Opinión

TRANSFUGUISMO, DISCREPANCIAS Y ACOMODOS

Siguiendo con lo de las gaviotas, parece necesario, ante recientes declaraciones, volver al peinado de la simpar ave, la búsqueda del peinado automático que el viento le concede para, tras volar gozosa, posarse inquieta para poder presumir coqueta de tipo y también disfrutar de su figura. Quienes me siguen aquí desde hace más de treinta años, saben bien que aborrezco el 'cambio de chaqueta' y venero la coherencia. ¡Benditos coherentes, sean del signo que fueren, y pobres tránsfugas, discrepantes y afanados buscadores de acomodos del momento!


Uno, cuando se siente incomodo, lo más correcto es hacer mutis por el foro y punto. Pero si después de llegar a donde llegó, disfrutar de prebendas y situaciones, degustar plácidamente del 'pesebre', presumir de puestos y honores, las ve mal dadas y se dedica a criticar a su protector, estorbándole hasta su sombra, eso es ingratitud. Permítanme que les llame pobres incoherentes. Esto está comenzando a acaecer dentro del PSOE. Personalmente, que nunca simpaticé con esa formación política, me parecen denigrantes ciertas posturas. Mancillan, a mi modo de ver, las mismas esencias de la democracia.


Se puede estar de acuerdo o discrepar de José Luis Rodríguez Zapatero. Pero lo que parece fuera de la lógica democrática es que, ante las perspectivas sombrías que las encuestas ofrecen sobre su liderazgo, algunos llamados barones de su formación, se dediquen a buscar un posible acomodo desmarcándose de la quema. Agoten la legislatura para la que fueron elegidos y después las urnas marquen el futuro. Eso es democracia. La culpa, como decía Bugallo Pita a aquel limpiabotas de la Plaza Mayor, no era del señor que ganaba su pan en el centro de la ciudad limpiando zapatos; la culpa de que no supiese el 'confiteor' era de quien lo eligió para recitar un 'soneto' que él desconocía.


Lo correcto es renunciar al puesto, irse a casa y aquí paz y después gloria. Cualquier institución se destruye desde dentro y eso consiguen los tránsfugas con su actitud, los discrepantes fuera de lugar y mucho más los que adoptan posturas para seguir teniendo el sillón. Las votaciones son el camino para poner a cada uno en su sitio con la unidad dentro del mismo credo político.


Las declaraciones del presidente de Castilla-La Mancha, como las del de Extremadura y otros, están fuera de lugar, desentonan y restan en vez de sumar. Como dividen en vez de multiplicar los jaleos de las primarias de Madrid. Y de nada valen rectificaciones cuando el mal ya está hecho. Porque el secretario general de un partido tiene el pleno derecho, mientras siga en el cargo, a elegir los peones con los que desea llevar su proyecto. Podrá estar equivocado, pero lo que nunca se conseguirá es tirar del barco si cada cual empuja para su lado.


Y esto tanto en el PSOE como en cualquier partido político. Como decía un conocido ourensano ya fallecido, el 'sindicato de cabreados' es un mal que atañe en primer lugar al partido, pero de rebote al pueblo y sobre todo a la más genuina esencia democrática. ¡Qué bien lo entendía y llevó a la práctica mi venerado Tierno Galván! Fue capaz de aceptar el 'asilo' de la Alcaldía de Madrid con tal de contribuir a la unidad del socialismo. Pero como Don Enrique, a mi modo de ver, sólo hubo tres primeros espadas en la política española: Fraga, Carrillo y Blas Piñar. Coherentes hasta el final. Eso es de personas grandes.

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