Los días 6 y 9 de agosto de 1945 se arrojaron sendas bombas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Era la bomba atómica que nos llenó de asombro y terror. Ahora surgió un bombazo de otro estilo, que estaba siendo ignorado desde hace ¡20 años! Ello me lleva al recuerdo del famoso director de cine especialista en las películas de suspense, Alfred Hitchcock. Y ahora, después de dos décadas, la número dos del PP, María Dolores de Cospedal, ha ordenado a la actual tesorera, Carmen Navarro, para que investigue minuciosamente el escándalo del tesorero anterior, Luis Bárcenas, sin perjuicio de que el PP seleccionará entre los despachos más prestigiosos del país una empresa auditora del máximo prestigio.
La noticia de Luis Bárcenas y sus 22 millones en Suiza está dando lugar a más letras en la prensa que el Quijote. Bien está que si ahora, después de 20 años, se descubrió que en la sede de la calle Génova había polvo, que se proceda a una profunda limpieza, incluso con desinfectante si ha lugar. Bien está. Al tratarse ¡de los últimos 20 años!, un hombre honrado precisamente el fundador del Partido Popular falleció (q.e.p.d.) sin saber que en la sede de Génova había un hombre -ojalá que sólo se quede en uno- que ignoraba las palabras honradez y lealtad.
Tesorero, como ya sabemos, es la 'persona encargada de custodiar y distribuir las cantidades de una dependencia pública o particular'. Así es justamente como está definido en el diccionario de la Real Academia Española. Por lo general suele ser cargo de confianza pero ello no quiere decir que quien lo ejerce se parezca a Santa Teresita de Jesús. Sabido es que por el dinero nos tienta Lucifer. Tal vez por ello que Francisco de Quevedo haya escrito lo de 'Poderoso caballero es don dinero'. Pero sin pasarse, Luis, sin pasarse. La avaricia rompe el saco. Veinte años -¡20 años!- sin una Auditoría son muchos años. Así pasa lo que pasa. Más vale prevenir que lamentar.
