Opinión

La herencia del bigobierno de la Xunta

La expresión ‘¡hai que botalos!’ se convirtió en bandera de una especie de revolución pseudo-intelectual, aderezada con el vinagre de la progresía facilona, cuyo objetivo era socavar la imagen del PP en Galicia y provocar un cambio de gobierno, costara lo que costara. Hoy observamos atónitos la conversión de tantas y tantos ‘guías espirituales de occidente’ en una colección de colaboradores en la nómina de entes dependientes de la Xunta bipartita, con programas en la TVG o publicaciones y contrataciones irregulares por no hablar de la expedición a La Habana, en business class, para gastarse más de dos millones de euros, suyos y míos, en mojitos a granel. ¿Dónde está ‘bulra negra’? ¿Dónde ‘nunca máis’? ¿Dónde los teóricos de la salvación de Galicia?


Transcurridos casi cuatro años del ‘acuerdo por la moqueta’ de socialistas y nacionalistas no se me ocurre mejor lema para expresar la indignación que produjo este desgobierno bipartito. ¿Habría que exigir la dimisión de un ejecutivo bicéfalo que en tiempos de crisis dedica medio millón de euros a un innecesario vehículo oficial blindado o despilfarra más de dos millones de euros en remodelar su despacho de su presidente en precario? ¿Qué decir de los otrora adalides de la transparencia y el rigor repartiendo ahora publicidad y propaganda, por tierra, mar y aire?


Hai que botalos porque, por primera vez en la historia, desaparecieron exámenes de una oposición. Porque hubo trifulca entre la policía autonómica y el número 2 de Quintana, con denuncias judiciales por medio, por culpa de la colocación de unos carteles indicativos de los despachos. Porque se adju dicaron subvenciones al marido de una conselleira, porque se resolvieron concursos millonarios a favor del hermano de otro conselleiro, porque se crearon organizaciones ‘ad hoc’ para recibir millonarias ayudas de consellerías... Qué decir de la dramática situación de la sanidad gallega, según estudios técnicos la peor del Estado, con una gestión repleta de ceses continuos de todos los responsables de ese departamento exceptuando el de la conselleira. Hablemos de la peor crisis incendiaria de nuestra historia, con más de cien mil hectáreas quemadas y cuatro muertos en agosto de 2006. Valoremos las irregulares, por ser suaves, contrataciones en todos los chiringuitos del bigobierno: el consorcio de servicios sociais, Seaga, contrataciones en incendios Ahora veinte millones de euros, en plena precampaña, para ‘limpiar cunetas’ -objetivo: contratar agentes electorales nacionalistas- y ‘limpiar cauces fluviales’ -propósito: contratar activistas políticos socialistas-. Incalificable.


Casi cuatro años de pérdida de prestigio para Galicia, noticia en los medios de comunicación nacionales por iniciativas tan peregrinas como la de las muñecas gallegoparlantes, por no hablar del plan de promoción del ‘cachibol’. Recordar los más de seiscientos mil euros que costó el primer partido de la selección gallega de fútbol y el ridículo del segundo (pagando en el hotel a los de Camerún para que bajaran del autobús, retrasando horas el partido) y la imagen kafkiana del tercero (Chile no vino a jugar y los lumbreras nacionalistas encontraron a Irán, manteniéndose la incertidumbre hasta el final de si ‘irían o no irían’).


Dos grupos políticos que se acusan uno al otro de sufrir ‘trastorno bipolar’, echán dose en cara el ser ‘gobierno por la mañana y oposición por la tarde’. Recuerden sino el diagnóstico que hizo el portavoz nacionalista cuando calificó a las consellerías dirigidas por socialistas. ‘Muy poco en Sanidad, escaso en Educación, inexistente en Medio Ambiente, nulo en Presidencia, negativo en Trabajo, invisible en Economía y pequeño en Pesca’. ¿Alguien da más? Hai que botalos. No queremos una fábrica de parados, como siempre que un socialista encabeza un ejecutivo. No queremos dos gobiernos, doble de todo y nada de gestión. No queremos un bipartito que ha protagonizado las peores noticias posibles, ensombrecidas además por un tufillo a corrupción. Sabemos que están imputados altos cargos de la Xunta por la adjudicación millonaria de las obras de la Autovía del Barbanza, también que se sigue en los juzgados la trama del fraude de la agente electoral con la que el PSOE jugó muy sucio en materia del voto emigrante -con la connivencia del número 2 del PSOE gallego, conselleiro de Traballo, e incluso una diputada socialista- ¿Qué opinan del reparto eólico, en la fase agónica del bigobierno, prácticamente en funciones, con los representantes socialistas que se levantan de la mesa para no participar en un proceso con dudas más que razonables de ‘falta de seguridad jurídica’? ¿Y qué piensan del registro, hace semanas, durante más de nueve horas, por parte de la Guardia Civil de las dependencias de Sogama, llevándose documentación, archivos y discos duros de ordenadores? ¿Qué valoración merece esta colección de sucesos? ¿Hai ou non razóns para botalos? (*) Diputado del PP en el Parlamento gallego

Te puede interesar