Opinión

La vergüenza cultural de la ciudad

Los presupuestos del Estado vuelven, por enésima vez, a ser raquíticos e injustos con Ourense, con lo que seguimos sin poder superar el tradicional desequilibrio y falta de homogeneidad entre la Galicia interior y la costera. Claro que en esta ocasión se pretende inflar burdamente la cosa incluyendo las obras del AVE, que es una inversión de indudable carácter e interés ya suprarregional. De ahí que el alcalde de Ourense, a pesar de pertenecer al mismo partido que gobierna la nación, y demostrando gran sensibilidad con la cultura, haya reaccionado valientemente en defensa de nuestro único y prestigioso Museo Arqueológico, vergonzosamente abandonado desde hace más de una década. Francamente, hacía tiempo que no veíamos una actitud así en un dirigente político de Ourense, generalmente tan sumisamente supeditados siempre al son del partido que toque en el poder.

Sí, tiene toda la razón nuestro alcalde, reclamando mayor inversión, sobre todo para subsanar la mayor vergüenza de la ciudad, o sea la necesaria dotación presupuestaria para poder reabrir una de nuestras más seguras razones para la visita de los turistas y otros cultos e interesados foráneos.

Además, se da la casualidad de que, como bien se ha dicho, esta ciudad debe de ser de las pocas en la nación que, con más de 100.000 habitantes, solo tiene un museo abierto, aunque, eso sí, uno de los más importantes de su temática de todo el noroeste peninsular, y que incluso, por falta de espacio, en los últimos tiempos nunca pudo exhibir interesantísimas piezas que darían prestigio y fama a cualquier otro museo nacional.

Por otra parte, se da la feliz coincidencia de que la sede que lo acoge es el edificio histórico más importante de la ciudad, por su secuencia de restos romanos, pasando por los medievales y hasta nuestros días, verdadero libro abierto de nuestra historia y evolución urbana.

Queremos creer que fue un lapsus el olvido presupuestario para con este centro cultural, que con su funcionamiento nos puede prestigiar y colocar mejor en la geografía de este país; de momento algunos de los propios afiliados al partido gobernante así lo han reconocido. Esperemos, por tanto, que se haga la correspondiente modificación a los presupuestos de esta ciudad, y, por esta vez, enhorabuena a nuestro dirigente municipal, por habernos sorprendido gratamente, en la esperanza que en adelante éste su gesto no sea el único a celebrar por la ciudadanía.
 

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