podría “acelerar la transformación de la empresa en una ventanilla única para los creadores de contenido y monetizar mejor la participación a través de anuncios y suscripciones”.

En el otro lado está el propio Elon Musk, que podría haber visto en esta operación una oportunidad para mejorar su reputación. Y es que, a pesar de no alcanzar el carácter empresarial de LinkedIn, Twitter es una herramienta muy utilizada por los profesionales, por lo que es una forma muy eficaz de influir en los stakeholders de cualquier proyecto o actividad, algo muy útil para un emprendedor con un afán por la innovación como es el fundador de SpaceX. De la misma manera, esta red social puede provocar un efecto “tapón”, al no dar visibilidad o, incluso, vetar ciertos contenidos. Controlar esta plataforma es una forma de no ser moderado en uno de los canales de difusión más importantes del mundo.

En este capítulo de la historia de las redes sociales, también cabe destacar el perfil de Jack Dorsie, antiguo CEO y fundador de Twitter – y que acaba de aterrizar en España con su empresa de pagos digitales Square –. Haciendo una búsqueda rápida en la hemeroteca y en los contenidos publicados en redes, la admiración mutua entre Elon Musk y Jack Dorsey se hace evidente. Sin ir mas lejos, desde sus respectivos perfiles de Twitter se transmiten cierto reconocimiento.

Habrá incluso quien afirme que ambos directivos han tenido un recorrido similar en cuanto a los éxitos de sus proyectos. Si bien a Elon Musk le han podido ir algo mejor las cosas, ya que fue uno de los fundadores de PayPal – elevando considerablemente su fortuna cuando eBay decidió comprar esta compañía– y apostó por Tesla cuando era una startup que siguió presentando pérdidas hasta hace poco tiempo.

Si tenemos en cuenta este recorrido, podríamos afirmar que donde Elon Musk pone el ojo, pone la constancia. No es de extrañar, por tanto, que, con un puesto en la junta directiva de Twitter, el directivo consiga impulsar este negocio, en línea con sus anteriores designios. Hemos de estar muy atentos a los próximos pasos de esta plataforma tecnológica, ya que prometen ser emocionantes (si es que no consiguen marcar la agenda del “mundo digital).

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