Opinión

Todos unidos

Recientemente, el obispo ourensano, mons. Leonardo Lemos, y en estas mismas páginas, ha tenido la sensibilidad suma al pedir por los problemas de Nicaragua. Unas palabras muy certeras y que, además de la sensibilidad, revelan que conoce muy bien la fe del pueblo ourensano. Sin duda alguna, esta Iglesia nada o muy poco sería sin la tan arraigada devoción mariana que, sobre todo en estos días de septiembre, se plaga de múltiples advocaciones de la Madre de Dios. Podemos decir que en todos los rincones de la diócesis se honra siempre a la Virgen, pero sobre todo en los primeros días de este mes. 

Y aquí radica la visión del prelado cuando pide que en todas esas concentraciones marianas de estos días se acuda a la intercesión de María por la Iglesia de Nicaragua. Ya lo decía Don Bosco que “cuando María ruega, todo se obtiene y nada se niega”. Sin duda la intercesión de la Virgen será la adecuada ante el triste estado por el que atraviesa la Iglesia nicaragüense. Están sufriendo un atroz ataque tanto a la jerarquía católica como a religiosos y religiosas, y observamos cómo se destruyen en plena calle gran cantidad de imágenes que son referente para ese pueblo.

Quizás en este tiempo tan materialista marginamos o infravaloramos el valor de la oración. Como vemos, sobran reuniones y comunicados a todos los niveles que de poco o de nada surten efectos positivos. Las dictaduras son entes sordos al pluralismo e incluso a los valores humanos. 

Cuando hace años alguien pronunció aquella célebre frase: “Hispanoamérica necesita un paso por la izquierda”, nunca pudimos vislumbrar que aquello fuese adelante de una manera tan descarada. Poco a poco se van instaurando de manera velada primero y luego descaradamente regímenes dictatoriales que obnubilan el sentir de los pueblos y, lo que es mucho más grave, marginan la democracia y la cultura del ser. 

Por todo ello, y al unísono, los creyentes de esta diócesis estamos llamados a implorar en las distintas novenas que se están celebrando la paz, el diálogo y el democrático respeto también para las creencias seculares de tantos pueblos hoy subyugados a dictaduras. Por lo que se deduce, son insensibles y sordos al sentir de un pueblo que anhela la libertad. Produce gran pena ver la detención de obispos y la huida de religiosas tan entregadas como las de la Madre Teresa de Calcuta. Pedimos, como pide don Leonardo, la intercesión de la Virgen quien, como Madre de Dios, puede ayudar y, como madre nuestra, quiere protegernos.

Y esperamos que los actuales dictadores oigan la voz del papa, que implora reiteradamente la paz y la libertad también religiosa. 

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